jueves, 27 de octubre de 2022

La eutanasia no es un acto médico

El acto médico es el que realiza el facultativo al paciente que se le confía con la finalidad de establecer un diagnóstico y procurar el tratamiento adecuado, previa realización de la perceptiva anamnesis y exploración.

Evidentemente, para que un acto médico pueda ser considerado como tal necesita que se lleve a cabo con unas ciertas condiciones básicas. Es decir, un esmerado respeto al paciente, y que dicho acto esté claramente orientado a procurar restablecer la salud, y cuando ésta no sea posible se proponga establecer los cuidados adecuados que precise el paciente.

Por lo tanto, no existe realmente un acto médico cuando es incorrecto o deficiente el estudio que se realiza sobre el paciente, y si las indicaciones médicas no están esencialmente orientadas a respetar la vida. 

El acto eutanásico no alcanza a cumplir las condiciones del acto médico. Muy al contrario, el médico que practica la eutanasia cae en un empobrecimiento de los valores científicos que proporciona la medicina, reduciéndolos a un simple gesto técnico fácil y rutinario, y cuyo fin esencial es eliminar una vida.

Además, el que se presta a ejercer la eutanasia anula, de raíz, la garantía a la que todo paciente tiene derecho: no ser nunca contemplado, ni siquiera por falsa compasión, según criterios de utilidad, bien sea a nivel personal, familiar o social. La “filosofía de la utilidad”, junto con la pesudo compasión, hace relativamente menos de ocho décadas fue causa de millones de muertes en Europa (sólo en el campo de concentración de Auschwitz fueron exterminadas 1,1 millones de personas).

Los actos eutanásicos dejan siempre secuelas. Está comprobado que esos actos provocan en el medio hospitalario un ambiente enrarecido y éticamente muy nocivo, al hacer sospechar que para la medicina curar o matar son dos aspectos legítimos de la misma actividad profesional médica. Nada más falso.

Por si fuera poco, es bien conocido que los actos eutanásicos son fuente directa de cuatro vías de inexorable corrupción: la criptanasia (realización encubierta, clandestina, de la eutanasia, por terceras personas); la eutanasia fomentada por factores socioeconómicos (es el caso de los dementes y ancianos en poblaciones con desequilibrio demográfico); la eutanasia por delegación (la ordenada por el familiar más próximo); y la eutanasia discriminatoria (para minorías rechazadas por la sociedad mayoritaria).

Es evidente, por lo tanto, que los actos eutanásicos carecen de la dignidad de los actos propiamente médicos, por mucho que se les quieran vestir de compasión, pues en el fondo encubren una amarga realidad: la fría voluntad de poner fin a una vida esgrimiendo criterios de utilidad y falsa compasión, que se ponen en evidencia al comprobar que esos inductores de eutanasia rechazan e imposibilitan, de hecho, que el enfermo tenga cauce alternativo a través de la eficaz y profesional actuación de los Cuidados Paliativos.

No sin razón la eutanasia lleva proscrita de la Medicina desde hace dos mil quinientos años, con prohibición deontológica expresa y ratificada en muy numerosas ocasiones, desde hace muchas décadas, por la Asociación Médica Mundial (AMM), la última recientemente, hace escasas semanas.

Juan Llor Baños

Medicina Interna


viernes, 21 de octubre de 2022

Atrocidad trans: ¿Qué clase de médico amputa los senos a una niña de 12 años?


Actuar al margen de la Ética Médica y de la Deontología Médica Internacional, avalada recientemente y de forma reiterada por la Asociación Médica Mundial (AMM), no sólo lleva al aborto (fomentado por la OMS) y la eutanasia, sino a todo tipo de execrables aberraciones que profanan la profesión médica. Basta atender la aterradora estadística que se acaba de publicar en JAMA Pediatrics.

(Ref. Michael Cook, 19 de octubre de 2022, en Mercatornet) (Resumen)

-Cuanto más profundizas en los oscuros laberintos de la medicina transgénero adolescente, más te convences de que los médicos que operan a las jóvenes son delincuentes, están locos o ambas cosas.

-¿Cómo puede una persona decente leer las estadísticas desnudas de un artículo reciente en una de las principales revistas de pediatría del mundo sin sentir rabia?

-A mediados de octubre 2022, apareció en JAMA Pediatrics un breve informe de cuatro médicos de la Universidad de Vanderbilt, "Reconstrucción torácica que afirma el género entre adolescentes transgénero y de género diverso en USA. De 2016 a 2019". Es "la investigación más grande hasta la fecha de reconstrucción torácica de afirmación de género en una población pediátrica" hasta la fecha.

-Los investigadores encontraron que la incidencia de la cirugía de "reconstrucción torácica de afirmación de género" para niños menores de 18 años, mejor conocida como mastectomía doble o "trabajos superiores", aumentó en un 389 por ciento entre 2016 y 2019.

-Se estima que se realizaron 1.130 “trabajos de alto nivel” durante esos cuatro años en niñas de hasta 12 años ¿Qué tipo de médico amputa los senos sanos de una niña de 12 años?

