viernes, 31 de enero de 2025

Reproducción humana artificial (y 14)

La propia ley que permite se congelen embriones humanos ejecuta, de forma irreversible, la pena de muerte sobre la inmensa mayoría de esos seres humanos. Sin embargo, es indudable que esas vidas esperan y reclaman justificación de su destino.

El Prof Herranz lo expresa con claridad: 

Cuestión: Es necesario constatar que los cientos de millares de embriones humanos que se encuentran en estado de abandono determinan una situación de injusticia que es de hecho irreparable. Yo ciertamente reconozco que no vislumbro una salida éticamente lícita para el destino de estos seres humanos congelados. 

Respuesta: “No veo solución para los embriones congelados. Se les genera autocráticamente, sin contar con las consecuencias, porque se han cosechado muchos ovocitos y se han fecundado casi todos: hay un montón de embriones, hay un orgullo tecnológico, una gratificación de la propia habilidad. Y luego no se sabe qué hacer con ellos. El respeto al embrión se marchita. La eficiencia técnica ha arrumbado las prescripciones éticas y las normas legales sobre el número razonable de embriones que pueden generarse. No parece que la ética pueda establecer compromisos firmes. Las leyes han renunciado a imponer normas fuertes: todo es revocable. 

Insisto: no hay solución éticamente aceptable para los embriones sobrantes. Hace unos años propuse que se abandonara la práctica de las destrucciones masivas y anónimas de embriones caducados, y que en su lugar fueran personalmente los médicos que los habían producido y almacenado en el frío, junto con los progenitores, quienes asumieran la responsabilidad de la destrucción. Lo propuse como manifestación de arrepentimiento y signo de penitencia por el error cometido, y como muestra de la promesa firme de nunca más reincidir.

Aunque esta solución ha sido criticada por algunos bioéticos, que argumentan que nunca se puede matar a nadie, estamos en una situación que no tiene salida. La muerte está programada desde el momento en que se decidió su abandono; por decirlo así, el crimen de no acogerlos se tomó tiempo atrás. No hay arrepentimiento. Lo único que cabe hacer es ver cómo se hace consciente una muerte que se tiene por inevitable, pero que es causada por el libre albedrío de los responsables de ella. Esas personas tienen que asumir la responsabilidad, han de hacerse conscientes de lo que hacen. Nada de paños calientes, nada de abandono indoloro y anónimo. Pienso que eso podría ayudar a crear conciencia en la sociedad de la aberración de la producción masiva de embriones, un error tolerado por las leyes.” (En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 95-96).


viernes, 24 de enero de 2025

Reproducción humana artificial (13)

Plantearse quién tiene derecho a la vida está fuera de todos los códigos de ética médica del mundo. Las leyes que lo admiten son leyes muertas: ningún código médico las sustenta.

El Prof. Herranz los describe de forma meridiana.  

Cuestión: ¿Qué embriones se destruyen? ¿Cuáles se destinan a sobrevivir? 

Respuesta:Es un problema éticamente terrible. Hay ciertos candidatos a la inyección letal: son los sospechosos de malformaciones (por ejemplo, a los que les reluce demasiado la nuca, porque pueden presentar una trisomía 21 o alguna otra malformación); los que se han implantado en algún lugar del útero que puede causar ciertas desventajas obstétricas; o ser del sexo no deseado: en general, los que pudieran implicar riesgos de algún tipo. Pero muchas veces esos riesgos no se dan, y el técnico ha de elegir a los que elimina de modo totalmente casual. Da la muerte a unos y no a otros por sencillas sinrazones: porque este está más a mano que ese otro, porque la vez anterior le fue bien hacerlo de un modo y va a repetirlo hoy, porque quiere ganar destreza con la mano izquierda, etc. 

Disponer de vidas humanas por razones tan aleatorias es una decisión despótica, como la que hacía el Emperador romano en los combates de gladiadores. Es una acción tiránica, de la que no se habla, pero que debería plantear una reflexión profunda. 

Crece la presión profesional para evitar el grave error de provocar gestaciones múltiples. Parece que la reducción embrionaria, a pesar de estar autorizada por las legislaciones de muchos países y por muchos Organismos profesionales, es percibida como algo demasiado brutal y repugnante. Y, aunque solo fuera por motivos obvios de sensatez económica, terminará por imponerse la transferencia de un único embrión por ciclo. Todo esto terminará con la gestación múltiple asociada a la reproducción asistida, que dentro de poco parecerá como algo del salvaje oeste. Pienso que la reducción embrionaria tiene sus días contados.” (En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 94-95).

jueves, 16 de enero de 2025

Reproducción humana artificial (12)

La fecundación in vitro es ejemplo diáfano de ensañamiento terapéutico: su eficacia está basada en llegar hasta el agresivo exterminio de otras vidas humanas.

