viernes, 5 de febrero de 2021

LOS LÍMITES DEL ALCOHOL (y II)

   Las políticas de prohibición, en este problema del alcoholismo, tanto a nivel individual y como social, consiguen algunos resultados positivos, y pueden desempeñar su papel. Pero no es, en mi opinión, ni con mucho menos, el camino más eficaz. Considero que es más realista, a la hora de ganar terreno en esta batalla, mantener un estado de constante y actualizada formación en diferentes los niveles, sobre todo a nivel de educación básica, media y superior, social, y, por supuesto, sanitario. En ese sentido, a mi juicio, tampoco la Medicina cuando trate al enfermo alcohólico tiene que actuar desde la reprensión y el miedo, sino esencialmente a través de la constatación de un diagnóstico, lo más ajustado posible, para dar cauce a un tratamiento acorde e individualizado.

   En mi experiencia, me parece importante subrayar, en esta patología, un elemento que cobra clara notoriedad para una adecuada marcha en el tratamiento de la enfermedad alcohólica. Se trata de la estrecha colaboración que debe haber entre el médico y la familia, o allegados próximos, del paciente. Me parece que es un requisito básico que la familia tenga conciencia de que el alcohólico es radicalmente un enfermo en el sentido más explícito y real del término. No es un individuo con un hábito vicioso arraigado, aunque lo haya sido en su pasado más o menos lejano. El entorno familiar debe comprender que estamos frente a una auténtica enfermedad de gran calado, tanto a nivel orgánico como psíquico.

   Lo importante en esta área de la Medicina, como en muchas otras, no es intentar solucionar tanto los efectos del descontrol, como preverlo y actuar en las causas. Así, si se busca el alcohol como aliado para el divertimento o la solución de problemas personales, lo más probable es que los síntomas de su abuso no tarden en hacerse presente en forma de confusión y descoordinación de funciones orgánicas y psíquicas, que generarán, paradójicamente, un estado progresivo de tedio y depresión, desplome del refugio que se añoraba, y se agravará la vivencia de indefensión y de soledad.

   La enfermedad alcohólica es un auténtico reto de grandes proporciones a nivel individual y social. Baste saber que el 5% de la población en España supera los límites de bebida y se sitúa dentro de la potencial enfermedad. La patología alcohólica arrastra unos 60 tipos de enfermedades, es la causa de aproximadamente la mitad de los accidentes, y es incuestionable que las bebidas alcohólicas en los jóvenes (“botellones”, etc.) está incidiendo y condicionando de forma grave en su salud.

   Estos datos reales deben servir para alertar y sensibilizar, junto a poner en práctica, sin dilación, los pertinentes servicios que lleven a cabo la labor de prevención y formación a distintos niveles educacional, sanitario y social.


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