Abordamos un nuevo capítulo de envíos marcados por las enseñanzas del Prof Gonzalo Herranz. Se trata esta vez de un tema de ética médica de notable vigencia en el mundo profesional sanitario y de gran repercusión social. La ignorancia que de intento se ha difundido en este campo de forma generalizada, tanto por la industria farmacéutica como por amplios sectores influyentes de la sociedad, está movida por intereses muy variados pero coincidentes en silenciar los hechos científicos y entorpecer la actuación ética médica.
Pasamos a dar la palabra al Prof Herranz:
"...Merece la pena que echemos una mirada atrás, para examinar dos cuestiones:
La primera se refiere a cómo se ha ido estableciendo, lenta pero inexorablemente, la continuidad bioquímica, psicológica, médica y moral de contracepción y aborto.
La segunda, será mostrar como ya hoy, ni la mayoría de los médicos generales, ni de los especialistas en ginecología, ni de los farmacólogos están interesados en considerar como científica ni éticamente relevante la distinción entre efectos contraceptivos en sentido estricto, es decir, anovulatorios, y efectos abortivos de los métodos de control de los nacimientos.
Para llegar a esa indiferencia científica y ética ha sido necesario realizar con complicidad una manipulación del lenguaje a fin de narcotizar la conciencia moral y desdibujar la taxonomía biológica clásica que distinguía la concepción como un fenómeno cardinal de la fisiología reproductiva.
La manipulación de las palabras y la redefinición de los términos ha permitido a algunos olvidarse de las diferencias éticas y biológicas que hay entre contracepción y aborto.
Estaremos entonces en condiciones de abordar un tema central: comprender cómo se planifica para el futuro esa nueva síntesis de contracepción y aborto con la introducción de las antiprogesteronas, las píldoras capaces de actuar como contraceptivos y también de inducir el aborto. Y cómo se establece definitivamente, en los planos bioquímico, médico, psicológico y moral el continuo contracepción-aborto. El futuro, según Baulieu, es la era, no de la contracepción, sino de la contragestión.
Primero: mirando al pasado. En efecto, en el campo de la contracepción se ha ido produciendo una evolución histórica consistente, casi inexorable, que interesa conocer, porque no es sólo una historia de cómo han evolucionado las moléculas, las dosis, las vías de administración, los efectos indeseados o los ensayos clínicos, sino que es sobre todo la historia de cómo se ha ido imponiendo una ideología, de cómo se ha falsificado la ética, de cómo la eficiencia técnica y económica ha ahogado importantes valores morales.
Y la historia es ésta: el primitivo diseño de controlar la fecundidad se operaba mediante agentes anovulatorios, que al impedir la ovulación, situaban los conflictos éticos en la fase preconcepcional. Es obvio que existe una grave responsabilidad moral, formulada de modo muy lúcido en la Humanae vitae, al cegar las fuentes de la vida y al hacer artificial y deliberadamente infértil el acto conyugal mediante los anovulatorios. Pero no estaba cargada esa acción con la culpa adicional de destruir un ser humano.
Pero aquella píldora anovulatoria de primera generación era un producto farmacológicamente "pesado". La dosis de hormonas, especialmente de estrógenos, necesaria para trastornar cada mes la maduración del folículo ovárico y evitar la ovulación era demasiado fuerte y provocaba a muchas mujeres efectos secundarios molestos.
Se hizo necesario disminuir la dosis de hormonas contenidas en la píldora. Tal modificación trajo consigo varias consecuencias: el mecanismo de acción inicial, anovulatorio, fue sustituido por un complejo y nuevo mecanismo de acción, en el que se combinan el efecto anovulatorio ocasional, con modificaciones del moco cervical, que se vuelve muy denso, viscoso y difícil de atravesar por los espermios, con modificaciones de la motilidad de la trompa de Falopio, que dificultan el transporte del ovocito. Pero, sobre todo y en particular, se producen cambios en el endometrio, la cubierta interna del útero, que se vuelve refractario a la anidación del embrión, en el caso de que se hubiera producido la fecundación. Este último factor tiene una gran significación técnica, humana y moral, ya que determina que las nuevas píldoras, que actúan a través de mecanismos diferentes, posean un efecto potencialmente abortivo.
Es curioso que no es mucha la información que tenemos sobre este aspecto de la contracepción. No se suele investigar mucho sobre él. Parece que los laboratorios farmacéuticos que producen contraceptivos modernos no están muy interesados en determinar la intensidad del efecto abortivo: no es ciertamente asunto fácil de estudiar si queremos hacerlo con gran precisión. Pero, estoy convencido, la escasez de estudios no viene de la dificultad de su diseño experimental, sino del posible daño que a la buena reputación de la píldora de baja dosis de estrógenos podría causarle el esclarecer que actúan en el 30%, en el 15%, o en el 5% de los casos a través de una acción antinidatoria, abortiva precoz." Gonzalo Herranz, conferencia “La píldora RU-486 y otros abortivos: ¿El control natal del futuro?”, en el Congreso Internacional por la Vida y la Familia. Santiago de Chile, 20 de agosto de 1994.
No hay comentarios:
Publicar un comentario