El Prof Herranz es explícito:    

Cuestión: Pero no todos los embriones implantados en el útero de la mujer verán la luz del sol. Hay que recordar que, para asegurar que al menos uno nazca, se implantan varios embriones (dos o tres). A veces todos nacen, pero otras el deseo de los progenitores es el nacimiento de un solo vástago, eliminando al resto. 

Respuesta: “Ocurre, además, que la suerte de los embriones elegidos para ser implantados en el útero tampoco es muy segura. Por fortuna, pero no sin esfuerzo, se ha llegado a la conclusión de que el embarazo múltiple causado por las técnicas de reproducción asistida es desaconsejable, porque es muy caro sacar adelante varios neonatos muy prematuros. Pero, durante años, se transferían al útero más embriones de lo prudente, para asegurarse de que -en una especie de pugna darwiniana por la supervivencia- alguno, el mejor dotado, sobreviviera. Con esta política lo que ocurría es que se provocaban no pocos casos de gestación múltiple, que son siempre embarazos problemáticos, para los propios fetos en primer lugar, por superpoblación intrauterina; pero también para la gestante, que puede encontrarse a veces en una situación muy grave. 

La combinación de transferencia de muchos embriones con la reducción embrionaria me parece un ejemplo paradigmático de obstinación terapéutica. 

Se recurría a la reducción para evitar las consecuencias negativas del embarazo múltiple deliberadamente provocado. Bajo control ecográfico se daba muerte a un número determinado de embriones o fetos, lo que no estaba libre de riesgos para los embriones o fetos supervivientes. La reducción se fue haciendo mediante técnicas cada vez más sofisticadas, de modo que, para el embriocidio, llegó a disponerse de procedimientos muy eficientes y variados.” (En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 93-94)


jueves, 9 de enero de 2025

Reproducción humana artificial (11)

El principal enemigo de la ética médica es la indiferencia insensible a las sentencias de muerte que induce y consuma con su silencio. Un ejemplo evidente es el habitual trato indigno que se ofrece a los embriones congelados. ¿Quién esgrime inquietud?

El Prof. Herranz lo pone de relieve:

Cuestión: Se han propuesto algunas soluciones para solventar este tremendo, creciente e injusto problema: emplearlos para fines de investigación; descongelarlos y dejarlos morir; ponerlos a disposición de parejas infértiles a modo de tratamiento para la infertilidad; la gestación adoptiva a modo de rescate; y el mantener la congelación sine die. ¿Existe alguna salida digna a los embriones congelados? 

Respuesta: “Se suele decir, y es ya clásico repetirlo en los Manuales o en los artículos de bioética, que el destino de los embriones congelados está ya predeterminado: unos pocos son reimplantados; algunos son convertidos en consumibles para experimentar destructivamente sobre ellos; otros podrán -con toda la parafernalia jurídica que se quiera- ser ofrecidos en donación (aunque, en la realidad, nadie se fía de unos embriones que han sobrado, que no fueron elegidos como los mejores). La mayoría están condenados a morir, a desaparecer sin dejar rastro

La destrucción masiva de embriones caducados, que hace años nos puso la piel de gallina, hoy se ha convertido en una rutina de la que ya no se da noticia. Un día al año vence el plazo de conservación de ciertos embriones, y con más o menos formalidad y protocolo se les deja morir. 

Esto realmente es trágico. Se ha reflexionado muy poco sobre la cuestión. Son seres que fueron concebidos para ser personas, titulares en el juego de la vida, a los que se convirtió primero en jugadores de reserva, se les dio sitio en el banquillo de la crioconservación, pero que, al final, no hicieron falta y se los elimina. Por continuar con el símil deportivo, al final de la temporada se les rescindió su contrato porque fueron inútiles, no llegaron ni siquiera a jugar como promesas. Los progenitores biológicos y los fautores técnicos nos dicen que lo lamentan mucho, que han de resignarse a abandonarlos, a dejarlos morir, porque eso manda la legislación. 

Es difícil imaginar una existencia humana más abandonada y despreciada que la de los embriones sobrantes.”  (En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA)