viernes, 15 de octubre de 2021

El hombre nunca ha sido preembrión (XI): Una nota final

Como último apunte de esta sección “El hombre nunca ha sido preembrión” (I-XI), vaya un aplauso agradecido, y más que merecido, al Prof Gonzalo Herranz, por su clarividencia científica puesta a servicio de la ciencia, en este original trabajo suyo `El Embrión Ficticio´ que, aunque hasta ahora todavía no ha recibido el suficiente reconocimiento internacional que merece, sí es lógico que mostremos justo agradecimiento, porque también refleja de forma excelente una limpia fidelidad y autenticidad científica, que tanto contrasta con la que frecuentemente, y desgraciadamente, nos vemos envueltos, y en donde no es rara la respuesta del silencio, siempre expresión de muy baja calidad, a propuestas de calado científico acreditado que se abren paso. Un ejemplo de ello se expresa a continuación.

Demos paso al Prof Herranz: “Omito cualquier referencia a los asuntos tratados en el epílogo del libro ‘El Embrión Ficticio’. Voy a referirme muy brevemente a una cuestión que algunos me han planteado: el posible impacto que pueda tener el libro, y, sobre todo, la teoría que propongo sobre el mecanismo de la gemelación monozigótica. Para responderla me harían falta dotes proféticas, que no tengo.

Puedo, sin embargo, manifestar mis deseos: me gustaría que el libro fuese leído críticamente, y, en especial, que los lectores críticos manifestaran, públicamente o en privado, su parecer. Creo en el debate constructivo, que de mi parte será siempre amistoso. Lo más temible en una circunstancia así es tener el silencio por respuesta. Pienso que la polémica buena, racional, educada y fuerte, es una delicia. La polémica destemplada hace sufrir, pero más sufrimiento causa el silencio.

Esa es de momento mi experiencia. A principios de junio de 2013 se publicó en versión virtual un artículo mío en la revista Zygote (Herranz G. The timing of twinning. A criticism of the common model). Ese artículo contiene lo biológico básico del capítulo IV del libro, y solo de pasada alude a sus implicaciones éticas. He difundido ese artículo bastante ampliamente. Lo envié por correo electrónico a más de tres centenares de embriólogos, genetistas, obstetras y bioéticos que, en años recientes, han publicado sobre la biología de la gemelación monozigótica o sus implicaciones bioéticas. Han pasado ya meses suficientes para hacer una evaluación provisional de las respuestas. Las más frecuentes han sido, como era de esperar, el silencio o un formalista acuse de recibo. Son bastante numerosas las que, a un cortés agradecimiento, añaden la promesa de leer el artículo y comentarlo: no parece que muchos la hayan cumplido. No faltan, felizmente, los casos de investigadores, algunos de muy elevado nivel, que me ofrecieron sus críticas y con los que podido mantener un animado intercambio de pareceres. Finalmente, dos importantes embriólogos han publicado en revistas internacionales unos comentarios muy duros a mi trabajo…

Estudié atentamente esos comentarios y redacté mis respuestas, creo que razonables y correctas, y las envié a los editores de las correspondientes revistas. Tengo la impresión de que, de momento, están siendo sometidas a un fastidioso proceso de dilaciones que preanuncian el rechazo de mis respuestas. Habrá que esperar a ver en que acaba todo eso. En bioética, como en palacio, las cosas van despacio.” Gonzalo Herranz. El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro. Cuadernos de Bioética 2014; 25: 312.


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