viernes, 17 de marzo de 2023

Objeción de conciencia (III)

La objeción de conciencia en el ejercicio de la medicina viene incluida en el título académico. Es una de las muchas diferencias esenciales del ejercicio médico que marca una divergencia radical con cualquier programación rutinariamente robótica.

El Prof Gonzalo Herranz:

“Es, por ello, la conciencia objetora una conciencia identificativa, que no se limita a juzgar qué actos son o no son moralmente rectos o convenientes. Trata sencillamente de definir qué tipo de ser moral soy, qué hago de mí mismo. Esa conciencia nuclear de mi persona, construida mediante el estudio y la reflexión, queda plantada en el centro de mi ser.

La objeción de conciencia no está ligada necesariamente a una actitud religiosa. Es obvio que el que cree en Dios ha de formar su conciencia, no de espaldas a Él, sino en su presencia, con la ayuda de la oración y la fe viva. 

Pero también el que no cree en Dios ha de poner mucho cuidado y diligencia al buscar y fijar los puntos cardinales de su conciencia profesional. La agnóstica Declaración de Ginebra pide al médico que, al entrar en el ejercicio de la medicina, haga de su honor humano el garante de su fidelidad a las promesas básicas de la profesión. Como afirmó Pellegrino, la ética médica real implica la coexistencia de convicciones espirituales, filosóficas, políticas y sociales muy fuertemente arraigadas y con frecuencia divergentes. 

La ética médica hoy dominante parece haber renunciado a promulgar una normativa objetiva y universal. Confía, por el contrario, en que los médicos, y cada médico, se guíen creativamente y con responsabilidad por las pluralistas conclusiones congruentes con los principios de respeto por las personas, tolerancia para la diversidad, no-paternalismo, fidelidad a las promesas. Esta ética confiere mayor protagonismo a la conciencia profesional del médico: le hace más libre, pero le exige que pueda dar siempre de su actuación una justificación éticamente aceptable. En fin de cuentas, como alguien ha afirmado certeramente, el título de doctor en medicina representa hoy a la vez un grado académico y un grado moral”. Gonzalo Herranz, Conferencia en el Curso de Derecho Sanitario. Real Academia de Medicina de Andalucía Oriental. Granada, 2 de mayo de 2007. 


viernes, 10 de marzo de 2023

Objeción de conciencia (II)

Para seguir dando luz sobre la objeción de conciencia basta seguir leyendo al Prof Herranz. (Es muy interesante la lectura que expone sobre Sir Thomas More)

“La objeción de conciencia ha supuesto igualmente un paso adelante en la ética de las profesiones sanitarias. 

Repito con frecuencia que uno de los principales avances, quizás el más significativo, de la ética médica contemporánea ha consistido en hacer explícita y operativa la idea de que pacientes, médicos y enfermeras son por igual agentes morales, personas todos ellos de conciencia, libres, responsables, que entran en relación recíproca para actuar con conocimiento, competencia y deliberación; capaces de tomar decisiones y acuerdos a tenor de principios racionales y sinceros. 

Pero puede ocurrir y, de hecho, ocurre, ocasionalmente que el seguimiento fiel de las propias convicciones entra en colisión con determinados mandatos legales, con órdenes de la jerarquía institucional, con deseos que los pacientes interpretan como derechos. Puede entonces suceder que, tras la obligada consideración de todos los implicados, se llegue a la conclusión de que el desacuerdo es firme y sobre materia grave: que el médico no puede cumplir el mandato legal, la orden del que dirige, el deseo del paciente sin renegar de su propia identidad moral. Es entonces cuando el dictamen sincero, serio, de la propia conciencia y el ejercicio maduro de la propia libertad exige alegar la objeción de conciencia.

A mi modo de ver, la conciencia que actúa en la objeción de conciencia es el núcleo, mínimo pero fuerte, de nuestro existir moral, el centro sólido de convicciones que informan nuestro carácter ético, algo de lo que no podemos prescindir sino a costa de desmoronarnos como individuos morales.

