Aunque es cierto que la decisión para descontrolarse con el alcohol, por muy irresistible que sea la atracción, siempre es individual, también es cierto que todo ello ocurre en un escenario social propicio, que en el fondo da por buena, de forma implícita, aunque también en ocasiones explícitamente: botellones, de salas de diversión, etc., en donde se da rienda suelta a que se desplieguen esas “evasiones”.
Es muy repetida la información, que va en aumento año tras año, sobre la mortalidad por alcoholismo que a nivel mundial supera los 3 millones, unos 6 fallecidos por minuto. Esa cifra, prácticamente, solo tiene valor estadístico, ya que, hasta el momento, carece de poder para incentivar una reacción eficaz en formación y asistencia a distintos niveles.
Además, el alcoholismo, en cuanto enfermedad, tiene intrínsecamente reducida su capacidad de resolución por un doble componente: el primero, situado en el propio paciente, pues en la mayoría de los casos no admite ser reconocido como tal enfermo y, en segundo lugar, en el propio facultativo, que al enfrentarse a un enfermo así es difícil que encuentre otra salida distinta a la de inhibirse en asistencia o en dar una propuesta de tratamiento a sabiendas que nada o poco puede solucionar.
Sin embargo, pocas patologías son tan deletéreas como las que provoca el alcoholismo. Se sabe que, por ejemplo, reduce las expectativas de vida en unos 20 años, y favorece la aparición de 60 enfermedades, a lo que se añade el riesgo de promover un severo deterioro de la salud en las personas que familiarmente o por amistad conviven o se relacionan con el enfermo alcohólico.
En esta enfermedad, tampoco es eficaz para alertar de su gravedad, el recurrir repetidamente al estudio estadístico, que ciertamente es un instrumento de primera calidad para cobrar conciencia de la magnitud de la tragedia, pero puede inducir al peligro de pensar que sólo los números, con sus llamadas a la atención y a la consideración, pueden iniciar o facilitar la solución del problema. Esos números sólo serán eficaces si son simultáneos a un revulsivo programa de acción en formación y en atención médica reglada.
Juan Llor Baños
Medicina Interna
Mayo 2022
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