viernes, 5 de diciembre de 2025

Donación de órganos y ética médica (I)

El valor de la vida, también a nivel social, se pone a prueba en la actitud personal presuntamente favorable a la donación. 

Cuestión: Es un hecho que existe una gran demanda de órganos para trasplante. Cuando se emplean órganos de cadáver, uno de los criterios éticos esenciales para la extracción es la comprobación y certificación de la muerte. Tradicionalmente se ha utilizado el criterio de la parada cardiorespiratoria,… La mayoría de las Sociedades Nacionales de Neurología aceptan la validez y la seguridad del diagnóstico neurológico como diagnóstico de muerte. ¿Cómo trasladar a la población que un diagnóstico certero de muerte encefálica, aunque el corazón siga latiendo, es sinónimo de muerte? 

Respuesta del Prof. Herranz: “La donación de órganos de cadáver para trasplante es un problema que, en cierto modo, mide el nivel ético de una sociedad. Lo que se podría llamar el "índice de solidaridad" o, inversamente, el "índice de desafección". Obviamente, en este tema hay diferencias culturales entre unos países y otros, en gran parte de fondo religioso y ético-social. 

Se repite muchas veces que, si se aprovecharan las oportunidades reales de obtener órganos de cadáveres para trasplante, desaparecería el fenómeno trágico de la muerte de muchos pacientes en lista de espera o, al menos, se reduciría de modo muy radical. Por eso, hay que fomentar, no solo mediante la oportuna legislación sino de hecho, en la vida cotidiana, la disponibilidad voluntaria y consciente a donar. Y no solo en los individuos, sino sobre todo en las familias. El factor que siempre se ha señalado como limitador (15-20%) de las posibles donaciones, es la oposición de las familias. Aunque teóricamente, al menos en España, la ley no concede a la familia, sino al individuo, la potestad de donar (solamente tiene en cuenta que el presunto donante no hubiera objetado expresamente a la donación post-mortem), me parece que el respeto a la familia -manifestado en la petición de su aquiescencia a la donación- es simbólicamente un factor que asegura la aceptación social de la donación. 

No pienso que la tarea de invitar o convencer para la donación corresponda sólo a los médicos o a los coordinadores de los Organismos nacionales de trasplantes. Corresponde también, por ejemplo, a los que han recibido trasplantes, como testigos de excepción, que deberían testimoniar públicamente el valor que tiene para la vida la donación de órganos. Otros protagonistas importantísimos son los familiares de los donantes post-mortem, que deberían contar con realismo las zozobras y las alegrías del trance, fuerte pero también generoso, de donar responsablemente, ya sea por caridad cristiana, ya por mera solidaridad humana. Me parece que la divulgación correcta, ponderada de esas historias personales podrá ser capaz de reblandecer la resistencia a donar que todavía queda en algunos sectores de la sociedad.” En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, p 196-198.

viernes, 28 de noviembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (y XII)

La ética médica no es en esencia un tema legislativo. Es muy lúcida la explicación del Prof. Herranz.   

Cuestión: Por tanto, se debe facilitar el descanso de los cuidadores. 

Respuesta del Prof. Herranz: “Una de las más graves acusaciones que se pueden hacer a la sociedad contemporánea es que muchas veces los cuidadores claudican, hasta cierto punto justificadamente, por agotamiento, sin recibir ayuda de voluntarios, o de sistemas sociales que les permitan tomarse un respiro ocasional o periódico, unas vacaciones. Penosamente, no atrae a la gente joven la atención de las personas en condiciones de vida empobrecida. Ese es un campo laboral desatendido. 

El 25 de febrero de 1990 Terry Schiavo sufrió un paro cardíaco que le provocó daños cerebrales gravísimos, que la dejaron en estado vegetativo. El 31 de marzo de 2005 murió por inanición en el hospital Suncoast de Florida. La mujer fue desconectada, por orden judicial, el 18 de marzo de la máquina de alimentación que la mantenía con vida. 

De la obligación social de atender a los miembros más débiles se ha hablado poco. El debate se ha centrado en lo jurídico, más que en la ética individual y social. Evidentemente este problema, como muchos en bioética, está decisivamente influido, y no de modo generalmente positivo, por la gran potencia generadora de bioética, que son los Estados Unidos. Allí los debates políticos y las conclusiones de los jueces han jugado un papel determinante en la bioética norteamericana y, a través de ella, en la de todas partes. En consecuencia, el tema se ha formulado y debatido en términos de derechos; es decir, que poner o mantener una sonda nasogástrica no es un asunto del médico y el paciente o sus allegados, no es puramente una intervención médica que puede ponerse o retirarse por criterios médicos: esa es una cuestión que se puede remitir a un juez. Así no es fácil plantear a fondo el problema humano de cómo la familia o la sociedad ha de plantearse la atención responsable de estos pacientes. 

El juicio moral de lo que es ordinario y proporcionado no es una cuestión meramente académica, es un asunto de ethos social, de lo que pasa en el corazón de una sociedad. Recuerdo haber leído que existe el riesgo de que a una sociedad se le vaya endureciendo el corazón, cuando se acumulan experiencias negativas -como la suspensión de cuidados básicos decretada en el caso citado de Terry Schiavo, en Estados Unidos; o en el de Tony Bland, en Inglaterra-. La mentalidad utilitarista endurece poco a poco la sensibilidad de la gente, que termina por no encontrar sentido en la atención de los "inútiles". 

A mis alumnos les he hablado muchas veces de uno de los primeros testimonios de humanidad, contenido en la Ilíada. En el incendio de Troya uno de los héroes regresa para recuperar a un anciano inútil, se lo hecha al hombro y entre el fuego y los dardos enemigos pasa a su zona. El poner en riesgo su propia vida por salvar a un anciano, que aunque era muy sabio ya no era una fuerza que contribuyera a la defensa de la guerra, es un signo de humanidad que anuncia un futuro muy importante. 

En este sentido, me parece mezquina la discusión de si la sonda nasogástrica es una intervención médica o no. El problema que Juan Pablo II destacaba es una cuestión de humanidad. El mojar los labios, el apagar la sed, el mantener la nutrición mínima que necesita una persona para seguir viviendo en esas condiciones tan precarias es una exigencia de humanidad, mucho más allá de lo que pueda establecer la normativa legal o las directrices bioéticas.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 159.


viernes, 21 de noviembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (XI)

No dejar solo al paciente es la clave, y el termómetro, para proporcionarle una convalecencia y muerte digna.  

Cuestión: El beato Juan Pablo II señaló en un Discurso a los participantes del Congreso sobre «Tratamientos de mantenimiento vital y estado vegetativo» (20-III-2004): "Quisiera poner de relieve que la administración de agua y alimento, aunque se lleve a cabo por vías artificiales, representa siempre un medio natural de conservación de la vida, no un acto médico. Por tanto, su uso se debe considerar, en principio, ordinario y proporcionado, y como tal moralmente obligatorio, en la medida y hasta que demuestre alcanzar su finalidad propia, que en este caso consiste en proporcionar alimento al paciente y alivio a sus sufrimientos. (...) En efecto, la obligación de proporcionar los cuidados normales debidos al enfermo en esos casos, incluye también el empleo de la alimentación y la hidratación"... 

