domingo, 27 de junio de 2021

En torno a la legislación de la eutanasia (II): La eutanasia como posible instrumento de transplantes

En este nuevo envío, podemos comprobar cómo la mentalidad eutanásica, puesta en marcha, se ve impotente para poner freno a las mayores aberraciones y atrocidades, realizadas y revestidas de pretexto médico. Merece la pena leer lo que el Prof Herranz describe a este propósito:

"...En esa reunión que tuvo lugar en la Real Academia Belga de Medicina, y en la que intervinieron también médicos de Luxemburgo y de los países del Eurotrasplante (Países Bajos, Alemania, Austria y parte de la antigua Yugoslavia, entre otros), se propuso que los pacientes neurológicos, sobre todo los de enfermedades de la neurona motora, podrían ser candidatos muy prometedores para el trasplante, pues sus órganos están en mejores condiciones que los provenientes de cadáveres. Es necesario obtener esos órganos cuando todavía no han sufrido daños debidos a la anoxia post-mortal. 

Hay pacientes, por ejemplo con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que piden la eutanasia, pues no pueden practicarse a sí mismos el suicidio. Para que la donación sea posible, es necesario trasladar al enfermo de su domicilio particular al hospital, donde se practicará primero la eutanasia y posteriormente la extracción de los órganos para donación. El paciente tendría que ingresar directamente en el quirófano, ser preparado para una intervención quirúrgica de extracción de órganos (a la vez que en un quirófano contiguo se prepararía al receptor), se le practicaría la eutanasia y, en cuanto se certificara su muerte, se procedería de inmediato a la extracción de órganos. 

Esto suscita repugnancia moral, es un tanto macabro. Lo sorprendente del caso es que se discuta a nivel académico. Para dar un poco de brillo ético al asunto se nos dice que se establecerán una serie de directrices. Pero viendo las diapositivas que han sido proyectadas en esa reunión, se siente un poco de alarma, pues la mentalidad utilitarista no tardará en plantearse si la necesidad de obtener órganos en condiciones óptimas (los mejores son y seguirán siendo los de donante vivo), no llevará a operar en vida a los pacientes que solicitan la eutanasia: una vez extraídos los órganos, se procedería a dejar morir al donante." (en el libro Homenaje al Prof Herranz “El Corazón de la Medicina”, pag. 123-140).

miércoles, 23 de junio de 2021

En torno a la legislación de la eutanasia (I)

Vamos a dar paso a una selección de escritos, muy ilustrativos y claros, del Prof Gonzalo Herranz en torno a la agresión que sufre la medicina y la sociedad a través de la de la eutanasia.

"Ya desde el principio se vio que era alto el número de las eutanasias (en Países Bajos) no voluntarias. Se trataba de casos en los que no había una petición racional y reiterada del sujeto: pacientes en estado vegetativo persistente, dementes avanzados o incapaces mentales. 

El fenómeno que, sin embargo, desacredita la validez práctica de la ley fue el número de casos de eutanasia involuntaria; es decir, la eutanasia de pacientes conscientes, cuya vida era considerada por los médicos como carente de valor, improductiva, o exigente de atención médica excesiva. 

Se trataba en muchas ocasiones de ancianos sin familia, abandonados, sin sistemas de ayuda, para los que se juzgaba que la muerte era mejor que seguir viviendo así. Muchos médicos confiesan que han practicado este tipo de eutanasias. 

Es inevitable preguntarse qué diferencia separa el programa de eutanasia de la Alemania nazi y esta forma de dominio sobre la muerte que ejercen hoy esos ilustrados profesionales de la Medicina. Se dice que son decenas de miles los ancianos que en Holanda se han provisto de un testamento de vida para manifestar que rechazan de plano que se les practique la eutanasia." (en el libro homenaje al Prof Herranz “El Corazón de la Medicina”, pag. 123-140).

lunes, 21 de junio de 2021

Importancia de la Deontología en la actividad profesional (y II)


Siguiendo el capítulo iniciado de la Importancia de la Deontología Médica, aprovechamos la enseñanza del Prof Herranz para salir al paso en reclamar dicha consideración, con carácter de absoluta necesidad. Incentivar y adquirir la enseñanza del Código de Deontología, es un deber ya desde las Facultades de Medicina, como asignatura básica y elemental. Si, desgraciadamente, ello no ha tenido lugar, es conveniente proceder a suplementarlo, por el procedimiento más eficaz. No en balde es lo que ilumina la tarea profesional ordinaria y diaria de cada médico. Incluso, me atrevería a decir que esa enseñanza del Código, por supuesto, al margen de interpretaciones y de opiniones personales, debería ser frecuentemente rememorizada y reactualizada en un programa de formación continuada, al igual que se procede con de otras materias básicas en medicina. 

"Ningún estudiante debería licenciarse sin conocer el Código. Las Facultades de Medicina han de enseñar el Código, lo mismo que enseñan Pediatría o Bioquímica. Si, lo que sería penoso, alguna Facultad lo omitiera, el correspondiente Colegio tendría que remediar esa carencia, y ofrecerse a suplirla. Si, de modo incomprensible, alguna cerrara sus puertas, el Colegio tendría que abrir las suyas a los estudiantes, porque la OMC tiene el serio deber/derecho moral de requerir el conocimiento previo del Código para conceder la Colegiación. No puede autorizar el ejercicio de la Medicina a un analfabeto en deontología.

En la Licenciatura, se ha de dar un curso de duración suficiente sobre el Código y darlo con categoría, ganando el corazón de los estudiantes, ilusionándolos por la ética profesional; que sepan que no trabajarán en un desierto moral, sino en un hogar ético, con sus tradiciones, su orden, sus derechos, sus obligaciones fuertes. 

