jueves, 31 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (III)

En Junio del 2024 se cumplirán 40 años de la grave intoxicación bioética que a nivel internacional se viene padeciendo con la publicación del Informe Warnock, que a instancias del Gobierno Británico, fue emitido por el Comité de Investigación sobre Fertilización y Embriología Humanas. Dicho Informe viene a concluir que el embrión humano merece respeto, pero no el respeto que debe recibir cualquier persona humana, pues en el embrión es aceptable las prácticas de congelación o destrucción, si así conviene por otros intereses. 

Conviene desenmascarar tal falacia científica, como lo expresa el Prof Herranz

“No puede ocultarse la decisiva influencia que el Informe del Comité Warnock ha tenido sobre lo que mucha gente piensa acerca de las técnicas de reproducción humana asistida y sobre el embrión humano. 

Pero es necesario recalcar que, en lo que ahora nos concierne, la contribución principal del Informe Warnock ha consistido en lanzar una bomba de humo sobre la cuestión del rango ético y biológico del embrión. 

La mayoría de los miembros del Comité, con el propósito de neutralizar éticamente al embrión humano y de despojar de significación moral nuestras relaciones con él, optó por privar al embrión humano de consistencia ontológica y lo convirtió en una noción funcional. El Comité escribió: “Aunque las cuestiones de cuándo la vida y la personalidad comienzan a aparecer son susceptibles de respuestas netas, sostenemos que las respuestas a tales cuestiones son de hecho complejas amalgamas de juicios factuales y morales. Por ello, en vez de intentar responder directamente a esas preguntas, hemos pasado sin más a la cuestión de cómo es correcto tratar al embrión humano”.

Nunca se reprochará bastante al Comité Warnock su decisión de soslayar la primera y germinal cuestión de definir la naturaleza ontológica del embrión, de la cual dependen todas las demás. Pero, por encima de esta omisión, el Comité hizo algo muy maligno; declaró que todo intento de esclarecer la naturaleza ontológica del embrión es una empresa intelectualmente inelegante, pues es un embrollo de hechos y (pre)juicios morales que se resiste a ser analizado racionalmente.

El informe Warnock sentó además el precedente histórico de reducir un problema ético difícil a una cuestión de regulación administrativa. La reglamentación propuesta por Warnock confiere a un Organismo de control la prerrogativa de autorizar la investigación sobre embriones humanos de cualquier proveniencia, con tal de que, entre otras, se cumplan dos condiciones: que la investigación no se prolongue más allá del día 14 después de la fecundación y que ningún embrión sobre el que se haya experimentado pueda ser transferido al útero de una mujer.

Está claro que este vuelco de la valoración ética del embrión no podría lograrse si no es a costa de acallar muy importantes objeciones ontológicas y éticas. El informe Warnock contó con un fuerte apoyo para una manipulación programada de la opinión pública. La Señora Warnock, con la ayuda de sus muchos simpatizantes, buenos conocedores de los recursos dialécticos disuasorios, promovió una campaña, elegante en la forma, pero despiadada en el fondo, para descalificar a quienes ven el embrión humano un ser digno del máximo respeto.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 

jueves, 24 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (II)

El embrión humano es lo que es y no lo que ciertos intereses pretenda que sea.

El Prof Gonzalo Herranz lo clarifica: 

“De nuestra actitud ante los embriones humanos dependen muchas cosas importantes, que nos atañen en lo más íntimo. Hasta cierto punto, nuestra actitud para con los demás seres humanos germina de nuestro comportamiento hacia el ser humano embrionario: el respeto hacia nuestros prójimos hunde sus raíces en el respeto que manifestamos ante el embrión humano, esa criatura desconcertante que condensa en un mínimo volumen corporal la máxima concentración de humanidad.

¿Qué dicen los hombres que es el embrión humano? Cuando se pregunta a los científicos y la gente de la calle qué piensan sobre la naturaleza ontológica y ética del embrión, es decir, qué cosa es o quién es el embrión humano, cuáles son las exigencias morales que reclama de nosotros, se obtiene un muestrario muy variado y contradictorio de respuestas. La mayoría responde con la consabida frase de las encuestas de opinión: “No sabe, no contesta”. Pero lo curioso del caso es que entre los que responden “No sabe” no faltan los científicos, más aún, los expertos en Embriología clínica.

Esta ignorancia específica es un fenómeno reciente. Porque hasta el advenimiento de la fecundación in vitro con transferencia de embrión (FIVET), todo el mundo consideraba al embrión de cualquier especie como un ser (embrionario) de esa misma especie. Cualquier libro de Embriología humana podía empezar así: “El desarrollo de un individuo humano comienza con la fecundación, fenómeno en virtud del cual dos células muy especializadas, el espermatozoo del varón y el oocito de la mujer, se unen y dan origen a un nuevo organismo, el cigoto”.

Esta afirmación ya no es sostenida en muchos círculos. Parece como si la desmitificación de la fecundación humana, la observación visual directa de este fenómeno siempre sorprendente, produjera efectos opuestos entre los observadores. A unos les provoca una duradera sonrisa de asombro, al contemplar la sencillez indescriptible y misteriosa con que un nuevo hombre es engendrado. A otros les causa una especie de incrédulo desengaño, como si no aceptaran para el hombre una génesis tan humilde y dicen que el zigoto es algo irrelevante, un producto molecular que carece de valor humano, un momento vacío de significado.

Para resumir adecuadamente las respuestas a esta pregunta capital, qué dicen los hombres que es el embrión humano, voy a limitarme a mostrar dos posiciones prototípicas y altamente significativas. Una es la del Informe del Comité de Estudio sobre Fecundación y Embriología Humanas, el Informe Warnock, que muchos consideran como una obra maestra de la ética secularista. La otra es la que nos ofrece la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el Respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, el documento que nos expone la visión cristiana -respeto y dignidad- sobre el embrión y su génesis.” (continuará) Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.


jueves, 17 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (I)

Los siguientes capítulos versarán, de mano del Prof Gonzalo Herranz, sobre la ética de la investigación en el embrión humano. Este tema es de vital transcendencia tanto desde el punto de vista científico como social. No es exagerado decir que el futuro de la sociedad depende de la postura que se adopte en esta cuestión.

El Prof Herranz:

“Es un tema de singular significación. El tema sobre el que vamos a reflexionar es un tema importantísimo, de primera magnitud. Si llegáramos a comprender su significación, pienso que pediríamos a los Jefes de Gobierno que aplazaran sus otras negociaciones pendientes y anotaran en su agenda el urgente problema del rango ético del embrión humano. Porque determinar cuáles son los derechos de los embriones y qué exigencias éticas reclaman de nosotros debería ocupar un lugar prioritario entre las preocupaciones de la sociedad.

Ya sé que esta afirmación mía puede parecer exagerada. Insisto, sin embargo, en afirmar que no hay muchos problemas más urgentes que el que nos ocupa. Un gran jurista y pensador italiano, mi amigo el Prof. Luigi Lombardi Vallauri, lo ha sabido expresar con gran brillantez. En el prólogo a una conferencia sobre la relevancia ética del embrión humano hacía estas consideraciones: “Uno puede pensar que estamos reunidos aquí en el cosmos por un problema de moda, por un problema irrelevante. De hecho, el problema es cuantitativamente diminuto (células, embriones), políticamente diminuto (seres humanos sin voz, sin voto, sin poder contractual), económicamente diminuto... Sin embargo, el problema es contemplativamente crucial porque concierne de cerca a la auto-autoevaluación del hombre. comprensión... si el poder del hombre, frente al embrión, no se detuviera, sino que pasara sin dudarlo e invadiera ese diminuto territorio como invade todo el resto de la realidad, se habría cruzado una línea de no retorno…”

Son muy oportunas estas afirmaciones del Lombardi y son una llamada de atención para los científicos. Necesitan éstos descubrir que hay razones morales muy punzantes que les obligan a reflexionar a fondo sobre la condición ética del embrión humano. Los científicos y médicos han de hacerlo antes de quemar sus naves y lanzarse a la conquista de ese territorio minúsculo, pero incitante y prometedor. 

A cruzar esa línea sin retorno les empuja a algunos un incontenible deseo de saber, de desentrañar los misteriosos mecanismos moleculares y celulares del desarrollo del hombre. Y a otros les mueve un empeño, fuerte y vocacional, de ampliar la capacidad benéfica de la ciencia. Para unos y otros, estos móviles son otras tantas aspiraciones nobles y generosas, que todos deberíamos aplaudir. Por ello, no comprenden que alguien pueda oponerse por razones éticas a la expansión de la ciencia y de sus aplicaciones para aliviar la infertilidad. Creen sinceramente que el respeto debido a los individuos humanos embrionarios debe ceder ante los intereses de la ciencia o de la sociedad.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 

viernes, 11 de agosto de 2023

¿Es digno congelar la vida humana? (y VI)

La riqueza de la dignidad del ser humano está valorada cuando se acepta incondicionalmente en su forma más vulnerable: en el embrión y en la enfermedad. Solo la tiranía del relativismo moral la ponen en duda y la ignora.

