jueves, 10 de noviembre de 2022

El respeto ético a la debilidad (VI)

¿Quién reconocería la labor del médico y de la enfermera si sólo fueran meros expertos en la gestión de los niveles calidad de vida de los enfermos? ¿si sus conocimientos profesionales sirvieran sólo para seleccionar o descartar, según una escala de puntuación, quién es “digno” de merecer atención médica plena?

El Prof Herranz contesta:     

“Ser débil era en la tradición deontológica cristiana título suficiente para hacerse acreedor de respeto y protección. Hoy, para gentes de mentalidad libertaria e individualista, la debilidad es estigma que marca para la marginación. La Medicina corre así el riesgo de convertirse en un instrumento de ingeniería social, en seguimiento de la nueva mentalidad del bienestar y de la alta calidad de vida.

Pero esa es una idea totalmente extraña a la ética de la atención de salud. Como médicos y enfermeras, necesitamos comprender que nuestro primer deber ético, el respeto por el hombre, toma de ordinario una forma peculiar y específica: el nuestro es un respeto a la vida debilitada. En la Medicina paliativa, el respeto a la vida está condicionado de forma casi constante por la presencia de la vulnerabilidad esencial, por la fragilidad extrema del hombre, por el reconocimiento de lo inevitable y próximo de la muerte.

No tenemos que vérnoslas con sanos y fuertes, sino con enfermos y débiles, con seres humanos que viven la crisis de estar perdiendo su vigor físico, sus facultades mentales, su vida. El respeto ético de médicos y enfermeras que administran cuidados paliativos es respeto a la vida doliente, declinante; su trabajo consiste en cuidar de gentes en el grado extremo de debilidad.

“Res sacra miser” (el débil es cosa sagrada). Es esta una expresión que describe de modo magnífico la especial situación de la humanidad del enfermo en el campo de tensiones de la enfermedad terminal. Traduce de maravilla la coexistencia de lo sagrado y dignísimo de toda vida humana, con la miseria, a veces extrema, causada por la enfermedad. Cuando al enfermo se le considera a esta luz, como algo a la vez digno y miserable, podemos reconocer su condición a la vez inviolable y necesitada. Este es, en mi opinión, el fundamento ético de los cuidados paliativos.” Gonzalo Herranz, Conferencia en el VI Máster de Cuidados Paliativos. Aula “Ortiz Vázquez”, Hospital La Paz de Madrid, 8 de mayo de 1999. 

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