viernes, 17 de noviembre de 2023

Ambigüedad del progreso científico: responsabilidad de participar (IV)

La inhibición personal frente a las decisiones que la ciencia aporta a la sociedad es una grave irresponsabilidad que se paga tarde o temprano.

El Prof Herranz es muy claro:  

“A la hora de tomar decisiones morales, de hacer juicios éticos, todos somos iguales, todos somos igualmente expertos, sobre cada uno de nosotros carga la decisiva responsabilidad de entender y juzgar.

La tenemos, en primer lugar, a un nivel sociológico y político. En un estado democrático, podemos intervenir -en la modestísima, pero inapreciable, medida marcada por el principio de "un hombre, un voto"- en las decisiones que marcan el rumbo de la ciencia y las aplicaciones de la tecnología. En las democracias contemporáneas, las cuestiones bioéticas (costo de salud, legislación sobre tecnología científica, sobre familia y reproducción humana, aborto y eutanasia, regulación del ejercicio de la Medicina), están convirtiéndose en uno de los capítulos de mayor significación de los programas electorales. No vale aquí decir a otro: hazte cargo de mi salud y decide por mí. Todos estamos implicados, a través de nuestra intransferible corporalidad, en la toma de decisiones.

…La subdivisión de la sociedad entre una clase dirigente, la inteligente, y todos los demás, es inaceptable. Esa situación es comparable a la subdivisión de la sociedad en pobres y ricos, en señores y servidores. Hay, ¡qué duda cabe!, todavía razones físicas, circunstancias culturales que favorecen la existencia y perpetuación de la desigualdad social. Pero, por naturaleza, todos estamos instalados en un plano de absoluta igualdad intelectual.

Hemos de persuadirnos de que en el tiempo en que nos ha tocado vivir, tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad. Como sujetos morales, ninguno de nosotros vale menos que un diputado, que un ministro o que el mismo Rey. 

Pero los diputados que nosotros elegimos nos dictan leyes sin que hayan sido objeto de la discusión moral que las haga genuinamente representativas. ¿Tiene el pueblo español una idea definida acerca de lo qué es un 'preembrión' y de que sea legítimo desposeer al embrión humano de menos de 14 días de condición humana?

Por ahí fuera, se dice que la gente tiene que ser si no erudita, al menos, entendida… en los estudios e investigaciones que hacen los científicos en sus laboratorios. Sólo con conocimiento es posible juzgar en conciencia. 

De la abstención no saldrá nada bueno. Hay gente que piensa que no está a su alcance lograr un conocimiento adecuado de las complejísimas ciencias biológicas; o que las ciencias biológicas son algo muy sólido y objetivo, en el que no cabe discutir como se discute de religión o de política, terrenos en los que se dice que cada uno puede opinar como le venga en gana. Esta idea de la inmutabilidad, de la solidez, de la objetividad casi absoluta de las ciencias naturales es un error muy extendido, pues crea una difusa tendencia social a la abstención que conduce a la gente a abdicar en los expertos. Y este error no sólo está muy extendido entre la gente corriente. Es un error igualmente extendido entre los profesores.” Gonzalo Herranz, en “Sobre la ambigüedad del progreso científico: la responsabilidad de participar en el debate bioético”, 8 de junio de 1995, Ayuntamiento Puerto de Santa María. 


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