El concepto puede comprenderse mejor con un ejemplo. En el prefacio que puso a su drama sobre Sir Thomas More, Robert Bolt confiesa: “A medida que escribía sobre él, Tomás Moro se me fue convirtiendo en un hombre con un sentido diamantino de su propio ser. Sabía dónde empezar y dónde terminar, qué parte de sí mismo podía abandonar ante las asechanzas de sus enemigos, y qué parte entregar a las exigencias de los que le querían […] Por ser un hombre inteligente y un gran abogado, era capaz de retirarse de las zonas peligrosas, y lo hacía en perfecto orden. Pero, al final, le exigieron que entregara también el rincón de su alma en el que había situado su propio ser. Y, entonces, aquel personaje flexible, bienhumorado, sencillo y a la vez sofisticado, se endureció como el metal, asumió una rigidez absoluta, irreductible, que nadie pudo relajar”. Como se deduce de las palabras de Bolt, la objeción verdadera nada tiene que ver con el capricho, la obstinación cabezuda, la autoafirmación visceral. 

Es resultado de un proceso, serio y deliberado, de decisión racional. Versa sobre unos pocos, muy pocos, asuntos centrales y profundos, en los que uno se juega el alma; nunca sobre materias negociables que admiten varias y decentes soluciones.” Gonzalo Herranz, Conferencia en el Curso de Derecho Sanitario. Real Academia de Medicina de Andalucía Oriental. Granada, 2 de mayo de 2007. 

viernes, 3 de marzo de 2023

Objeción de conciencia (I)

Vamos a ir desvelando, de la mano del Prof. Gonzalo Herranz, en qué consiste realmente la objeción de conciencia, sobre todo referida al campo de la ética médica. Constituyen unas aportaciones de excepcional calidad sobre este tema. El interés actual sobre esta materia es más que evidente. Toda imposición legislativa contra la dignidad de la persona apoya la objeción (aborto, eutanasia, ley trans…). 

Pasemos a su exposición del Profesor:

“Consideremos en primer lugar: Qué es la objeción de conciencia 

La objeción de conciencia es una actitud de disidencia social por la que se rechaza, por razones morales, profesionales o religiosas, lo ordenado por la autoridad o la ley. 

Lo que distingue a la objeción de conciencia es su carácter pacífico, nunca violento; su fundamento moral y religioso más que político; y su intención final es la de abstenerse de conductas que, aunque socialmente permitidas o administrativamente imperadas, son por el objetor juzgadas como inadmisibles.

Es, me parece, muy importante retener en la memoria y en la acción estos rasgos específicos de la objeción de conciencia. El objetor en cuanto tal no pretende con su acción subvertir o cambiar la situación política, legal o social reinante, como hace con sus manifestaciones exteriores el activista de la desobediencia civil, o con sus espectaculares o agresivas acciones de protesta el insumiso. El objetor sólo trata de eximirse pacíficamente de ciertas acciones, sin que, a consecuencia de ello, tenga que sufrir discriminación o reducción de sus derechos.

La objeción de conciencia constituye, a mi modo de ver, uno de los avances más considerables que, en nuestro tiempo, se han dado en el campo de la ética social. En contraste con lo que ocurría en el pasado, y más allá del plano horizontal de las relaciones humanas entre iguales, la objeción de conciencia ha extendido la posibilidad de vivir pacíficamente los desacuerdos verticales de los súbditos con los que dirigen, mandan o legislan, encuadrándolos en los confines del respeto ético por las personas y su libertad”. Gonzalo Herranz, Conferencia en el Curso de Derecho Sanitario. Real Academia de Medicina de Andalucía Oriental. Granada, 2 de mayo de 2007.


viernes, 24 de febrero de 2023

El ficticio embrión. Entrevista (y IV)

Son magistralmente claras y ajustadas a la realidad las respuestas del Prof Gonzalo Herranz. No es posible ignorar la realidad cuando se habla del embrión humano, y no es posible ignorar la realidad cuando se habla de las misiones principales de la ética médica: ser garantía de la adecuada relación médico-paciente y de la ineludible conciencia profesional del médico, entre otras. 

El Prof Herranz responde.

Pregunta: ¿Por qué es el zigoto un ser humano?

