viernes, 22 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (VI)

Considerar que el embrión humano empieza su existencia a los 14 días y que hasta ese momento sólo es “preembrión” está fuera de cualquier rigor científico y sólo cabe que pueda ser asumido por quien se deje llevar de groseros intereses ideológicos utilitaristas que merecen ser clasificados, por sus consecuencias, como atrozmente despiadados, al justificar la investigación y legal destrucción de esos seres humanos durante sus primeras semanas.

El Prof Gonzalo Herranz clarifica certeramente esta cuestión:

“Las legislaciones… y la trampa del “preembrión”. …No puedo trazar aquí la historia de este término, acuñado por la Dra. Penelope Leach, pero debo aludir al trasfondo ideológico del neologismo. En un artículo editorial de Lancet se nos dice que el término “embrión”, en el contexto de la investigación sobre fecundación in vitro es engañoso y que en su lugar conviene utilizar el término menos cargado emotivamente de “preembrión” para el producto de la concepción en sus primeros 14 días, pues sólo parte de ese producto está destinado a convertirse en embrión. El término “preembrión”, aclara Lancet, ha hecho más que todo lo demás para bajar la temperatura de las discusiones en torno a la investigación sobre embriones.

En efecto, hablar de “preembriones” es un truco semántico para expropiar al embrión no sólo de su condición humana, sino de su entidad biológica. Gracias a este artificio verbal el embrión humano es cosificado y anulado ontológicamente y la oposición a la investigación destructiva queda aniquilada. 

…El término “preembrión” sirve para desterrar de la familia humana al embrión inicial, arrebatándole todos los privilegios y derechos humanos, entre ellos y específicamente las normas éticas protectoras que se aplican en la investigación y experimentación a los demás seres humanos. Es más, por ser ellos esencialmente vulnerables e incapaces de prestar su consentimiento informado, deberían, en todo caso, ser objeto de una protección legal y ética particularmente cualificada, del género que se aplica a otros seres humanos particularmente vulnerables.

Los médicos nos damos cuenta de que el término “preembrión” no nace de necesidades científico-médicas, sino de intereses ideológicos…” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 


jueves, 14 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (V)

En todo trabajo científico no se acepta ni siquiera como probable lo que no responde a la crítica de los métodos empleados. De forma incomprensible, sin embargo, cuando el trabajo científico versa sobre el embrión humano se aceptan a nivel internacional gran número de trabajos que concluyen falacias por carecer del exigible rigor metodológico y estadístico.(Acceso a todo el blog en www.medicinayvidas.com)

El Prof Herranz explicita la denuncia ética a esa pseudociencia embrionaria.    

“Desde un punto de vista deontológico, nadie ha mostrado una mayor fidelidad a las directrices de la carta magna de la experimentación humana que es la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial. La Instrucción vaticana Donum vitae hace suya la idea de que jamás los intereses de la ciencia o de la sociedad podrán prevalecer sobre los del individuo; señala que la investigación no puede convertirse en una manipulación destructiva de seres humanos; aboga en favor de que jamás un ser humano puede ser incluido en un ensayo experimental sin que haya dado su consentimiento y ordena que los experimentadores deben suspender sus investigaciones si éstas resultan en algún daño o molestia para los sujetos de experimentación.

…Como vemos, el embrión humano es hoy, al igual que el hombre mismo, un signo de contradicción, y la batalla por el respeto al hombre está todavía por decidir.

…Pero no sólo es el costo de vidas humanas embrionarias lo que produce malestar profundo cuando se revisan los artículos de la nueva Embriología. Se percibe también una sensación de trabajo apresurado, precedido de poca reflexión, que busca innovaciones técnicas para asegurarse alguna supremacía sobre grupos competidores en la mejora de los resultados clínicos.

No es de extrañar, pues, la débil contextura de muchos trabajos. La calidad científica es en esta parcela de la ciencia médica notablemente inferior a la que se exige en otros campos…

No cabe disimularlo: la bibliografía sobre las técnicas de reproducción asistida presenta una fuerte contaminación de artículos de dudosa calidad científica. Hay sin duda trabajos publicados que son correctos y aún elegantes desde el punto de vista de la metodología científica. Pero son muchos más los que parecen hechos apresuradamente y que no resisten una crítica seria de sus procedimientos metodológicos y estadísticos. Se empiezan a elevar voces de dentro de la propia comunidad científica que reclaman calidad y una selección más severa de los trabajos aceptados para publicación.

Pero, por desgracia, todos ellos muestran la misma insensibilidad de autores hacia las reclamaciones morales del embrión humano: parece como si el embrión joven fuera considerado por todos como un animal de experimentación.

