Cuestión: …Para gran parte de la población la muerte es sinónimo de corazón parado. En muchos diagnósticos de muerte encefálica el corazón continúa latiendo. Además, esta urgencia de órganos para trasplante podría derivar en abusos por parte del cuerpo médico.
Respuesta del Prof. Herranz: “Para que ese clima del que hablaba arriba se vaya implantando, es condición absoluta que los médicos cumplan los requisitos éticos de la obtención de órganos humanos para trasplante, que observen rigurosamente los criterios científicos del diagnóstico y de la certificación de la muerte del presunto donante.
Los criterios clínicos para el diagnóstico de la muerte -ya sean los que se basan en la ausencia comprobada de la función cardiorespiratoria o los que establecen la llamada muerte encefálica- están ya muy claramente definidos… Lo esencial es, sin embargo, que sean aplicados y se comprueben con todo rigor en todos y cada uno de los casos. No es sólo una cuestión de evitar la alarma social. Es un asunto de integridad profesional, de respeto a la vida por precaria que sea, de cumplimiento deontológico del mandato absoluto de no matar el médico a su paciente. No se trata del propósito utilitarista de fomentar la donación, de evitar la alarma social que podría producirse a consecuencia de denuncias o sospechas de casos en los que se hubiera acortado la vida de un paciente con el propósito de obtener órganos. Hay ahí un deber básico, fuerte, primario de ética profesional de la Medicina.” En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, p 198.

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