El estudio génico del embrión humano visto con intenciones exclusivamente utilitaristas puede valorar la posible enfermedad en el embrión humano con los criterios y las metas propias de la ciencia veterinaria.
El Prof Gonzalo Herranz:
Pregunta: No es infrecuente escuchar que los elementos más valorados en la sociedad occidental son la eficacia y la estética de la apariencia (el look). Dentro de esta mentalidad del "carpe diem", el nonnato que presenta alguna anomalía resulta un clandestino a bordo, un intruso que molesta y del que hay que desprenderse. Actualmente se está empleando el diagnóstico preimplantatorio para eliminar no sólo los embriones con malformaciones, sino aquellos portadores del gen BCRA-1, gen que puede predisponer a padecer cáncer de mama o de ovario en la edad adulta.
Respuesta: “El diagnóstico génico, basado en la conexión entre una determinada enfermedad y la detección de secuencias anómalas de un gen, ha experimentado enormes progresos, ha multiplicado su eficacia, se ha refinado extraordinariamente. Hoy tiene poder para detectar gran número de enfermedades y gran número de variantes de esas enfermedades. Se espera que podrá llegar a "tipar" la totalidad de las enfermedades debidas a genes alterados y que, con la ayuda de la nanotecnología -mediante chips- se podrán revisar los fragmentos significativos del genoma humano. Algunos piensan que se determinará el genoma de cada individuo, que se hará una revisión técnica de cada embrión (ya sea dentro del útero o in vitro), que no nacerá nadie sin un certificado de garantía genómica.
Esos, prefiero pensarlo, son monstruos de la imaginación que llevarían a una situación de intolerancia a la anomalía genética. Sería un gran peligro para todos. Por fortuna, absurdo. Todos tenemos en dosis, felizmente, heterozigótica algunos genes letales. Si hubieran sido diagnosticados, hubieran significado nuestra sentencia de muerte. Decía Leon Kass (prestigioso bioético USA) en una Conferencia que si, cuando fue engendrado, le hubieran estudiado con la tecnología diagnóstica de hoy, le habrían eliminado, porque su genoma era asiento de muchas predisposiciones patológicas y de algunas enfermedades. Y, probablemente, ninguno de los que le escuchaban hubiera superado la prueba de un análisis genético exigente y riguroso: todos tenemos defectos, ninguno sería aceptable”. (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 99-100)
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