Respuesta: Lo es porque el zigoto humano, antes que nada, es ya un hijo, en el que unen dos progenies, dos familias humanas. Al reunir los genomas del padre y de la madre, se hace capaz de adquirir y expresar determinados caracteres hereditarios que justo le entroncan biológicamente con un pasado humano, con unas familias, y que determinan en buena medida su futuro, humano también. Además, la fecundación no solo confiere al zigoto una herencia genética, y un dinamismo para que inicie el desarrollo, sino que lo inserta en un ambiente del que recibe estímulos epigenéticos que le obligan a reaccionar, a adaptarse a situaciones nuevas, a desplegar muchas posibilidades. Y, en el embrión humano, todo esto –genoma, dinamismo de desarrollo, estímulos epigenéticos– es siempre específicamente humano.

Pregunta: ¿Hacia dónde cree que debería dirigirse la Bioética ahora?

Respuesta: La temática de la bioética “real” dependerá de los problemas que año a año se vayan presentando. Pienso que el futuro inmediato de la bioética académica será sosegado: hemos vivido, por decirlo de algún modo, una fase tormentosa, casi maníaca; ahora toca un tiempo más calmado. Me imagino que la ética médica tendrá que volver siempre a su núcleo, a los temas centrales, permanentes, y a reelaborar las ideas acerca de la relación médico-paciente, la conciencia profesional del médico (su libertad inalienable y su intransferible responsabilidad moral), la función social de la medicina, y otras cosas así. Entrevista al Prof Gonzalo Herranz, en Aceprensa, 11 noviembre 2013.

viernes, 17 de febrero de 2023

El ficticio embrión. Entrevista (III)

En Medicina es obligación ética actuar con formación actualizada, sin dejarse llevar por criterios provenientes de la superficialidad o por de una formación acrítica que da por bueno lo escasamente fundamentado o muy interesado, causantes de conductas mortíferas: concepto de preembrión, vana dispensación de la píldora abortiva, etc.

El Prof Gonzalo Herranz lo fundamenta de forma diáfana:

Pregunta: Habla de una necesaria reformulación de la Bioética. ¿Qué espera que su libro (“El embrión ficticio. Historia crítica de un mito biológico”, 2013, Ed Palabra) aporte en esta dirección? 

Respuesta: La bioética ha sido muy poco crítica con la ciencia de la que se ha servido. Me gustaría que mi libro indujera a muchos a tomar mucho más en serio la Biología de la Bioética.

Pregunta: La interdisciplinariedad se suele entender como fortaleza en el estudio de los problemas. ¿Por qué usted la señala como debilidad de la bioética?

Respuesta: Me parece que la interdisciplinariedad no ha funcionado a su nivel más profundo: en la validación sincera de los datos intercambiados entre las distintas disciplinas. Ha habido mucha tolerancia, por no decir blandura, para ideas y datos que apoyaban los prejuicios cientificistas y las ideologías de política social. Creo que será muy interesante estudiar las actas de los grandes comités nacionales de bioética, para medir el nivel de connivencia que se dio entre sus miembros y, especialmente, la falta de oposición interna, de pluralidad de visiones: muchos de esos comités eran, y siguen siendo, ideológicamente “monocolor”.

Pregunta: ¿Qué le diría a una mujer que aborta, a un científico que investiga con embriones humanos o a una pareja que va a recurrir a la fecundación in vitro?

Respuesta: Hay que hablarles con mucha comprensión y paciencia, porque esas personas están en situaciones muy poco propicias al debate sereno. Su conciencia subjetiva está ya fraguada. Se han autoconvencido de que están haciendo algo muy bueno y que mucha gente buena piensa así. Es muy difícil devolverles a la realidad, invitarles a que formen su conciencia rectamente, a que revisen los argumentos con que justifican sus acciones. Para aceptar que esos argumentos son falaces se necesita una gran apertura de mente, algo de estudio, y mucha generosidad moral. Entrevista al Prof Gonzalo Herranz, en Aceprensa, 11 noviembre 2013.

viernes, 10 de febrero de 2023

El ficticio embrión. Entrevista (II)

Hoy en día no se puede pensar con rigor que la ciencia médica esté exenta de manipulación, sea objetiva e imparcial. La historia abunda con en ejemplos, algunos muy recientes. Uno de ellos es la elaboración ficticia del concepto de pre-embrión, que perdura con su fraudulenta exposición hasta la actualidad.

El Prof Gonzalo Herranz no puede ser más explícito.   

Pregunta: Parece, según señala en su libro (“El embrión ficticio. Historia crítica de un mito biológico”, 2013, Ed Palabra), que la responsabilidad de que se hayan asentado argumentos que no garantizan un estatuto ético al embrión es también de los propios científicos.