Respuesta del Prof. Herranz: “El problema obviamente no está en el agua: en el pistero, en la sonda nasogástrica o en la gastrostomía percutánea. El problema está en los que han de atender un día y otro, un año y otro a un paciente en estado de inconsciencia permanente. Esa atención no consiste sólo en la nutrición o en la hidratación: incluye también mantener limpio, aseado, cuidado, sobre todo querido, a un sujeto que vive en unas condiciones extremadas, especiales. 

Todos o casi todos estaríamos, en principio, dispuestos a destinar horas, a quemar semanas, en la atención de un paciente que sonríe ante los cuidados, que los agradece, que nos responde afectivamente. Pero atender a alguien que es como un muro, del cual no se obtiene ni siquiera el más elemental eco afectivo, es una tarea que exige un enorme esfuerzo por parte del cuidador. Atender a alguien que no se da cuenta de lo que estamos haciendo por él, que no puede compensarnos de ningún modo, es una tarea que exige un altruismo, una caridad, un amor, muy grandes. A mí me parece que ahí está el nudo de la cuestión. 

La inercia afectiva del paciente en estado permanente de inconsciencia es para muchos cuidadores agotadora. Al cabo de un tiempo se llega al punto de no poder más, aparece una invencible fatiga moral, ya no se encuentra sentido a lo que se está haciendo. La cosa ni gratifica, ni compensa. Si se exceptúan algunas situaciones críticas coyunturales, provocadas por infecciones intercurrentes o por agravamientos transitorios de una situación relativamente estable, la atención de estos pacientes, al menos durante largos períodos de tiempo, ha de hacerse en casa, no necesita del hospital. Sería un dispendio injustificado destinar una cama de un hospital a la atención de un paciente estable, que no requiere más que los cuidados humanos, que pueden prodigarse en casa.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 158-159.


viernes, 14 de noviembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (X)

La actuación ética en medicina obliga siempre al estudio de los casos dudosos, con juicio fundado, la eficacia de la posible acción beneficiosa. 

Cuestión: Como se suele afirmar, el papel lo aguanta todo. Pero en situaciones de extremada urgencia, muchos médicos y enfermeras dudan de cómo actuar. 

Respuesta del Prof. Herranz: “…Los problemas se plantean, en efecto, en los casos de urgencia; y, sobre todo, en los casos de duda o incerteza. En estos casos hay que apostar a favor de la vida, hay que otorgar al tratamiento posiblemente beneficioso el beneficio de la duda. 

No es aceptable éticamente no reanimar, no dializar, no reintervenir a pacientes de pronóstico incierto, o a los que llegan a un servicio de urgencias y no es posible evaluar todos sus antecedentes: en estos, la urgencia de la situación obliga a intervenir inmediatamente porque, si no, las oportunidades de recuperación se pierden. La competencia del médico y su experiencia creciente, la acumulación de datos, y, de modo especial, el desarrollo de sistemas de evaluación de situaciones críticas de intervenciones terapéuticas, hará que el número de casos dudosos sea cada vez menor. 

Como conclusión final creo que la aplicación legítima de una limitación de la atención terapéutica exige un juicio fundado, defendible y objetivo de que la evolución del paciente es ya irrecuperable, o de que los recursos que se tienen a mano son inoperantes.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 157-158.


sábado, 8 de noviembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (IX)

El paciente, sea cual sea su estado, debe recibir una actuación médica profesional, incompatible con cualquier aventura clínica no contrastada científicamente. 

Cuestión: Usted acaba de señalar que el problema se sitúa en las intervenciones terapéuticas verdaderas, es decir, en aquellas que potencialmente son capaces de salvar la vida o de mejorar sensiblemente el pronóstico de la enfermedad. Esto significa que es preciso continuar interviniendo si existe una ventana de utilidad. 

Respuesta del Prof Herranz: “La utilidad impone aplicar los tratamientos en beneficio del paciente, es decir, es preciso insistir en aquellos tratamientos que tienen utilidad apreciable. En este sentido, la evaluación progresiva de las intervenciones que se van aplicando para conocer sus límites y sus potencialidades, puede ayudarnos a ver hasta dónde es obligada una intervención que va mostrando cierta eficacia. 

Si, por ejemplo, ha fracasado un protocolo de quimioterapia y sabemos que otro nuevo da esperanzas, aunque esté todavía en fase experimental, es legítimo probarlo y tratar de incluir al paciente en ese ensayo. Incluso, se podrá recurrir a su uso compasivo, pero no a título de mera aventura, sino porque puede sospecharse con fundamento que proporcione algún resultado beneficioso.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 156


viernes, 31 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (VIII)

Todo médico, para serlo, debe tener plenamente asumido el primer principio ético: "Primum non nocere”  (Primero, no hacer daño).

Cuestión: Se entiende por Limitación del esfuerzo terapéutico (LET) la decisión de restringir o cancelar (no iniciar o retirar) algún tipo de medida cuando se percibe una desproporción entre los bienes que se esperan alcanzar y los medios empleados, con el objeto de no caer en la obstinación. ¿Dónde situar la línea que separa la eutanasia de la limitación del esfuerzo terapéutico? 

Respuesta del Prof Herranz: “Si el concepto de eutanasia no se enturbia con nieblas de sentimentalismo o prepotencia, que las dos cosas pueden ocurrir y de hecho están ocurriendo; si se entiende seriamente por eutanasia la provocación deliberada por parte del médico de la muerte de su paciente, ya sea con acciones u omisiones, me parece que no es difícil juzgar en sincera conciencia si unas determinadas acciones corresponden a un acto eutanásico o a una legítima limitación del esfuerzo terapéutico. 

Los problemas fronterizos entre limitación de esfuerzo terapéutico y eutanasia por omisión (creo que la expresión "eutanasia indirecta" es incorrecta, pues no se ha de llamar eutanasia a lo que no lo es) sólo se plantearían en el caso de no iniciar o de suspender intervenciones terapéuticas verdaderas, esto es, potencialmente capaces de salvar la vida o de mejorar sensiblemente el pronóstico. Si la intervención que se proyecta, o que ya se hubiera iniciado, es claramente fútil, inútil, entonces no hay duda: la futilidad prohíbe iniciar o continuar tal tratamiento.

No cabe duda de que, sobre todo desde el punto de vista psicológico, no iniciar un tratamiento es más fácil de llevar que suspenderlo; causa menos problemas. Suspender el tratamiento es una acción que puede parecer carente de humanidad, incluso cínica, negadora de atención. Sin embargo, en conciencia seria, creo que es tan obligatorio suspender los tratamientos que son inútiles como no iniciarlos. Es necesario, insisto, vencer esta resistencia. Debemos reconocer que, cuando es fútil, la Medicina puede ser muy dañina. El mandato de no maleficencia (no hacer daño), tanto en lo económico como en lo humano, es muy fuerte, es quizá el primero de los principios éticos. 