El Prof Herranz lo expresa claramente a modo de conclusión: 

“Médicos y presuntos padres deberán comprender que la procreación responsable, incluida en cualquier caso la variante in vitro, exige una aceptación incondicionada de los hijos. 

Nunca la descendencia producida in vitro es propiedad de quienes la originan o la conservan. Nunca el interés de la ciencia, de la sociedad de un particular puede prevalecer sobre la dignidad e identidad de un ser humano. 

La condena ética de la llamada reproducción asistida se basa tanto en el atentado a la dignidad de la procreación que es la manipulación artificiosa de la transmisión de la vida humana, como en el modo violento en que se trata al ser humano embrionario in vitro. 

Esos embriones humanos son, cosa que se tiene intensa y deliberadamente olvidada, hijos de un hombre y una mujer. Y lo son en ese estado de particular vulnerabilidad y de potencial abandono que es la situación in vitro. Son seres humanos ordinarios, que afrontan los trabajos y los días que todos nosotros, para llegar a ser lo que somos, hemos tenido que afrontar. Cada uno de nosotros hemos necesitado ineludiblemente ser embrión y empezar nuestro existir humano en esa forma mínima, pero repleta de fuerza y promesa.

Por ser humanos, a los hijos embrionarios de los hombres no se les puede tratar como se trata a los embriones de los animales. Imponer al embrión humano un destino zoológico es dar un resbalón más por la cuesta abajo de la deshumanización de la medicina reproductiva. La fecha de caducidad de los embriones destruidos en el Reino Unido señaló un mínimo histórico del respeto a la dignidad humana.” Gonzalo Herranz, La destrucción de los embriones congelados: reflexión sobre una noticia. Conferencia. Bogotá, 1997.


jueves, 3 de agosto de 2023

¿Es digno congelar la vida humana? (V)

No es difícil de contestar la pregunta de por qué se ha hecho rutina convivir con la violencia. Una respuesta bastante ajustada está en la actual indiferencia generalizada con que se contempla el destino que se proporciona a los embriones humanos congelados. Y es que el futuro de la humanidad pasa necesariamente por la consideración que se presta a los embriones humanos.

Según venimos considerando en estos apartados, el Prof Herranz es muy claro en el diagnóstico y en el tratamiento de esta importante cuestión.

“Destruir embriones congelados es una de las cosas que endurecen el corazón de la sociedad. Es paradójicamente irresponsable crear arbitrariamente embriones humanos, congelarlos y después destruirlos. La sociedad favorece el crecimiento de su violencia interior cuando da por buena y legal la práctica de hacer embriones humanos en número excesivo porque es económico y eficiente, para después destruirlos porque es igual de económico y eficiente deshacerse de los que han sobrado. No sabemos si, y en qué medida, el acostumbramiento a la destrucción periódica del lote de embriones “caducados” cada año contribuirá a incrementar la tolerancia a la violencia en la sociedad, pero sería insensato afirmar que la cosa ni tiene importancia ni consecuencias.

Mirando al futuro. Algo quedó patente por esta vez: la destrucción de esos embriones despertó la conciencia de muchos, que se han replanteado su actitud ante lo que parecía una aplicación tecnológica rutinaria e inocente, y que ha resultado ser para ellos un grave problema humano y ético, al que hay que encontrar solución. El alargamiento del plazo legal de conservación autorizado en el Reino Unido sirve simplemente para retrasar “la patata caliente” de la decisión que no se ha querido tomar ahora… Pero una cosa está clara: si no se toman decisiones ahora, el paso del tiempo contribuirá a multiplicar las dimensiones éticas del problema.

Los seres humanos no se pueden tratar a granel, como si cada individuo no fuera valioso, inconmensurablemente valioso. 

Quienes persistan en la práctica de la reproducción asistida no ignoran que el problema creado por los embriones sobrantes es evitable: bastaría con no crear in vitro más embriones que los que van a ser implantados inmediatamente. Y ese número ha de ser compatible con una gestación que pueda llegar a su término en el respeto a la vida de hijos y madres. Ese es un requisito de buena profesionalidad. Del mismo modo que es una falta seria de competencia inducir deliberadamente gestaciones de excesivo grado de gemelaridad, que crea riesgos para hijos y madres…” Gonzalo Herranz, La destrucción de los embriones congelados: reflexión sobre una noticia. Conferencia. Bogotá, 1997.