Respuesta: Sí. Hay que olvidarse de la idea de la ciencia como algo puro, objetivo, imparcial. La ciencia de hoy, con su enorme poder y autoridad, es una empresa humana, hecha por personas muy inteligentes, pero muy ambiciosas y, en muchos casos, imbuidas de ideologías sociopolíticas muy definidas. La minusvaloración del embrión humano empezó con los científicos que programaron la contracepción moderna. Sabían que la contracepción causa de modo inevitable la pérdida de embriones humanos: para que pudiese ser aceptada por la sociedad era necesario decir que los embriones perdidos en la contracepción no eran propiamente seres humanos. Ahí empezó todo: los científicos crearon una imagen empobrecida del embrión y se la dieron a los filósofos y teólogos; y estos la aceptaron encantados, pues, de ese modo, la contracepción quedaba libre de la sospecha de destruir embriones.

Pregunta: Una de las tesis que señala en el libro es que la Bioética ha sido blanda porque se apoyaba en una Biología blanda también. ¿Acaso la ciencia no es siempre sólida y verdadera?

Respuesta: Creo que en el libro demuestro lo débil, parcial y acomodaticia que ha sido la embriología de que se han servido los comités, los parlamentos y los académicos para montar la bioética de la contracepción y de la fecundación in vitro. La ciencia aspira a ser sólida y verdadera o, al menos, basada en pruebas. Eso es el ideal al que siempre se ha de aspirar. Pero la ciencia de andar por casa se presta a amaños: a escoger lo que más conviene para conseguir un fin determinado. En bioética, los científicos actuaron como oráculos; y los no-científicos creyeron a ciegas en lo que aquellos les decían. Entrevista al Prof Gonzalo Herranz, en Aceprensa, 11 noviembre 2013.

viernes, 3 de febrero de 2023

El ficticio embrión. Entrevista (I)

Parece interesante publicar una entrevista realizada al profesor Gonzalo Herranz, al poco tiempo de la publicación de su libro “El embrión ficticio. Historia crítica de un mito biológico”, 2013, (Ed Palabra), en versión española y en inglés. 

En dicho libro aborda como la falsedad de un “dogma” científico ha podido extender su falsedad a nivel internacional carente de las mínimas condiciones de fiabilidad y rigor científico, al dar por hecho que la concepción humana sólo empieza hasta que ocurre la implantación del embrión en el útero. Basta leer el libro mencionado para convencerse que dicha falacia carece del mínimo rigor científico.

Pregunta: En la introducción de “El embrión ficticio” dice usted que lo que le llevó a escribir este libro fueron las pequeñas sospechas que se fueron acumulando durante años. Pero ¿qué fue lo que le llevó a ponerse manos a la obra?

Respuesta: Cuando uno se incorpora a la ciencia, es llevado por la corriente. Uno empieza siendo un aprendiz pasivo. Pero si no se adormece, empieza a ver problemas. Y los problemas piden soluciones. Con respecto a la bioética del embrión, yo fui acumulando sospechas, anotando incongruencias, hasta que un día me dije: esto hay que revisarlo a fondo. Eso en lo estrictamente científico. Tenía, además, el convencimiento de que no puede haber contradicción entre ciencia verdadera y fe verdadera. Las dos cosas, crítica de la ciencia y convencimiento de la fe, fueron dos fuerzas sinérgicas, que me ayudaron a perseverar años en busca de datos y pruebas. La embriología de que se han servido los comités y los parlamentos para hacer leyes ha sido parcial y acomodaticia” Entrevista al Prof Gonzalo Herranz, en Aceprensa, 11 noviembre 2013.

Gonzalo Herranz (1921-2021) Catedrático de Anatomía Patológica. Miembro del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO. Miembro del Grupo de Trabajo que redactó los principios de Ética Médica Europea. Experto en Ética Médica ante el Parlamento Europeo. Miembro de la Academia Pontificia para la Vida.


viernes, 27 de enero de 2023

Los derechos del paciente, ¿son derechos humanos? (y IV)

El Prof Gonzalo Herranz facilita, de forma profunda y sintética, cómo comprobar si en la práctica diaria del ejercicio médico se respetan, siempre y en todo lugar, los derechos que reclaman los pacientes.