Una conclusión seria, válida, debatida, quizás no consensuada, de unos médicos reunidos en consulta, o de una Comisión de ética de un hospital, que cuenta, además, con la aprobación de la propia conciencia recta del médico, autoriza plenamente la suspensión del tratamiento; más aún, lo indica y lo ordena. Eso dejaría sin argumento, aunque sea un argumento vacío, a quienes defienden la limitación del tratamiento como una puerta que se abre para introducir la eutanasia. Una cosa es la legítima limitación del esfuerzo terapéutico; y otra, polarmente opuesta, negar cuidados o suspender tratamientos simplemente para liberarse de la pesada carga que supone una vida terminal llena de complicaciones.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 155


viernes, 24 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (VII)

El paciente en el declive irreversible de su enfermedad sigue reclamando el trato que su inalterable dignidad exige. En ese trance, el trato que le debe dispensar el médico es fiel reflejo de su nivel profesional.  

Cuestión: Pero sobra decir que el límite donde termina la atención debida y comienza la obstinación médica es realmente delgado, tantas veces difícil de percibir. 

Respuesta del Prof Herranz: “Esa es una decisión que ha de tomarse ante la inutilidad observada de las intervenciones. Puede ser difícil en ocasiones. Pero creo que se podría facilitar ética y psicológicamente si el médico tiene un concepto profesional de la dignidad y el valor de las intervenciones humanas, familiares, domésticas, que favorecen la confortabilidad del paciente, la ecología amable que se ha de proporcionar al paciente desahuciado. 

El médico, en el domicilio del paciente o en el hospital, no puede permanecer ajeno a cosas como mullir una almohada, cambiar la ropa de cama, cuidar la ventilación para eliminar los malos olores; no puede reaccionar con repugnancia ante ciertas manifestaciones de la corporalidad frecuentes en la fase terminal, como el descontrol de esfínteres, vómitos, y cosas así. Todo esto son manifestaciones de la dignidad humana que declina y se va extinguiendo, pero que no son humillantes, porque emanan de un cuerpo humano, de una persona. 

Desde hace muchos años vengo sosteniendo que el empobrecimiento humano que la enfermedad causa en el paciente -sus deficiencias y carencias, psicológicas o somáticas- ha de ser suplido por la dignidad adicional que el médico aporta a la relación. Las intervenciones que cuidan el bienestar, el confort, el ambiente competen al médico, son parte de su deber de decoro humano. Por el contrario, son indecorosas, incluso ofensivas, las que emanan de un empeño irracional de querer dar marcha atrás a una situación que se presenta como irreversible, sobrepasada.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 154.


viernes, 17 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (VIb)

La muerte digna del enfermo es la muerte que no ha sufrido la indignidad del abandono propio de la eutanasia, y que ha experimentado la cercanía del médico con el personalizado tratamiento paliativo necesario. 

Sigue la respuesta del Prof Herranz a la cuestión planteada en el anterior envío: “Lo mismo que ocurre con la obstinación diagnóstica ocurre con el llamado encarnizamiento terapéutico, que es mucho más frecuente y que puede ser mucho más grave. Pienso que se ha ganado en sensibilidad, y también en humildad, para reconocer la finitud de las intenciones médicas, y aceptar que ya no es posible insistir con nuevos ciclos de quimioterapia, con reintervenciones quirúrgicas, con maniobras de reanimación, con rescates tras tratamientos temerarios. 

Forma parte de la sabiduría clínica, de la prudencia profesional, saber discernir el momento en que "ya nada curativo" cabe hacer, y pasar a la atención paliativa. Ésta es ya una idea muy extendida: la Medicina curativa ha de abandonar la pugna por salvar una vida y la salud, para dejar que la Medicina paliativa se haga cargo del paciente y le ayude a morir en el sosiego. Morir en paz es un deseo, diría que universal, de los pacientes, que los médicos deberían satisfacer con empeño. Pero es también, y sobre todo, un derecho moral.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 153-154.


viernes, 10 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (VIa)

El final de la vida del enfermo debe provocar en el médico una actitud de cuidado especial.   

Cuestión: La obstinación médica es frecuente en los hospitales, en parte por la presión de las familias, y en parte por los propios médicos, que se resisten a admitir la muerte del paciente. 

Respuesta del Prof Herranz: “Esta atención hasta el final excluye, sin embargo, la obstinación médica, el emperramiento. De una parte, la obstinación diagnóstica. Están fuera de lugar las pruebas invasivas o no invasivas de las que no se derive una consecuencia significativa para el tratamiento. Si merece la pena tomar una muestra de sangre, practicar una radiografía, hacer una exploración invasiva es porque los datos que puedan proporcionar implican una modificación de la conducta clínica del médico. Las pruebas de las que no se prevea una consecuencia significativa para el tratamiento son superfluas, fútiles: habría que declararlas como intervenciones negativas, inoperantes, contrarias a la ética médica. 

A no ser que, cumpliendo la oportuna normativa, quiera obtener esos datos para un serio proyecto de investigación que trate de evaluar algunos aspectos de la atención médica al moribundo, el médico ha de renunciar a satisfacer una curiosidad ligera, a coleccionar imágenes o resultados analíticos, porque no debe interferir en el morir en paz de sus pacientes. Ha de renunciar a eso, no puede aprovecharse de que el moribundo es un paciente especialmente vulnerable. Las horas finales son un momento privilegiado que exigen un respeto reverencial por parte del médico.” Seguirá


viernes, 3 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (V)

Todo enfermo, mientras persista su vulnerabilidad, tiene el derecho de la asistencia del médico que le atiende. El enfermo nunca pude padecer el abandono del médico. 

Cuestión: ...Esto significa que mientras el paciente viva, la Medicina siempre estará a su lado. 

Respuesta del Prof. Herranz: “La expresión `dejar que la naturaleza siga su curso´ es hoy poco acertada. Es, me parece, cosa del pasado, parte de la herencia de la Medicina hipocrática, extraordinariamente sumisa a la noción de naturaleza (physis), que justificaba que el médico abandonara al desahuciado, porque ya nada curativo podía hacer por él. Hoy esa conducta podría ser tenida por una omisión de cuidados, como un abandono. 

La función de la Medicina abarca la vida total, alcanza hasta el momento de la muerte. El médico ha de atender a su paciente hasta el final, no necesariamente con su presencia física, pero sí con sus cuidados: no hay un tiempo de vida que no merezca la atención del médico. Esta ha de llegar hasta que el paciente expira. Incluso se habla ya de que existe un deber de duelo, de condolencia y acompañamiento post mortem. Un deber que, al margen de la autopsia, implica ciertas expresiones humanas del médico hacia la familia y la sociedad local. 

En definitiva: no se da en la buena Medicina un momento en el que el médico ya no tiene que hacer nada. La dignidad del paciente en todas sus fases exige, reclama, como un dato de justicia, la ayuda del médico, y, muy frecuentemente, su presencia. Eso forma parte del contrato social entre la profesión médica y la sociedad, que incluye la cláusula de que ninguno será abandonado por los médicos. Eso forma parte de la moralidad interna de la Medicina."  En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 152-153.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (IV)

La sociedad reclama que el médico sea un profesional actualizado tanto en la ciencia del curar como en la ciencia del cuidado.