Y esto ocurre delante de una sociedad no sólo tolerante, sino admirada. No parece que las legislaciones que se preparan vayan a poner freno a la investigación abusiva.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 


miércoles, 6 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (IV)

La vitalidad de la ética médica deriva del respeto que proporciona al embrión humano, junto con el rechazo a involucrar a la persona humana, en ningún momento de su existencia, como mero objeto de utilidad. 

El Prof Herranz, siguiendo los anteriores apartados, lo expresa de forma diáfana:  

“En contraste con la doctrina warnockiana de dominio utilitarista sobre el embrión joven, que viene a ser como un pacto entre los poderosos para explotar a los más débiles, la Instrucción vaticana `Donum vitae´ impone el respeto como actitud ética ante la vida humana naciente. 

Tengo una gran simpatía personal por la Instrucción `Donum vitae´, pues simpatizo profundamente con la idea del respeto ético. Y me gusta porque sus formulaciones son sencillas. En la visión cristiana, todos los seres humanos han de ser amados por igual, todos respetados como personas humanas, desde el primer instante de su existencia. A todos debemos los mismos cuidados, la misma protección desde el momento de su concepción. Suceda ésta donde suceda -en lugares tan dispares moralmente como dentro o fuera del matrimonio, en la injusticia agresora vulnerante de la violación o en las asépticas condiciones del tubo de ensayo- la concepción inaugura siempre una vida humana, que no es del padre ni de la madre, sino la de un ser humano que se desarrolla por sí mismo y que jamás llegaría a ser humano si no lo fuera ya entonces. 

Todos los seres humanos reclaman de nosotros la misma atención y respeto. Si están enfermos, hemos de atenderles conforme a los mejores y más benéficos avances de la ciencia biomédica, esto es, diagnosticarles y aplicarles las terapéuticas apropiadas, siempre en el respeto a su singularidad personal. El diagnóstico prenatal y las intervenciones terapéuticas sobre el embrión humano son lícitos si respetan su vida y su integridad, si buscan su curación y su bienestar y si, como ocurre con los otros seres humanos, no los exponen a riesgos desproporcionados.

El de la Instrucción `Donum vitae´ es un lenguaje sencillo, hecho de respeto y compasión, pero abierto a la audacia científica y a la modernidad. No hunde al embrión en un estrato de subhumanidad. Al contrario, le confiere plenitud de derechos y le hace compartir todas las exigencias éticas conferidas a los seres humanos. No es el embrión humano considerado como un animalillo experimental o un complejo celular, sino que comparte los privilegios generales de la humanidad.

No me cansaré de insistir en que, en medio de la exuberante proliferación de directrices y recomendaciones sobre experimentación embrionaria humana, sólo la `Donum vitae´ es máximamente abierta. Apuesta por la emancipación ética del embrión y lo reviste de derechos humanos inalienables.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 


jueves, 31 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (III)

En Junio del 2024 se cumplirán 40 años de la grave intoxicación bioética que a nivel internacional se viene padeciendo con la publicación del Informe Warnock, que a instancias del Gobierno Británico, fue emitido por el Comité de Investigación sobre Fertilización y Embriología Humanas. Dicho Informe viene a concluir que el embrión humano merece respeto, pero no el respeto que debe recibir cualquier persona humana, pues en el embrión es aceptable las prácticas de congelación o destrucción, si así conviene por otros intereses. 

Conviene desenmascarar tal falacia científica, como lo expresa el Prof Herranz

“No puede ocultarse la decisiva influencia que el Informe del Comité Warnock ha tenido sobre lo que mucha gente piensa acerca de las técnicas de reproducción humana asistida y sobre el embrión humano. 

Pero es necesario recalcar que, en lo que ahora nos concierne, la contribución principal del Informe Warnock ha consistido en lanzar una bomba de humo sobre la cuestión del rango ético y biológico del embrión. 

La mayoría de los miembros del Comité, con el propósito de neutralizar éticamente al embrión humano y de despojar de significación moral nuestras relaciones con él, optó por privar al embrión humano de consistencia ontológica y lo convirtió en una noción funcional. El Comité escribió: “Aunque las cuestiones de cuándo la vida y la personalidad comienzan a aparecer son susceptibles de respuestas netas, sostenemos que las respuestas a tales cuestiones son de hecho complejas amalgamas de juicios factuales y morales. Por ello, en vez de intentar responder directamente a esas preguntas, hemos pasado sin más a la cuestión de cómo es correcto tratar al embrión humano”.