“En ninguno de los documentos que he podido examinar se hace referencia alguna al derecho, profundamente humano, a tener defectos, a estar instalado en una humanidad deficiente, y, precisamente por ello, a ser respetado con un respeto específico. 

A mí me gustaría ver consagrados en una carta de derechos del paciente junto a ese derecho humanísimo, otros tres derechos en los que se condensa críticamente el respeto a la dignidad del paciente: 

-el derecho a no ser nunca deliberadamente engañado por los médicos o las instituciones sanitarias; 

-el derecho a ser informado por los médicos con sinceridad de los errores cometidos, para poder perdonarlos; 

-del derecho, finalmente, a cooperar para que esos mismos errores no vuelvan a ser cometidos. 

Estos derechos configuran al paciente como una persona moral adulta y activa. Ciertamente, ello exige, tal como postulaba Sgreccia, la fusión en una unidad fuerte de la ética, el derecho y la caridad en nuestros hospitales.

La historia ayudará a separar los genuinos de los espurios. Estoy seguro de que irán empapando poco a poco las relaciones de los pacientes con los médicos y con los hospitales. Y que terminarán por ser reconocidos y observados.” Gonzalo Herranz, Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra, Pamplona 1998.

Prof Gonzalo Herranz


viernes, 20 de enero de 2023

Los derechos del paciente, ¿son derechos humanos? (III)


Uno se pregunta, ¿quién reivindica el derecho a cubrir, siempre y en todo lugar, la debilidad del paciente? Es un derecho elemental que no disfruta del eco y contundente respuesta que muchos otros derechos, no tan básicos e importantes, enarbolan ¿Quién defiende sin ambages que es preferente sobre otros derechos el atender la fragilidad del paciente? Desgraciadamente no todos los médicos hacen de ello causa decidida y beligerante.

El Prof Gonzalo Herranz es claramente explícito:    

“Y sin embargo, los derechos de los pacientes no parecen conectar hoy con ese origen (la especial dignidad que infiere su debilidad), no despiertan en la mayoría de los médicos una adhesión viva y comprometida; no han provocado en la sociedad un movimiento protector de energía comparable a la que, por ejemplo, se ha erigido en torno a los derechos humanos de las víctimas de la represión política: no hay un paralelo de Amnistía Internacional en el campo de los derechos del paciente.

Conviene, por ello, preguntarse: ¿Por qué es tan blanda, por no decir que cínica, la actitud de esos médicos ante los derechos de los pacientes? Para mí, la respuesta a esta pregunta está en la fractura que ha sufrido la actitud de respeto absoluto por la vida humana, por todos los seres humanos, de la medicina de tradición cristiana. No es posible vivir en la entereza ética cuando se acepta, en la práctica profesional de la medicina, lo mismo que en conciencia personal de muchos médicos, la paradoja de que algunos seres humanos, los más débiles precisamente, pueden ser legalmente desposeídos de sus derechos y sometidos a la destrucción o el abandono (aborto). 

En las sociedades avanzadas, el hecho de estar uno enfermo o de ser débil no confiere ya “per se” un status jurídico de dignidad intangible, ya no es fundamento sólido de ciertas aspiraciones que han de ser satisfechas por los otros. Hoy, con el rechazo posmoderno de todo absoluto moral, se admite como práctica correcta la discriminación por razón de la edad, la enfermedad genética, la incapacidad de pagar o la situación terminal. 

Esto no es una exageración: quienes redactaron la, por tantos títulos, magnífica Declaración sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de la UNESCO se resistieron a señalar quienes son los titulares de los derechos que la Declaración consagra. Por omisión, se desentiende de los que todavía no han nacido, porque se considera aceptable que sólo después de nacer se pueden adquirir derechos humanos.” Gonzalo Herranz, Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra, Pamplona 1998.


viernes, 13 de enero de 2023

Los derechos del paciente, ¿son derechos humanos? (II)

El derecho real del paciente proviene, de forma esencial, de la acentuada dignidad que adquiere sólo por el hecho de estar enfermo, sin confundir ese auténtico derecho con la demanda o exigencias de deseos imaginativos, utópicos o espurios. Precisamente, el exclusivo privilegio del médico proviene en dar cobertura profesional sólo al derecho que reclama la debilidad del paciente.