Cuestión: Por tanto… sería lícito renunciar (por parte del equipo médico) al empleo de ciertos diagnósticos y tratamientos que procurarían sólo una prolongación precaria y penosa de la vida. Pero, ¿cómo compatibilizar esta decisión con la oferta de humanidad en el ocaso de la existencia terrena? 

Respuesta del Prof. Herranz: “Es mucho más humano dedicarse con competencia a la tarea profundamente compasiva de acompañar y aplicar las medidas paliativas. Aquí me gustaría subrayar que la Medicina paliativa no es una Medicina de segunda división. Es, por el contrario, uno de los sectores de mayor calidad humana, de mayor exigencia científica, de la Medicina. Se había descuidado en el pasado. Hoy es una especialidad atractiva, con mucho futuro, en la que se están produciendo avances muy considerables.” En “Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz”, José María Pardo, Ed EUNSA


viernes, 19 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (III)

Todo el mundo espera que en el límite de la lucha contra la enfermedad los cuidados paliativos tengan su lugar.    

Cuestión: Hace unos días recibí un e-mail de un médico que trabaja en el Área de Cuidados Intermedios de un gran complejo hospitalario. Le transcribo parte del mismo: "Me gustaría contactar con usted para pedirle un favor (...): trabajo en un área en la que atendemos a pacientes graves, y en la que con cierta frecuencia nos enfrentamos a la decisión de iniciar medidas más o menos agresivas a pacientes de mal pronóstico. Pese a que esta decisión va en el oficio, no siempre es fácil; además, de vez en cuando generamos intranquilidad moral a terceros (fundamentalmente enfermería). 

Respuesta del Prof. Herranz: “Desahuciar a un paciente, es decir, establecer el diagnóstico firme de incurabilidad, sentar el pronóstico de una muerte ya próxima, es probablemente uno de los actos médicos de mayor seriedad. 

El pronóstico es, en general, un arte muy difícil, que a la Medicina científica se le ha quedado muy por detrás de sus logros diagnósticos y terapéuticos. Pero la ciencia del pronóstico está creciendo de modo muy notable. Se están desarrollando nuevos criterios para calcular el pronóstico clínico, se han definido indicadores muy fiables para evaluar el deterioro de la función orgánica y las marcas de su progreso en la fase terminal de numerosas enfermedades. 

En particular, vamos disponiendo en la actualidad de medios adecuados para evaluar objetivamente la utilidad o la inutilidad de las intervenciones médicas que tratan de resolver situaciones críticas. Aunque no somos infalibles, cada vez los médicos podremos ser más fiables al utilizar racionalmente, objetivamente, los conocimientos que ya tenemos. Eso supone un avance en la atención del paciente, de su vida y su dignidad, en la fase terminal de la existencia. 

Pienso que hay una idea universalmente aceptada de que llega un momento en el que, ante el paciente desahuciado, el médico ha de renunciar a la pretensión de curar, pues ya no es posible. Me gustaría añadir que hay mucha vanidad, mucha vacuidad, en la idea de que, ante la muerte, la Medicina nunca se ha de dar por vencida. Esa es la idea nuclear de la llamada Medicina "heroica". La pugna irracional por prolongar la vida es tan detestable como atentar contra ella. Volvemos a las Coplas de Jorge Manrique: `querer hombre vivir, cuando Dios quiere que muera, es locura´.”  En “Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz”, José María Pardo, Ed EUNSA, 150-151.


viernes, 12 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (II)

En el enfermo moribundo la medicina tiene que valorar sus límites, pero activar su cuidado y compañía con el enfermo.

Cuestión: Vayamos con los límites de la Medicina. 

Respuesta del Prof Herranz: "No solo la vida tiene límites. Los tienen también la Medicina y los médicos individuales, los que realmente nos la aplican. Es esta una realidad que nos puede causar inquietud, pero en el fondo es una idea optimista: indica que a la Medicina y a los médicos les quedará siempre mucho por aprender, mucho por avanzar. 

En consecuencia, hemos de dar por cierto que la Medicina verdaderamente humana es, y será siempre, una Medicina limitada, falible, incluso cuando se acerca la muerte del enfermo. Tampoco entonces los médicos son inmunes al error. Que la Medicina sea limitada no vale, sin embargo, como coartada para el descuido, o para ofrecer una atención médica de menor calidad a los que están ya cerca de la muerte. Si en algún momento la impericia y la irresponsabilidad están fuera de lugar en la práctica de la Medicina, es delante del moribundo." En “Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz”, José María Pardo, Ed EUNSA, 150.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (I)

Respecto al límite de la vida, la medicina tiene también tiene sus límites de actuación salvo en el cuidar y acompañar.   

Cuestión: …Benedicto XVI señalaba en su Discurso a la Facultad de Medicina de la Universidad del Sacro Cuore en su 50a aniversario de fundación: …ponía en el centro de la atención a la persona humana en su fragilidad y en su grandeza, en los siempre nuevos recursos de una investigación apasionada y en la no menor consciencia del límite y del misterio de la vida". 

Respuesta del Prof Herranz: “La vida de cada ser humano tiene un límite. Todo el mundo reconoce que somos mortales, que la vida de cada uno se terminará un día; que, a pesar de las ilusiones de los inmortalistas, no es posible alargarla siempre un poco más. 

Sin embargo, algunos científicos alimentan sueños de inmortalidad y, lo que es peor, hacen soñar a muchos con ella. Recientemente, nos han tratado de persuadir de que será posible una especie de prórroga de la vida gracias a los trasplantes de células troncales, y los trasplantes de órganos. 

Todos sabemos que, en los últimos decenios y en todas partes, la expectativa de vida se ha alargado (más en las mujeres que en los hombres), y que esos años añadidos van teniendo cada vez una mejor calidad. Llegar a viejos, incluso muy viejos, no suprime sin embargo la mortalidad individual, simplemente retrasa la muerte. Llega un momento en que, si no sobreviene repentina, la muerte se ve venir. Entonces, es preciso acomodarse a esa idea de que morir no sólo es inevitable, sino algo ya próximo. 

A mi parecer, el mandato del libro del Génesis: "vivid", no implica solamente cuidar la vida, sino también desarrollarla hasta sus posibilidades últimas. Pero en todo caso es una vida que se vive como un regalo, algo cuya duración no está en nuestras manos, sino en las de Dios. Él es el Señor único de la vida y de la muerte. Lo que dice una paráfrasis de la copla de Jorge Manrique: el "querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera, es locura", se complementa con su inversa: "querer hombre morir cuando Dios quiere que viva, es igualmente locura". En “Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz”, José María Pardo, Ed EUNSA, 148-150


viernes, 29 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (y XIX)

Continua la respuesta del Prof Herranz sobre el testamento vital (ver envío XVIII): Para un católico, el testamento de vida es un modo de asumir hasta el final esa responsabilidad de ser administrador fiel de la vida que ha recibido de Dios, a título de préstamo, de don, no de propiedad de la que se pueda arbitrariamente disponer. La tradición del administrador prudente de la propia vida está inscrita en toda la teología moral. 