Nunca se reprochará bastante al Comité Warnock su decisión de soslayar la primera y germinal cuestión de definir la naturaleza ontológica del embrión, de la cual dependen todas las demás. Pero, por encima de esta omisión, el Comité hizo algo muy maligno; declaró que todo intento de esclarecer la naturaleza ontológica del embrión es una empresa intelectualmente inelegante, pues es un embrollo de hechos y (pre)juicios morales que se resiste a ser analizado racionalmente.

El informe Warnock sentó además el precedente histórico de reducir un problema ético difícil a una cuestión de regulación administrativa. La reglamentación propuesta por Warnock confiere a un Organismo de control la prerrogativa de autorizar la investigación sobre embriones humanos de cualquier proveniencia, con tal de que, entre otras, se cumplan dos condiciones: que la investigación no se prolongue más allá del día 14 después de la fecundación y que ningún embrión sobre el que se haya experimentado pueda ser transferido al útero de una mujer.

Está claro que este vuelco de la valoración ética del embrión no podría lograrse si no es a costa de acallar muy importantes objeciones ontológicas y éticas. El informe Warnock contó con un fuerte apoyo para una manipulación programada de la opinión pública. La Señora Warnock, con la ayuda de sus muchos simpatizantes, buenos conocedores de los recursos dialécticos disuasorios, promovió una campaña, elegante en la forma, pero despiadada en el fondo, para descalificar a quienes ven el embrión humano un ser digno del máximo respeto.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 

jueves, 24 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (II)

El embrión humano es lo que es y no lo que ciertos intereses pretenda que sea.

El Prof Gonzalo Herranz lo clarifica: 

“De nuestra actitud ante los embriones humanos dependen muchas cosas importantes, que nos atañen en lo más íntimo. Hasta cierto punto, nuestra actitud para con los demás seres humanos germina de nuestro comportamiento hacia el ser humano embrionario: el respeto hacia nuestros prójimos hunde sus raíces en el respeto que manifestamos ante el embrión humano, esa criatura desconcertante que condensa en un mínimo volumen corporal la máxima concentración de humanidad.

¿Qué dicen los hombres que es el embrión humano? Cuando se pregunta a los científicos y la gente de la calle qué piensan sobre la naturaleza ontológica y ética del embrión, es decir, qué cosa es o quién es el embrión humano, cuáles son las exigencias morales que reclama de nosotros, se obtiene un muestrario muy variado y contradictorio de respuestas. La mayoría responde con la consabida frase de las encuestas de opinión: “No sabe, no contesta”. Pero lo curioso del caso es que entre los que responden “No sabe” no faltan los científicos, más aún, los expertos en Embriología clínica.

Esta ignorancia específica es un fenómeno reciente. Porque hasta el advenimiento de la fecundación in vitro con transferencia de embrión (FIVET), todo el mundo consideraba al embrión de cualquier especie como un ser (embrionario) de esa misma especie. Cualquier libro de Embriología humana podía empezar así: “El desarrollo de un individuo humano comienza con la fecundación, fenómeno en virtud del cual dos células muy especializadas, el espermatozoo del varón y el oocito de la mujer, se unen y dan origen a un nuevo organismo, el cigoto”.

Esta afirmación ya no es sostenida en muchos círculos. Parece como si la desmitificación de la fecundación humana, la observación visual directa de este fenómeno siempre sorprendente, produjera efectos opuestos entre los observadores. A unos les provoca una duradera sonrisa de asombro, al contemplar la sencillez indescriptible y misteriosa con que un nuevo hombre es engendrado. A otros les causa una especie de incrédulo desengaño, como si no aceptaran para el hombre una génesis tan humilde y dicen que el zigoto es algo irrelevante, un producto molecular que carece de valor humano, un momento vacío de significado.

Para resumir adecuadamente las respuestas a esta pregunta capital, qué dicen los hombres que es el embrión humano, voy a limitarme a mostrar dos posiciones prototípicas y altamente significativas. Una es la del Informe del Comité de Estudio sobre Fecundación y Embriología Humanas, el Informe Warnock, que muchos consideran como una obra maestra de la ética secularista. La otra es la que nos ofrece la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el Respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, el documento que nos expone la visión cristiana -respeto y dignidad- sobre el embrión y su génesis.” (continuará) Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.


jueves, 17 de agosto de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (I)

Los siguientes capítulos versarán, de mano del Prof Gonzalo Herranz, sobre la ética de la investigación en el embrión humano. Este tema es de vital transcendencia tanto desde el punto de vista científico como social. No es exagerado decir que el futuro de la sociedad depende de la postura que se adopte en esta cuestión.

