No deja lugar a dudas el Prof Herranz:
Cuestión: Para asegurar el éxito de los procedimientos de reproducción humana artificial las clínicas generan en el laboratorio unos 8 ó 9 embriones por ciclo. Unos se transfieren al útero de la mujer (generalmente no más de tres); los restantes, se congelan. Se estima que hay varios millones de vidas humanas en los tanques de nitrógeno líquido a una temperatura de -196 grados centígrados. Además de que la congelación es incompatible con el respeto debido a los embriones humanos, se plantea el dilema de qué hacer con ellos. La Iglesia -y otras muchas personas de buena voluntad- no parece encontrar de momento una solución a este problema. ¿Usted imagina algún avance técnico que en el futuro pudiera ofrecerles una salida?
Respuesta: “La acción deliberada de producir embriones en exceso es, a mi parecer, un signo gravísimo de falta de humanidad. No se ha querido enfrentar el problema, se mira para otro lado. Domina ahí una ética de la eficiencia, terriblemente egoísta.
Nadie que se dedique a la fivet puede ignorar -al menos subjetivamente- que cada embrión singular que es producido in vitro es un ser humano: más aún, es producido como un ser humano y para ser un ser humano. Nadie ignora que en un embrión humano está contenida, pendiente de su desarrollo, toda la humanidad de un ser humano. No son los embriones cosas, materia anónima, que se pueda tratar a granel. Pero en la práctica clínica, en razón de la competitividad profesional, para ganar prestigio público y estar entre los mejores, para atraer la mayor cuota de mercado posible, para responder de inmediato al deseo urgente de los progenitores de obtener descendencia cuanto antes, se ha sacrificado al embrión singular en aras de esos otros intereses. Ya no importa cada embrión como ser humano singular; lo que interesa a los protagonistas, a progenitores y clínicos, es el objetivo de producir un niño, cueste lo que cueste.
En este campo existe una mentalidad utilitarista, eficientista, empresarial, de alcanzar objetivos, sin reparar en medios. Interesa el producto final. La intersección de tantos intereses (científicos, sociales, familiares y económicos) ha conducido a considerar al embrión como una cosa, un recurso, mera materia prima”. (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 89-90)