A pesar del silencio que sobre el aspecto guardan prácticamente todas las legislaciones, el testamento vital es la ocasión de establecer la propia voluntad acerca de la atención espiritual y la administración sacramental del moribundo, que, como establece una larga tradición eclesial, se puede administrar al inconsciente sub conditione. Además, es un modo de expresar la propia fe, de reconocer la propia finitud. 

Muchas Conferencias episcopales han publicado modelos de testamento vital. Son un modo de dejar constancia, ante los médicos, el hospital y la sociedad, de las aspiraciones de un cristiano para el momento de la muerte y una ocasión para meditar sobre la propia muerte. 

viernes, 22 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVIII)

La muerte digna es siempre la que es acompañada, nunca la que es provocada.

Cuestión: Históricamente “el testamento vital” surge a la sombra de los movimientos en favor de la despenalización de la eutanasia... 

Respuesta del Prof Herranz: “Es innegable el apoyo de los movimientos pro-eutanasia a la implantación y al uso del testamento de vida. Más aun, ellos son los que se han encargado de difundir modelos que contienen una incitación, más o menos clara, a implantar el derecho a la muerte con dignidad, incluida la eutanasia. En España, la Asociación Derecho a Morir Dignamente ha difundido en Internet su modelo de testamento vital, … 

…Por el contrario, “la decisión anticipada” de determinar el tipo y la intensidad de atención médica terminal que, en caso de no poder participar en esa decisión, uno quiere recibir, es un acto de responsabilidad personal. También puede incluir el testamento de vida la decisión de donar órganos para trasplante o de rehusar tal donación. Hasta cierto punto, uno delante de Dios, delante de la familia y delante del médico, sigue siendo el responsable de su propia vida, y por eso tiene el derecho y la obligación moral de establecer criterios acerca de futuras intervenciones de las que no podrá decidir. Lo ha de hacer de modo reflexivo, meditado y serio. El testamento de vida es el modo de hacer presente esa voluntad cuando el paciente no puede consentir con conocimiento y libertad a lo que el médico le ofrece. Es un modo de dar continuidad a la propia vida moral.”  Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 146-147

sábado, 16 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y suicidio asistido (XVIIb)

Un médico que ha vivido según ética médica hipocrática puede emigran a una medicina eutanásica con sólo hacerse esclavo, poco a poco, de una moral subjetiva y relativista 

Seguimos con la respuesta del Prof. Gonzalo Herranz (ver envío anterior, XVIIa): “...Cuando la vida llega a un final lleno de sufrimiento, y se sostiene que el sufrimiento tiene un valor negativo (hay que recordar que para la teoría hedonista el sufrimiento es un mal moral; y su evitación un bien moral), el médico queda atrapado en la propia dinámica de su moralidad profesional, y ya no puede dejar de matar. No se puede pensar que lo haga por perversidad. No hay monstruos morales en Medicina. Lo hará simplemente por mero sentimiento, por un falso sentido de justicia, por no denegar a un paciente lo que ha dado a otro. 

La reflexión sobre el proceso acerca de cómo se inicia y se consolida la actitud del médico ante la eutanasia debería ser tema obligado para todos los estudiantes de Medicina. Lo hacen en Holanda como programa para desensibilizar a los estudiantes. Habría que escribir seria y documentadamente la historia de la conversión de un médico hipocrático en un médico que ya no se resiste a la eutanasia, que piensa que la eutanasia es parte de la buena profesionalidad.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 145-146. 


viernes, 8 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y suicidio asistido (XVIIa)

La ética médica no se vive sólo cuando se conocen y se aplican un conjunto de reglas codificadas. La ética médica se vive, sobre todo, cuando se interioriza en la conducta cada médico.  

Cuestión: Según tengo entendido ha aumentado el número de Facultades de Medicina que finalizan la carrera con la lectura del Juramento Hipocrático. Usted mismo ha traducido al castellano el Juramento hipocrático cristiano (siglo II- III), de autor anónimo. Tantas veces se nos olvida, o ignoramos, la sabiduría de los antiguos... 

Respuesta del Prof Herranz: “Es, por eso, necesario seguir repitiendo la cláusula del Juramento hipocrático "no daré un veneno a nadie, aunque me lo pida". Hay que hacerlo, pues lo básico ha de ser repetido muchas veces. Pero los médicos no necesitamos sólo doctrina ética; hemos de educarnos también en psicología moral. Me parece que la progresión que se ha dado en Holanda, donde, en pocos años, se pasó de ver la eutanasia como recurso médico excepcional a practicar eutanasias involuntarias, depende no de teorías metaéticas, sino de la psicología ética del médico, esto es, de que éste cuide su alma.

Un médico debería haber reflexionado a fondo sobre lo que le ocurre cuando accede a practicar su primera eutanasia. Debería haberse concienciado de que, si no reconoce su error, si no se arrepiente de lo que acaba de hacer y no renuncia definitivamente a ese comportamiento, entra en un torbellino moral del que no podrá salir. Si piensa que su comportamiento está justificado, que haber dado muerte a un paciente que se lo ha pedido es una decisión racional y conforme a su ética, no podrá dejar de hacer eutanasias en el futuro. Las virtudes propias del médico le obligarán a hacerlas más veces y más pronto. Si es fiel a su mentalidad preventiva, no podrá posponer su decisión y dejar que las cosas lleguen a un punto extremo: su deber de ahorrar dolor, de beneficiar al paciente le llevará a ver indicaciones cada vez más tempranas para la eutanasia. Ante su próximo paciente terminal anticipará unos pocos días, unas pocas semanas, la práctica de la eutanasia con respecto a su paciente anterior. Dirá: "no es humano, no puedo permitir que las cosas lleguen a tanto." Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 144-145.

viernes, 1 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVI)

El médico que promueve la solución de los problemas del paciente con la eutanasia ve al enfermo como un instrumento con grados de utilidad. De hecho, la eutanasia, al no precisar título ninguno, la puede ejercer cualquiera que se preste. 

Cuestión: La eutanasia no es el fracaso de la Medicina, sino el fracaso de la sociedad. Qué mal tiene que estar la sociedad para que un miembro de ésta no quiera vivir más en ella. Como señala Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, una humanidad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión, es una sociedad cruel e inhumana. La razón de fondo de la eutanasia, pienso, radica en la concepción antropológica que se posea: si se pierde el sentido trascendente de la persona humana ya no se es capaz de reconocer el valor inviolable de su vida, y se llega, por tanto, a proponer -con cualquier excusa- su eliminación como un bien. 

Respuesta del Prof Gonzalo Herranz: “Creo que es el fracaso de las dos: de la sociedad y de la Medicina. Como fenómeno social, la eutanasia es enormemente compleja. La sensibilidad social depende de la cultura, de cómo se haya educado en la tolerancia al sufrimiento. Pero por mucho que digan los periódicos y los legisladores, en último término, al menos de momento, la eutanasia es un fenómeno médico, está ligado inevitablemente a la Medicina. 

Se ha escrito algo sobre la criptotanasia, la eutanasia subterránea, la practicada por aficionados. Pero, por fortuna, el asunto, después de dar origen a una literatura negra, repugnante, de casos terribles, parece haber desaparecido. De momento, la práctica de la eutanasia, su indicación y ejecución, se tiene como cuestión exclusivamente médica. El rechazo, o la cooperación, del médico siguen siendo esenciales, tanto para que la eutanasia continúe como condenable y contraria a la ética de la Medicina, o instalarse en la sociedad como solución a un número creciente de problemas”. Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 143-144.

viernes, 25 de julio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVb)

El paciente siempre corre un grave riesgo con el médico de mentalidad utilitarista.

Cuestión: …Es cierto que se necesitan un elevado número de órganos para trasplante, pero la propuesta de estos médicos belgas no deja de ser macabra e inquietante...

Respuesta del Prof Herranz: “En esa reunión que tuvo lugar en la Real Academia Belga de Medicina, y en la que intervinieron también médicos de Luxemburgo y de los países del Eurotrasplante (Países Bajos, Alemania, Austria y parte de la antigua Yugoslavia, entre otros), se propuso que los pacientes neurológicos, sobre todo los de enfermedades de la neurona motora, podrían ser candidatos muy prometedores para el trasplante, pues sus órganos están en mejores condiciones que los provenientes de cadáveres. Es necesario obtener esos órganos cuando todavía no han sufrido daños debidos a la anoxia post-mortal. 

Hay pacientes, por ejemplo, con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que piden la eutanasia, pues no pueden practicarse a sí mismos el suicidio. Para que la donación sea posible, es necesario trasladar al enfermo de su domicilio particular al hospital, donde se practicará primero la eutanasia y posteriormente la extracción de los órganos para donación. El paciente tendría que ingresar directamente en el quirófano, ser preparado para una intervención quirúrgica de extracción de órganos (a la vez que en un quirófano contiguo se prepararía al receptor), se le practicaría la eutanasia y, en cuanto se certificara su muerte, se procedería de inmediato a la extracción de órganos. 

Esto suscita repugnancia moral, es un tanto macabro. Lo sorprendente del caso es que se discuta a nivel académico. Para dar un poco de brillo ético al asunto se nos dice que se establecerán una serie de directrices. Pero viendo las diapositivas que han sido proyectadas en esa reunión, se siente un poco de alarma, pues la mentalidad utilitarista no tardará en plantearse si la necesidad de obtener órganos en condiciones óptimas (los mejores son y seguirán siendo los de donante vivo), no llevará a operar en vida a los pacientes que solicitan la eutanasia: una vez extraídos los órganos, se procedería a dejar morir al donante.”  Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 141-142.


viernes, 18 de julio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVa)

Los defensores de la eutanasia provocan el adelanto de la muerte de los enfermos. Es difícil que esa actitud no corrompa también la ética de los trasplantes. 

Cuestión: Plano inclinado que acaba en el consecuencialismo. En una convención médica organizada en diciembre de 2010 por la Real Academia Belga de Medicina, tres médicos de tres hospitales universitarios explicaron que un 20% de las 705 personas a las que oficialmente se les aplicó la eutanasia en el país padecían desórdenes neuromusculares, pero sus órganos eran de una calidad relativamente alta, buena para el trasplante. ¿Puede tener la legalización de la eutanasia otro tipo de motivaciones? 

Respuesta del Prof. Herranz: “Es un asunto que debería provocar una preocupación muy profunda. ¿Por qué?, porque la demanda de órganos para trasplante está alcanzando niveles muy fuertes. La sociedad ha aceptado el mensaje alentador de que es posible salvar, o prolongar, la vida de mucha gente, pero que para eso hacen falta muchísimos órganos. 

La criminalidad que puede haber en este campo, como señaló la Declaración de Estambul sobre el tráfico y comercialización de órganos (2008), deja todavía muchas bolsas de abuso en el mundo, como China o la India, donde se practica el turismo del trasplante. Se supone que en los países avanzados eso es un delito perseguido, pero se están buscando fórmulas marginales de burlar la ley siguiendo conductas delictivas. 

Hay que reconocer, por otra parte, que los requisitos de los primeros años de la legislación y de la normativa profesional sobre el trasplante, que trataban de obtener órganos de alta calidad, de personas jóvenes, sin riesgos para los receptores, no tienen vigencia ya, y prácticamente se han olvidado. Hoy los requisitos de calidad se han rebajado: prácticamente no hay límite a la edad del donante y se aceptan órganos tolerablemente alterados. Podría decirse que, en el momento presente, el requisito fuerte para la donación es la voluntariedad del donante. Pero en muchos países la legislación subraya tan fuertemente la autonomía del donante, incluso post-mortem, que no es posible la presunción de donación.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 140-141. 


viernes, 11 de julio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XIV)

Los protocolos pro eutanasia cuestan diferenciarlos de los seguidos por el espíritu de la Alemania nazi.  

Cuestión: El 10 de marzo de 2005 se publicó en el New England American Journal el artículo «El Protocolo de Groningen. Eutanasia en recién nacidos gravemente enfermos», firmado por los doctores Eduard Verhagen y Pieter Sauer. En septiembre de ese mismo año, apareció otro artículo de los mismos autores en la revista norteamericana Pediatrics: «Decisiones para acabar con la vida de recién nacidos: un planteamiento desde Holanda». En ambos se ofrece a la comunidad científica internacional la descripción detallada del Protocolo de Groningen. 

Respuesta del Profesor Herranz: Todo esto fue posible por una cooperación activa de los jueces. En los pocos Juicios de los casos denunciados por infracción de normas legales, los jueces fueron justificando nuevas indicaciones de la eutanasia. De tal manera que a la "eutanasia por dolor insufrible" siguió la "eutanasia por sufrimiento psicológico grave", la "eutanasia neonatal" (porque significaba un sufrimiento insoportable para los padres) y la "eutanasia por dolor existencial", que viene a ser una desgana grande ante una existencia precaria o desconsolada. Por eso se puede decir que hoy en Holanda la mera petición al médico de la eutanasia significa prácticamente obtenerla. 

…Ya desde el principio se vio que era alto el número de las eutanasias no voluntarias (de 800 a 1000 por año). Se trataba de casos en los que no había una petición racional y reiterada del sujeto: pacientes en estado vegetativo persistente, dementes avanzados o incapaces mentales. 

El fenómeno que, sin embargo, desacredita la validez práctica de la ley fue el número de casos de eutanasia involuntaria; es decir, la eutanasia de pacientes conscientes, cuya vida era considerada por los médicos como carente de valor, improductiva, o exigente de atención médica excesiva. Se trataba en muchas ocasiones de ancianos sin familia, abandonados, sin sistemas de ayuda, para los que se juzgaba que la muerte era mejor que seguir viviendo así. Muchos médicos confiesan que han practicado este tipo de eutanasias. 

Es inevitable preguntarse qué diferencia separa el programa de eutanasia de la Alemania nazi y esta forma de dominio sobre la muerte que ejercen hoy esos ilustrados profesionales de la Medicina. Se dice que son decenas de miles los ancianos que en Holanda se han provisto de un testamento de vida para manifestar que rechazan de plano que se les practique la eutanasia. Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 130-140.

sábado, 5 de julio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XIIIb)

La sedación paliativa en medicina es drásticamente opuesta a la sedación terminal o eutanásica impropia de la medicina.

Seguimos con la respuesta del Prof. Gonzalo Herranz (ver envío anterior): "...Llegó un momento en el que la propia Real Sociedad Holandesa de Médicos, al percibir una incipiente alarma social ante el incremento que iba tomando la eutanasia, recomendó a los médicos no utilizar la eutanasia como modo de poner fin a la vida de los pacientes, sino que se limitaran a la ayuda médica al suicidio, proporcionando a los pacientes que las solicitaran las instrucciones y las medicinas necesarias para causarse ellos mismos la muerte, y dejar, de paso, a la Medicina libre de toda sospecha. 

Rápidamente se vio que el problema no se resolvía así, pues muchos pacientes preferían seguir sufriendo antes que suicidarse. Eso prolongaba su vida y, por consiguiente, la demanda de atención médica domiciliaria, pues en Holanda la atención terminal se hace en casa de los pacientes (en los Países Bajos los enfermos terminales no suelen ser admitidos en los hospitales para recibir atención paliativa). Fue entonces cuando la Real Sociedad Holandesa de Médicos recomendó a los facultativos que simplemente recurrieran a la sedación terminal: de ese modo, se obviaban los posibles conflictos judiciales ligados a la eutanasia y a la ayuda al suicidio. La sedación, en cuanto sedación terminal o eutanásica, se ha convertido en un modo sencillo de resolver el problema de la enfermedad terminal. La gente la denomina "eutanasia lenta". Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 138-139.


viernes, 27 de junio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XIIIa)

La eutanasia y el suicidio asistido, junto al aborto, es la fruta madura de la cultura de la muerte y del desahucio, en radical oposición a la auténtica medicina. 

Cuestión: Holanda fue el primer país en legalizar la eutanasia, en 2002. Para su legalidad, el procedimiento debía cumplir una serie de requisitos: pacientes terminales con "sufrimiento insoportable", que no tuvieran esperanza de curación, mayores de 18 años y que libremente quisieran poner fin a su vida. Ludwig Minelli, fundador de la Clínica Dignitas, especializada en suicidios asistidos, sostiene que, si se acepta la idea de la autonomía personal, no se puede poner la condición de que sólo los enfermos terminales (con enfermedades físicas) tienen derecho al suicidio asistido. También se les debería permitir a los enfermos con trastornos psiquiátricos (esquizofrenia, depresión, etc.), o a personas que hayan perdido el sentido de vivir, etc. Ciertamente, si se defiende el criterio de la autonomía de la persona para solicitar la eutanasia, se inicia el plano inclinado...

Respuesta del Prof. Herranz: “…En Holanda, los médicos fueron desarrollando poco a poco una cultura de tolerancia a la eutanasia, o incluso de promoción de la eutanasia. Liberarse de la carga de los enfermos sin remedio casaba con su mentalidad utilitarista. La gente aceptó ese modo de proceder, de modo que el acuerdo tácito entre la sociedad, los médicos y la judicatura hizo arraigar tan extensamente la eutanasia que llegó un momento en que convino dar sanción legal a la costumbre. Es doloroso que fueran precisamente los grupos sociales que debían proteger de modo particular la vida humana (los médicos y los jueces) los que, apostatando de esa misión, desarrollan los criterios pre-legales para la eutanasia y después prepararon la legislación. 

Cuando la Real Sociedad Holandesa de Médicos estableció, con la anuencia de la Judicatura, que la eutanasia y la ayuda médica al suicidio podrían practicarse en unas condiciones que ellos mismos habían diseñado para que el asunto no se les fuera de las manos, la sociedad y el legislativo reaccionaron con una sumisión pasmosa. No todos los médicos aceptaron el nuevo estado de cosas. Se produjo una escisión entre los médicos. Los médicos que respetaban la vida humana se separaron de la Real Sociedad Holandesa de Médicos y crearon un organismo paralelo, llamado la Liga Holandesa de Médicos. No eran muchos, casi todos veteranos, de modo que, con el paso del tiempo, fueron disminuyendo en número y fuerza social. Hoy, la oposición profesional a la eutanasia en Holanda, y en gran parte de Bélgica, es muy débil….

Así, pues, en Holanda se hizo lo que dijeron los médicos. Hendin ha podido hablar de un fenómeno absolutamente nuevo: el de una "sociedad fascinada por la muerte". Su libro Seducidos por la muerte indica hasta qué punto la mezcla de compasión, de utilitarismo extremo y de intolerancia al dolor pueden crear una cultura de este tipo.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015.


viernes, 20 de junio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XII)

No parece que haya congruencia médica en justificar causa admisible de suicidio eutanásico a la vez que se impide el suicidio al enfermo psiquiátrico, a no ser que se caiga en la esquizofrenia médica o en un principio de autonomía altanera.

Cuestión: Los suicidios se han convertido en España en la principal causa de defunciones por causas no naturales. Un serio problema de salud pública, que reclama medidas para prevenirlo y no medidas legislativas para facilitarlo. Una persona sana que intenta suicidarse recibe ayuda, incluso se le somete a un tratamiento psicológico hasta que supere la crisis. El objetivo es procurar que esa persona recupere su autoestima, para poder vivir con dignidad. En cambio, en un enfermo incurable y desesperado la discusión gira en tomo a expresiones como "muerte digna", "libertad para elegir la propia muerte", "acto de autonomía y autodeterminación". ¿Por qué esa diferencia? 

Respuesta del Prof. Herranz: “No cabe duda de que la prevención del suicidio es un problema de salud pública de primera magnitud en todos los países, especialmente en los más avanzados.

…Estas consideraciones se aplican de modo particular a la situación de enfermedad terminal. La experiencia de los seguidores de Cecily Saunders en los primeros años del movimiento de los Hospices era ver la transformación que muchos pacientes, desesperados, que clamaban para que se pusiese fin a sus vidas, experimentaban ante una atención paliativa llena de humanidad. Hablaban del valor inconmensurable de esos pocos días finales de la vida, no tanto por el alivio sintomático, sino por el mensaje de serenidad que esos pacientes enviaban a sus compañeros de sufrimiento. Pienso que en la actitud de exigir la muerte como ejercicio de la propia autonomía subyace, no sólo horror al sufrimiento, sino también un poco de soberbia altanera.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, p 135-136.


viernes, 13 de junio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XI)

El principio de autonomía del paciente es de escasa utilidad si no hunde su raíz en la confianza que se presta al médico para que éste la administre con responsabilidad.   

Cuestión: Hoy en día, con la facilidad que aporta Internet, un número no despreciable de pacientes acude a la consulta médica con el diagnóstico, pronóstico y tratamiento ya determinados. Muchos médicos se sienten incómodos ante esta situación. De alguna manera, la relación médico-paciente queda afectada.