-La amputación sin terapia hormonal no tiene sentido ni siquiera en el universo de medicina transgénero de Alicia en el país de las maravillas. Es pura mutilación. Es peor que prescribir una liposucción a un niño de 12 años que padece anorexia nerviosa. O la amputación de extremidades o la amputación de la médula espinal para las personas que padecen el Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal . ¿Dónde están los estudios que muestran que los “mejores trabajos” por sí solos resolverán la disforia de género de las niñas?

-Además, más de un tercio de las niñas habían sido diagnosticadas con ansiedad o depresión ¿Qué tipo de cirujano amputa los senos de una adolescente con una enfermedad mental?

-Los datos de este estudio ya tienen casi tres años. ¿Cuántas niñas más serán mutiladas de por vida por cirujanos sociópatas antes de que los estadounidenses se den cuenta de esta grotesca violación de los derechos humanos?


domingo, 16 de octubre de 2022

Actualidad del Juramento Hipocrático

Considerando este 18 de octubre la celebración del patrono de los médicos, San Lucas, es seguro que el propio San Lucas como médico conoció, ratificó e hizo suyo el Juramento hipocrático que había sido promulgado 500 años antes.   

Gracias al Juramento hipocrático todo paciente, cuando requiere el servicio médico, está protegido desde hace dos mil quinientos años. El Juramento hipocrático lejos de haber caducado tiene todo su vigor actual refrendando en numerosas ocasiones por la Asociación Médica Mundial (AMM). La última actualización es de hace escasas semanas en Berlín. Además, dicho Código Ético Médico Internacional tiene como característica básica el ser guía de toda actuación médica sin límites de raza y ni de religión. 

Desgraciadamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) está actualmente al margen, y es ajena, a la actuación médica que guía el Código de Ética Médica Internacional. La actuación de la OMS se puede calificar de impropia, al subscribir y fomentar oficialmente, desde hace tiempo, aspectos incompatibles con dicho Código Médico Internacional, como son los atentados contra la vida humana del aborto y la actual promoción de la duda sobre la objeción de conciencia del médico.  

El médico en su ejercicio profesional tiene que garantizar al paciente que será tratado éticamente. Concretamente, el médico, según el Código Médico Internacional, se obliga frente al paciente en: 

-Pedir la ayuda necesaria a otros colegas para resolver las dudas de actuación.

-Procurará un conocimiento actualizado y permanente de la ciencia médica. 

-Que le alertará, basados en conocimientos científicos, lo que pueda comprometer su salud.

-Que la atención médica se prestará orientada a favorecer la vida y sus cuidados. 

-Que asumirá, como médico, ser un referente y ejemplo de coherencia especialmente en el cuidado de la salud.

-Que no practicará el ejercicio de la medicina sin conocimiento especializado.

-Que su actuación frente al paciente será siempre respetuosa y esmerada.

-Que guardará celosamente el secreto profesional en su relación con el paciente, que sólo puede levantarse en casos excepcionales, y de forma restrictiva, para salvaguardar otras obligaciones éticas primordiales.

Toda esa garantía ética tiene la relación del médico con paciente desde hace dos mil quinientos años, refrendada internacionalmente hasta el momento actual. Conviene tenerla muy en cuenta hoy en día.

Juan Llor Baños

Medicina Interna

octubre 2022


viernes, 7 de octubre de 2022

El respeto ético a la debilidad (IV)

El empuje que en Medicina viene teniendo los Cuidados Paliativos hace que hayan ganado un lugar propio e imprescindible tanto en los estudios de la carrera de Medicina, como en la de especialidades. Sin la ciencia de los Cuidados Paliativos no está concluida, hoy en día, la licenciatura en Medicina, e igualmente, su ausencia supone un serio déficit en la calidad de los estudios de especialidades.

El Prof Gonzalo Herranz, lo explica con claridad:  

“…La conducta de los profesionales de la salud ante el enfermo terminal viene definida por el deber de atenderle con solicitud, de no discriminarle. No podrán provocarle la muerte, pero deberán abstenerse de tratarle agresivamente con terapias inútiles. Nunca menospreciarán la vida de sus enfermos, pero aprenderán a respetar la vida aceptando lo ineluctable del morir y de la muerte.

Hay, por tanto, deberes profesionales positivos: aliviar el sufrimiento físico y moral, mantener en lo posible la calidad de la vida que declina, ser guardianes de la dignidad de todo ser humano y del respeto que se le debe, procurar que la atención paliativa no quede marginada de los avances científicos que provienen de la experimentación biomédica.

Y hay también deberes profesionales negativos: quedan taxativamente prohibidas la eutanasia y los gestos terapéuticos encarnizados, carentes de razonabilidad y buen juicio, que buscan una curación ya imposible. Estas son las ideas básicas de la deontología paliativa, sobre las que médicos y enfermeras deberíamos reflexionar con frecuencia.

