viernes, 28 de junio de 2024

El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (I)


Los próximos envíos tratará, de manos del Prof Herranz, sobre el paciente de Alzheimer. A nadie se le oculta que el enfermo de Alzheimer reclama una alta calidad profesional. 

El Prof Gonzalo Herranz:

“… Son tres las normas que, de modo más o menos explícito, articulan los términos de la responsabilidad deontológica ante los pacientes de Alzheimer: la primera, es el mandato de no-discriminación; la segunda, es la norma de proporcionalidad entre respeto médico y debilidad; la tercera, es el canon de la conformidad terapéutica.

Estas tres normas deontológicas tienen mucho que ver con el principio bioético de justicia. Yo prefiero considerarlas como manifestaciones de la virtud médica de la justicia.

1. El mandato de no discriminar. En 1948, la Asociación Médica Mundial promulgó su fundamental Declaración de Ginebra. El texto …decía: “no permitiré que consideraciones de religión, nacionalidad, de raza, de partido o de clase social se interpongan entre mi deber y mi paciente”. 

El paso del tiempo la ha mejorado. El texto vigente de 1994, dice: “no permitiré que consideraciones de afiliación política, clase social, credo, edad, enfermedad o incapacidad, nacionalidad, origen étnico, raza, sexo u orientación sexual se interpongan entre mis deberes y mi paciente.”

A partir de 1948 y con rara unanimidad, todos los códigos han acogido, más o menos literalmente, ese deber tan humano, pero, a veces, tan difícil de cumplir, de abstenerse el médico de toda discriminación ante sus enfermos. 

Nos conciernen de modo directo dos de esos criterios de no discriminación:

No permitiré que consideraciones de edad se interpongan entre mis deberes y mi paciente. Así pues, el tener diez, cincuenta o noventa años es un dato éticamente irrelevante: no se puede separar a los enfermos en categorías diferentes de respeto ético vinculadas a la edad. Los seres humanos de todas las edades son igualmente dignos y significativos éticamente.

No permitiré que consideraciones de enfermedad o incapacidad se interpongan entre mis deberes y mi paciente. La demencia puede empobrecer la función cerebral y agostar la capacidad de florecimiento de la personalidad de mi paciente, pero ninguna enfermedad o incapacidad, pueden crear en mí repugnancia ética o mermar el respeto ético que a él le debo.

El médico que vive la virtud de la justicia aspira a tratar a todos sus pacientes según un principio de equidad, que es independiente de la edad que tiene o de la enfermedad que padece. Más aún, tiene el convencimiento, a la vez teórico y operativo, de que el cuidado de todos, incluidas las víctimas de la demencia de Alzheimer, es parte de lo que la sociedad exige al médico, de lo que el médico ha de contribuir a la construcción de una comunidad justa y libre de discriminaciones. 

Esto significa que el médico ha de tener y de manifestar el mismo interés por un Alzheimer que por un niño, que ha de explorar tan diligentemente al uno como al otro, que no pude dejarse llevar de la inhibición, del desaliento, del pesimismo que tan fácilmente evoca la combinación de senilidad y demencia. Así pues, deontológicamente todos los seres humanos son igualmente dignos, todos igualmente respetables. A cada uno ha de dársele lo suyo.” Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.


sábado, 22 de junio de 2024

Ética médica y píldora del día después (y I)

Los términos anticonceptivos que ocultan y falsifican la realidad biológica y clínica ponen en evidencia una injustificable y nociva actuación médica que es incompatible con la ética.

El Prof Herranz

“Los neologismos técnicos de contracepción endometrial, de intercepción postcoital, de efecto antinidatorio sólo describen una parte de la realidad. Ocultan el hecho de que, en muchas ocasiones, según sea el momento del ciclo en que la mujer haya realizado el acto sexual, se impide la supervivencia de un número considerable de embriones humanos.

Eso es lo relevante. Llamarle o no aborto es, en cierta medida, indiferente para la realidad ética subyacente, pero con alguna palabra hay que denominar la acción de eliminar vidas humanas inocentes

Ofuscar a las mujeres diciéndoles que con la píldora del día después nunca pasa nada, en lo biológico y lo ético, es un condenable paternalismo, es tenerlas por incapaces de asumir la responsabilidad de sus acciones, escamotearles la oportunidad de escoger. 

Deben saber que por efecto de la píldora del día después una vida humana puede ser cercenada, un destino humano cancelado, la promesa de una vida personal anulada. 

Y esa es una tragedia que no es justo trivializar con juegos de palabras por sugerentes que sean, por inteligentes que parezcan, aunque hayan recibido las bendiciones del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (ACOG), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Sociedad Española de Contracepción (SEC).” Gonzalo Herranz, Artículos en Diario Médico, 3-IV, 30-IV y 14-V-2001. 


viernes, 14 de junio de 2024

Ética médica y píldora del día después (H)

La responsabilidad del que tiene que asistir a un ahogamiento de una persona por naufragio no se puede dejar llevar de los cambios que se introduzcan en la definición de ahogamiento, según el tiempo que debe pasar, la edad… etc. En Medicina la responsabilidad no es menor.