Respuesta del Prof. Herranz: “Hay cada vez más pacientes que se pasan horas, a lo largo de semanas o meses, estudiando por Internet o en las bibliotecas su enfermedad crónica o el tratamiento electivo. Llegan a saber muchísimo de ellas, y está muy bien que lo hagan. Pero la enfermedad aguda, la que viene de pronto, la que no se tiene tiempo de estudiar, es asunto, me parece, en el que la autonomía debe dar sitio a una sana confianza en el médico. El problema se traslada entonces a su lugar propio: los médicos deberán administrar bien esa confianza que en ellos se deposita, necesitan ser profunda y constantemente responsables. 

Pero los médicos, incluso los más responsables, pueden errar. Eso significa que la artificial cultura de la autonomía debería ser compensada, o completada, con un crecimiento vigoroso de la cultura del error, y dar así una nueva dimensión humana a la Medicina. Los médicos no son gigantes, no son infalibles. Son seres comunes que se cansan, que se irritan a veces, que se equivocan. Por eso es necesario que los pacientes conozcan la condición finita, humana de médicos y pacientes: esa es una pieza fundamental que debería estar en la información que el médico da a sus pacientes. Los médicos no deben esconder, en sus relaciones con los pacientes y los colegas, que pueden equivocarse y que de hecho se equivocan. Lógicamente esto no significa dar carta libre al error: todo lo contrario, reconocer su presencia ubicua para prevenirlo y, si acaece, tomar las medidas para que no vuelva a producirse.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015.


viernes, 6 de junio de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (X)

Para la gran mayoría de enfermos, qué sentido tiene firmar un consentimiento del que apenas se entiende algo y mal, y ¿a quién beneficia? 

Cuestión: Una de las cosas que ha cambiado en la práctica médica diaria es la avalancha de formularios ante distintas pruebas diagnósticas o de tratamiento…. Mi sensación es que la gran mayoría de los pacientes firma, porque hay que hacerlo, sin entender lo que hace. 

Respuesta del Prof. Herranz: “Creo que la autonomía, tal como se representa actualmente en los hospitales, es más letra de ley que vida del pueblo. Es una idea jurídica que permite hacer leyes, reglamentos, formularios y que da trabajo a los Comités de ética. Pero ese formalismo es artefacto. Yo mismo, cuando he ingresado para alguna intervención, he dicho que por favor no me trajeran los formularios, porque no los firmaría. Prefería hacer en un papel mi propia autorización para los tratamientos. No estoy muy seguro de si lo hice por vanidad de profesor de ética médica, o por verdadero respeto ético hacia mí mismo y hacia el médico que me iba a intervenir. Yo estaba allí porque quería, me operaba porque me daba la gana. Pero rechazo el formalismo del formulario, una cosa primariamente introducida por juristas y para los juristas. 

Es utópico pensar que los pacientes comprenden racionalmente y evalúan ponderadamente una información de la que entienden muy poco. Por eso, y de cara a la eutanasia, pienso que la enfermedad terminal no es el hábitat normal para que el paciente tome decisiones, comprenda informaciones, evalúe pronósticos, sopese alternativas de tratamiento, y pueda elegir el suicidio médicamente asistido o la eutanasia.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015. 

viernes, 30 de mayo de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (IX)

Bien distinta es en medicina una autonomía del paciente saturada de implicaciones jurídicas, de la autonomía informada que necesita el paciente para dar su decisión a pruebas o tratamiento.

Cuestión: Con frecuencia se escucha esta argumentación: "A nadie se le puede obligar a seguir viviendo en contra de su voluntad. La eutanasia es un derecho de la autonomía individual del sujeto". En Medicina, el concepto de autonomía no es realista en muchas situaciones. ¿Puede realmente una persona en estado de evidente gravedad hacer una petición independiente y libre de acabar con su vida? ¿Tiene los medios cognitivos necesarios para tomar una decisión de este tipo? 

Respuesta del Prof Herranz: “Yo diría lo siguiente: la autonomía ha entrado en ética, en bioética, no como una actitud ética, sino como un derecho, el derecho último, básico. Me parece que ese exceso de acento jurídico la desvirtúa. La autonomía ha sido exagerada en intensidad y extensión. Y aunque ha sido exaltada por el coro de los bioéticos, no han dejado de aparecer críticas muy razonadas…

Cari Schneider es otro autor que ha estudiado este tema muy seriamente; me parece que es el único que ha sacado la autonomía del armario jurídico, de la condición de figura jurídica, y la ha estudiado en su realidad empírica, en las salas de los hospitales, en los consultorios. 

Nos ha mostrado qué es en realidad la autonomía, cómo se vive, qué significa para los pacientes de carne y hueso. Schneider, tanto en muchos artículos como en su libro The Practice of Autonomy: Patients, Doctors, and Medical Decisions, ha estudiado lo que los pacientes entienden que es su autonomía real y cuán difícil es para ellos administrarla. El hecho de que, en la práctica norteamericana, la ley de autodeterminación del paciente no haya conseguido superar el modesto 20% de los pacientes que llegan al hospital con sus disposiciones anticipadas listas o que las redactan en el momento de ingresar, indica hasta qué punto la tendencia a autodisponer de uno mismo es algo que difícilmente entra en la mentalidad de la gente común.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, p 131-132. 


sábado, 24 de mayo de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (VIIIb)

Cuando el sentimentalismo dirige a una persona, su conducta será, sobre todo, irracional. Exactamente igual ocurre en una sociedad influida por la propaganda eutanásica.

Seguimos con la respuesta del Prof Gonzalo Herranz (ver envío anterior): "Uno de cada cuatro ancianos vive solo durante todo el año; soledad que se acrecienta durante los meses de verano, época del año en la que aumentan los ingresos en las residencias de la tercera edad y en las urgencias de los hospitales. 

El hecho mismo de que las necesidades afectivas de una persona mayor o enferma estén desatendidas es, también para algunos, justificación suficiente de la eutanasia. Ya señalé que los Jueces holandeses han definido esta situación como "crisis existencial", remediable con la eutanasia. Quedarse sin amigos, vivir en soledad, tener que depender afectiva y efectivamente de otros, hace patente que la vida ha perdido calidad, carece de aliciente, le arrincona a uno. 

Pienso que en toda la propaganda en favor de la eutanasia hay una explotación abusiva de los sentimientos. Recuerdo el intento de algunas personas, aquí en España, de utilizar como eslogan para la televisión la voz quejumbrosa de una mujer que tenía a su marido en la unidad de cuidados intensivos. Había allí una clara explotación del sentimiento, un abuso propagandístico. No cabe duda de que en la bioética abunda extraordinariamente esa ética del sentimiento. 

Esa ética opera muy profundamente en la gente. Uno de los más duros insultos con que se puede ofender a alguien es decirle que es una persona que no tiene sentimientos. Pero se debe insistir en una idea luminosa de Chesterton: cuando la compasión se separa de las otras virtudes, se convierte en un vicio mortífero. El que se mate por compasión no hace inocente el hecho de matar. No hemos de ver la compasión como un atenuante. Pienso que la educación del sentimiento es fundamental. Educar el sentimiento no es erradicarlo, sino integrarlo en la vida moral, dirigirlo."  Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, p 130.