De esa reflexión podemos extraer una larga lista de puntos de examen

El que yo colocaría en primer lugar es el deber de mejorar, mediante proyectos de investigación bien diseñados e interdisciplinares la calidad de los cuidados paliativos. Son precisamente la compasión por los pacientes y la apertura a la totalidad del hombre (el individuo entero, la familia, la comunidad) lo que crea un dilatado panorama a la investigación y, en consecuencia, al servicio profesional. Por referirse los cuidados paliativos, directa o indirectamente, a sujetos vulnerables, ha de concederse el relieve necesario al análisis ético de los proyectos de esta área tan importante de la investigación biomédica.

Pero también hay que responsabilizarse de evaluar constantemente la calidad de los cuidados que se administran; de estratificar la atención a los enfermos incurables en medidas paliativas y terminales; de extender el beneficio de la atención paliativa a todos los posibles candidatos a recibirla, esto es, a los muchos incurables que sufren enfermedades largas y dolorosas; de optimizar la relación costes/beneficio de los cuidados paliativos de desarrollar métodos formales e informales de enseñar la ciencia y el arte general de los cuidados paliativos, ya en el curso de los estudios de la licenciatura; de implantar la Medicina y la Enfermería paliativas como especialidades genuinas y reconocidas.

Hoy pocos ponen en duda la utilidad y la eficiencia de la Atención paliativa. Pero no faltan quienes ofrecen la eutanasia como la solución más eficiente, rápida, económica y racional, y acusan cínicamente a la atención paliativa de su bajo rendimiento terapéutico, cuando las cosas se miden con el metro biológico de las tasas de curación o de los años de supervivencia. No merece la pena refutar ese sinsentido.” Gonzalo Herranz, Conferencia en el VI Máster de Cuidados Paliativos. Aula “Ortiz Vázquez”, Hospital La Paz de Madrid, 8 de mayo de 1999. 


martes, 4 de octubre de 2022

El respeto ético a la debilidad (III)

No hace falta añadir a las afirmaciones del Prof Gonzalo Herranz más comentarios de cara a considerar la importancia que supone la específica debilidad del enfermo: es la que da origen a la Medicina. Sin ella no habría, propiamente, Medicina.    

“Muchas veces me he preguntado: ¿cómo empezó la medicina? Los historiadores y entendidos me hablan de antropología, arqueología, chamanes y magos. Pero a mí me parece que la respuesta, más que histórica, ha de ser una respuesta sociológica, existencial. La amenaza a la humanidad del enfermo, que es la enfermedad, despierta en el sano la responsabilidad particular de asistirle con todos los medios disponibles, para restituirle a su plenitud humana, o, al menos, para aliviar en la medida de lo alcanzable las consecuencias de aquella amenaza. El titular de esa responsabilidad y de ese servicio, el que actúa en representación y por encargo de los hombres, es el médico y, con él, todo el personal de salud. Eso constituye la particular dignidad de las profesiones sanitarias. Su objeto no es sólo tratar enfermedades y síntomas, a los que se alivia mediante intervenciones técnicas, de base científica. Es también, y por encima, una respuesta personal a la crisis personal por la que pasa el hombre enfermo. En esto se fundamenta toda la ética profesional médica.

¿Qué dice la ética profesional de la atención paliativa? He revisado recientemente que dicen sobre el tema los códigos de ética y deontología de 40 países de los continentes europeo y americano. La conclusión fue esta: bajo una abigarrada variedad de modos de decir, se encuentra una profunda unidad, una tradición común: al lado de la condena de la eutanasia y del suicidio asistido por el médico, hay una recomendación encarecida para que se usen los cuidados paliativos.

El enfermo terminal es, para la deontología del médico y la enfermera, por debilitado que esté, un paciente más, que no queda excluido de las obligaciones generales que, sin discriminación, prestan los profesionales de la salud a sus enfermos.

La Asociación Médica Mundial en su Declaración de Venecia sobre la enfermedad terminal habla así de la atención paliativa: “que es deber del médico curar y aliviar en la medida de lo posible el sufrimiento, teniendo siempre a la vista los intereses de sus pacientes”; “que no admitirá ninguna excepción a este principio, ni siquiera en caso de enfermedad incurable o de malformación”; “que este principio no impide que se apliquen las reglas siguientes: el médico puede aliviar al paciente los sufrimientos de la enfermedad terminal si, con el consentimiento del paciente o, en el caso de no poder expresar su propia voluntad, con el de su familia, suspende el tratamiento curativo, ya inútil”. “Tal suspensión del tratamiento no libera al médico de su deber de asistir al moribundo y de darle los medicamentos necesarios para mitigar la fase terminal de su enfermedad”. Y, finalmente, “El médico se abstendrá de emplear cualquier medio extraordinario que no reportara beneficio alguno al paciente”. Gonzalo Herranz, Conferencia en el VI Máster de Cuidados Paliativos. Aula “Ortiz Vázquez”, Hospital La Paz de Madrid, 8 de mayo de 1999.