El Prof Herranz:

“Es un tema de singular significación. El tema sobre el que vamos a reflexionar es un tema importantísimo, de primera magnitud. Si llegáramos a comprender su significación, pienso que pediríamos a los Jefes de Gobierno que aplazaran sus otras negociaciones pendientes y anotaran en su agenda el urgente problema del rango ético del embrión humano. Porque determinar cuáles son los derechos de los embriones y qué exigencias éticas reclaman de nosotros debería ocupar un lugar prioritario entre las preocupaciones de la sociedad.

Ya sé que esta afirmación mía puede parecer exagerada. Insisto, sin embargo, en afirmar que no hay muchos problemas más urgentes que el que nos ocupa. Un gran jurista y pensador italiano, mi amigo el Prof. Luigi Lombardi Vallauri, lo ha sabido expresar con gran brillantez. En el prólogo a una conferencia sobre la relevancia ética del embrión humano hacía estas consideraciones: “Uno puede pensar que estamos reunidos aquí en el cosmos por un problema de moda, por un problema irrelevante. De hecho, el problema es cuantitativamente diminuto (células, embriones), políticamente diminuto (seres humanos sin voz, sin voto, sin poder contractual), económicamente diminuto... Sin embargo, el problema es contemplativamente crucial porque concierne de cerca a la auto-autoevaluación del hombre. comprensión... si el poder del hombre, frente al embrión, no se detuviera, sino que pasara sin dudarlo e invadiera ese diminuto territorio como invade todo el resto de la realidad, se habría cruzado una línea de no retorno…”

Son muy oportunas estas afirmaciones del Lombardi y son una llamada de atención para los científicos. Necesitan éstos descubrir que hay razones morales muy punzantes que les obligan a reflexionar a fondo sobre la condición ética del embrión humano. Los científicos y médicos han de hacerlo antes de quemar sus naves y lanzarse a la conquista de ese territorio minúsculo, pero incitante y prometedor. 

A cruzar esa línea sin retorno les empuja a algunos un incontenible deseo de saber, de desentrañar los misteriosos mecanismos moleculares y celulares del desarrollo del hombre. Y a otros les mueve un empeño, fuerte y vocacional, de ampliar la capacidad benéfica de la ciencia. Para unos y otros, estos móviles son otras tantas aspiraciones nobles y generosas, que todos deberíamos aplaudir. Por ello, no comprenden que alguien pueda oponerse por razones éticas a la expansión de la ciencia y de sus aplicaciones para aliviar la infertilidad. Creen sinceramente que el respeto debido a los individuos humanos embrionarios debe ceder ante los intereses de la ciencia o de la sociedad.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 

viernes, 11 de agosto de 2023

¿Es digno congelar la vida humana? (y VI)

La riqueza de la dignidad del ser humano está valorada cuando se acepta incondicionalmente en su forma más vulnerable: en el embrión y en la enfermedad. Solo la tiranía del relativismo moral la ponen en duda y la ignora.

El Prof Herranz lo expresa claramente a modo de conclusión: 

“Médicos y presuntos padres deberán comprender que la procreación responsable, incluida en cualquier caso la variante in vitro, exige una aceptación incondicionada de los hijos. 

Nunca la descendencia producida in vitro es propiedad de quienes la originan o la conservan. Nunca el interés de la ciencia, de la sociedad de un particular puede prevalecer sobre la dignidad e identidad de un ser humano. 

La condena ética de la llamada reproducción asistida se basa tanto en el atentado a la dignidad de la procreación que es la manipulación artificiosa de la transmisión de la vida humana, como en el modo violento en que se trata al ser humano embrionario in vitro. 

Esos embriones humanos son, cosa que se tiene intensa y deliberadamente olvidada, hijos de un hombre y una mujer. Y lo son en ese estado de particular vulnerabilidad y de potencial abandono que es la situación in vitro. Son seres humanos ordinarios, que afrontan los trabajos y los días que todos nosotros, para llegar a ser lo que somos, hemos tenido que afrontar. Cada uno de nosotros hemos necesitado ineludiblemente ser embrión y empezar nuestro existir humano en esa forma mínima, pero repleta de fuerza y promesa.

Por ser humanos, a los hijos embrionarios de los hombres no se les puede tratar como se trata a los embriones de los animales. Imponer al embrión humano un destino zoológico es dar un resbalón más por la cuesta abajo de la deshumanización de la medicina reproductiva. La fecha de caducidad de los embriones destruidos en el Reino Unido señaló un mínimo histórico del respeto a la dignidad humana.” Gonzalo Herranz, La destrucción de los embriones congelados: reflexión sobre una noticia. Conferencia. Bogotá, 1997.