Los médicos jóvenes han de ser “fans” del Código... Los Colegios y las Facultades no pueden vivir de espaldas, han de colaborar. Pensemos que la demografía médica es muy cambiante. A ojo de buen cubero, en un decenio se renueva entre un cuarto y un tercio de la colegiación...  Si (los nuevos médicos) llegan con el Código asimilado, podrían ser el fermento en la masa. Ese es un argumento y una invitación fuerte a enseñar el Código; más aún, a enseñar a cumplirlo. 

El Código puede enseñarse bien como catálogo, bien como diálogo; esto es, como texto muerto y lista de mandatos impersonales, impuestos desde fuera; o como palabra viva, que, a la vez que le configura a uno como persona, le hace miembro de una comunidad moral de colegas. 

La deontología hace al candidato idóneo para la colegiación, para entrar en una sociedad de hombres libres que aman su ley, no como súbditos pasivos que no pueden salirse de la fila. 

La deontología no se manda: cada uno ha de incorporarla con estudio, con debate interior, formando su conciencia." (En “El Corazón de la Medicina” Libro Homenaje (pag. 384-393).


domingo, 13 de junio de 2021

Importancia de la Deontología en la actividad profesional (I)

   



    El Prof Herranz, recientemente fallecido, ha sido un gran maestro en la Ética Médica contemporánea a nivel internacional, pero su magisterio sigue presente entre nosotros, y sus escritos tienen el potencial de iluminar de forma muy intensa el futuro del campo de la bioética, sólo basta en acercarse a ellos para percibirlo.
    En este apartado, nos hace considerar la importancia del Código Deontológico, no en un mirar exclusivo profesional médico, sino como garantía imprescindible del enfermo y base que cimienta la relación médico-enfermo.  

   "El Código Deontológico, es una herramienta imprescindible. Nadie duda hoy que profesionalidad implique mejorar, dar calidad al trabajo, mediante la Educación Continuada, hecha de estudio y autoevaluación. La validación periódica de la competencia se está convirtiendo en un gaje más del oficio. La carrera profesional depende de la calidad científica personal demostrada. Y algo paralelo pasa con la ética.
 
    Desde hace años, repito que los centros sanitarios, hospitales o no, deberían desarrollar cada uno su personalidad ética, su propio estilo, su modo de cuidar las cosas, de tratar a las personas. La idea tarda en abrirse paso, pero se impondrá. Los médicos sensibles a la inspiración de la deontología irán traduciendo el Código, aplicándolo al propio entorno. Las relaciones del médico con sus pacientes cobrarán en cada Centro Sanitario un acento ético particular.... Esto es, qué hacen unos u otros por cuidar el trato (la actitud, el lenguaje, las formas, la imagen) para favorecer la plena confianza del paciente? Cada hospital debería planteárselo libremente y responder con originalidad. Adaptar la ética del Código a las peculiaridades del hospital sería una tarea muy apropiada para los comités de ética asistencial.

   Cumplir y hacer cumplir el Código: eso debería ser una pasión de los directivos, no un asunto marginal del que se habla en ocasiones. En el Orden del día de las Juntas directivas debe estar presente el recordar que uno de los objetivos primordiales es la promoción y desarrollo de la Deontología profesional, difundir los preceptos del Código y velar por su cumplimiento. Es una función primaria, propia, indelegable de los directivos. Ellos podrán pedir consejo y parecer experto a la Comisión de Deontología. Pero el seguimiento del ambiente ético, la promoción y desarrollo de la deontología, es responsabilidad de las Juntas directivas. 
   
   En deontología, los directivos han de hilar fino. ¿Por qué? Porque, en general, el deterioro deontológico, como casi todo en esta vida, tiene comienzos pequeños. Si no se detectan sus primeras manifestaciones, o si, advertidas, se hace la vista gorda, las cosas tienden a ir a más. Sabemos, o nos han contado, por ejemplo, que la ruina ética de un colega pudo detenerse a tiempo y, por negligencia o mala tolerancia, nadie le echó una mano o lo hizo tarde. Eso puede también ocurrir a nivel colectivo. Se empieza tolerando un pequeño fraude, una negligencia menor, y se termina en una pandemia de abuso. 

   A lo largo de los años hablé, en mis clases, de algo tomado de la vieja deontología francesa: que era función del Presidente de las Ordenes departamentales amonestar al colega cuando se detectaban las primeras señales de conducta desviada, para que no siguiera adelante por el camino erróneo. Había de hacer como el árbitro de boxeo que, al comenzar el último asalto, amistosamente recuerda a los púgiles que no se puede golpear por debajo del cinturón. Esa amonestación servía para recordar que hay una deontología preventiva, y que la deontología iba en serio. Me gustaría proponer el abandono del engorroso procedimiento administrativo para la corrección de faltas leves, e instaurar en su lugar esa advertencia preventiva, amistosa, que, sin herir la reputación del colegiado ni dejar huellas en su expediente, le ayuda a rectificar su conducta, a que las cosas no pasen a mayores. Es ese, me parece, un aspecto básico de la confraternidad propio de los directivos: cumplir y hacer cumplir los preceptos del Código amablemente, persuasivamente, sin la violencia del expediente disciplinario. 

   Los Colegios, con el Código en la mano, tendrían que proponerse trasladar la deontología de lo excepcional-punitivo a lo ordinario-inspirador, y aprovechar los primeros errores, y también los primeros rumores, para dar doctrina, o recordarla con gracia, a los colegiados que la necesitaran. Los Colegios tienen ahí un gran campo para el ejercicio de su autoridad moral." (En “El Corazón de la Medicina” Libro Homenaje (pag. 384-393)