El Prof Gonzalo Herranz

“Las cosas no casan ni pueden casar, cuando el lenguaje es torturado y se vuelve loco. Los genetistas que colaboran con los embriólogos clínicos han desarrollado técnicas de diagnóstico génético preconcepcional y preimplantatorio, que le dan la espalda a la nueva nomenclatura. Y se la dan en la práctica profesional también los mismos ginecólogos: en un estudio hecho en 1998, en Estados Unidos, en que se les preguntaba en relación con la información que dan a las mujeres en el proceso de obtener el consentimiento informado, el 73% respondieron que concepción es sinónimo de fecundación y sólo el 24% indicaron que concepción era sinónimo de implantación.

Abortos que no lo son. Con la nueva definición de concepción, una cosa queda asegurada: la contracepción no es sólo impedir la concepción, no abarca sólo el conjunto clásico de procedimientos, dispositivos, o sustancias que impiden la reunión del espermatozoide y el oocito y su fertilización. Incluye ahora, y trata de cobijar bajo la calificación ética de contracepción, los procedimientos, dispositivos, o sustancias que impiden el desarrollo del embrión en el tiempo que va de la fecundación al final de la implantación. 

Lo que hasta ahora era abortivo precoz, conforme al nuevo lenguaje, ya no lo es. Sólo merecen el nombre de abortivos o abortifacientes los procedimientos o sustancias que impiden el desarrollo del embrión ya implantado. 

Antes de terminada la implantación no se puede hablar de aborto, es incorrecto referirse a una interrupción del embarazo, porque, por la magia de la nueva palabra, el embarazo solo puede ser interrumpido una vez que ha empezado, y ahora no empieza el día 1, sino un par de semanas más tarde. En el nuevo lenguaje, hablar de abortos de embriones de menos de 14 días es un contrasentido. Eso es lo que nos están diciendo acerca de la píldora del día después algunos representantes de la industria farmacéutica, ciertos agentes sociales y del gobierno, y un sector de médicos.

Pero todos sabemos que no estamos ante un juego de palabras, sino ante la cuestión, infinitamente más seria, de nuestras relaciones con los seres humanos más pequeños. Estos, en su inocencia, son destruidos por la píldora del día después. La manipulación léxica nos dice que no hablemos entonces de abortos, pero no nos dice de qué hemos de hablar. De algún modo habrá que llamar al hecho de privar de la vida a los embriones a los que se impide implantarse en el útero.” Gonzalo Herranz, Artículos en Diario Médico, 3-IV, 30-IV y 14-V-2001. 

viernes, 7 de junio de 2024

Ética médica y píldora del día después (G)

Los términos médicos tienen que ser fieles a la realidad que deben transmitir, sino corren el peligro de corromperse por intereses ilegítimos.

El Prof Gonzalo Herranz:

“…Refería, que se había recurrido a cambiar el significado de algunas palabras para hacer más convincente la idea de que la píldora del día después no es abortiva. Creo que es clarificador conocer la historia y la intención de esos cambios.

La transición a una sociedad dominada por el ethos contraceptivo exigía un cambio de pensamiento y de actitudes sobre lo que haya de entenderse por concepción: sólo cambiando el sentido de la palabra podrían cambiar las costumbres sociales. La cosa resultó bastante sencilla: consistió en disociar concepción de fecundación, e identificar concepción con implantación terminada.

Véamoslo con algo de detalle. Concepción, en su acepción original, genuina, de uso general no manipulado, es y ha sido siempre equivalente de fecundación: la concepción es la unión del espermatozoide y el óvulo, es el comienzo del nuevo ser, marca el inicio del embarazo. Eso es lo que en mayoría masiva dicen los diccionarios generales de las diferentes lenguas y lo que repiten en mayoría masiva los diccionarios médicos.

Pero en el nuevo orden de cosas, las cosas son distintas. En el nuevo lenguaje, concepción ya no es ni fecundación ni comienzo del nuevo ser, sino, como antes, el inicio del embarazo, pero marcado por la culminación de la implantación del blastocisto en el endometrio. El cambio no es un mero ejercicio de precisión académica: supone una revolución ideológica.

Pero el significado genuino de las palabras… aguanta impertérrito. Los libros de embriología y los diccionarios se han resistido al cambio. Es un ejercicio, a la vez absorbente y divertido, examinar lo que unos y otros dicen de concepción y fecundación, de embrión y pre-embrión, de cigoto y mórula, de blastocisto y gástrula, de embarazo y aborto, de contraceptivo y abortifaciente. 

La incorporación de la nueva ideología ha sido parcial y errática: se adaptan unos conceptos, pero se dejan sin enmendar otros. Todo parece artificial y fabricado

Baste un botón de muestra: el autoritativo Dorland’s (Dorland's Medical Dictionary), en la entrada "concepción", sigue la redefinición moderna: "concepción, el comienzo del embarazo, marcado por la implantación del blastocisto en el endometrio". Pero, curiosamente los revisores se olvidaron de modificar la entrada "embarazo", que sigue anclada en la vieja tradición: "embarazo, la condición de tener en el cuerpo un embrión o feto en desarrollo, después de la unión de un oocito y un espermatozoide". Unas veces, el comienzo del embarazo es la implantación, otras veces la fecundación. Fascinante…” Gonzalo Herranz, Artículos en Diario Médico, 3-IV, 30-IV y 14-V-2001.