El Prof Herranz, delimita los términos con precisión:   

“…Los genuinos derechos de los pacientes, los que respetan su dignidad humana, son verdaderos derechos humanos, aplicados a la situación, especial y privilegiada del hombre enfermo que pide ayuda al médico. 

Necesitan revestirse de una túnica jurídico-legal, lo cual los expone a los riesgos de la manipulación política y a las exageraciones de los movimientos reivindicativos. 

Desprovisto de la hojarasca de los derechos adventiciales, el núcleo de derechos básicos del paciente posee una maravillosa fuerza moral, la que le viene de ser verdaderos y genuinos derechos humanos. Pues, el respeto ético por la persona enferma incluye, más allá de los derechos humanos comunes y básicos, un suplemento de derechos que se fundan en el hecho radical de la debilidad del paciente, en su posición de menesterosidad. 

Lo expresó, en su día, muy claramente el Comité Consultivo Nacional de Ética francés, cuando en uno de sus dictámenes, afirma que “[los enfermos] son seres humanos, que tienen tanto más derecho al respeto debido a la persona humana, cuanto más grande es la fragilidad del estado en que se encuentran”. 

…La enfermedad es siempre, en mayor o menor medida, una crisis del vivir humano… que nos arrastra y somete a prueba nuestra condición humana. En esa crisis de humanidad se cimenta la ética y la responsabilidad de la Medicina, de las que nunca se había dudado en la tradición ético-médica de occidente. 

Como señala Vogelsanger, la amenaza a la humanidad del paciente que es la misma enfermedad despierta en el sano una responsabilidad particular, que le lleva a asistirle con todos los medios disponibles. El representante de esa responsabilidad y de ese servicio, el que actúa en representación y por encargo de los hombres, es el médico. 

Probablemente ahí está la raíz de los derechos del paciente: éste tiene, por el hecho de su debilidad, un título especial de dignidad, que se refleja en la dignidad específica de la profesión médica. Los privilegios que los médicos reciben de la sociedad están justamente al servicio de su asistencia al doliente, son una respuesta de ayuda, humana y humanizante, a la amenaza para el hombre que es la enfermedad”. Gonzalo Herranz, Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra, Pamplona 1998.


martes, 3 de enero de 2023

Los derechos del paciente, ¿son derechos humanos? (I)

Los derechos del paciente son esencialmente derechos de humanidad, no una amalgama de exigencias muchas veces utópicas, y otras, incluso, diametralmente contrarias a la Deontología Médica Universal.

Las palabras, al respecto, del Prof Herranz, son diáfanas:    

“…La relación entre médicos y pacientes es una relación que queda protegida por unos derechos humanos especiales: los derechos del paciente

Yo no voy a tratar el asunto desde el punto de vista técnico-jurídico, sino desde una perspectiva ético-médica, pues ése es mi puesto de observación. No quiero entrar en la pregunta que, con tenacidad inevitable, inquiere sobre si los derechos de los pacientes son jurídicos o meramente morales, o una mezcla heterogénea de ellos; si son en parte vinculantes y en parte sólo supererogatorios; y si, para ser fuertes y exigibles, han de ser recibidos en una ley positiva. 

A mi parecer, los auténticos derechos de los pacientes, los derechos que protegen la dignidad del hombre en la situación precaria del enfermar, vienen impuestos por las leyes de la humanidad. Son universales: sus titulares son todos los hombres enfermos que entablan relación con el médico, se disfrutan por el hecho de que el enfermo es un ser humano, están inscritos en la misma naturaleza de la relación médico/paciente, repelen cualquier tipo de discriminación excluyente.

Sin embargo, la tesis que equipara los derechos de los pacientes a los derechos humanos es discutible y no aceptada por todos, porque hoy los llamados derechos de los enfermos forman un conjunto heterogéneo, en que se entremezclan reclamaciones justificadas, aspiraciones utópicas y exigencias caprichosas.

…De ese análisis, se deriva la conclusión de que los derechos de los pacientes forman un conjunto heterogéneo, dentro del que puede identificarse un núcleo fundamental que no son otra cosa que la aplicación al ser humano enfermo de los derechos humanos fundamentales, junto a otros derechos que no parecen poseer esa condición. Ese mismo análisis muestra que, en ese núcleo básico, faltan algunos derechos esenciales.” Gonzalo Herranz, Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra, Pamplona 1998.