Presenta el Prof Gonzalo Herranz el segundo y tercer ejemplo, anunciados en el envío anterior, para poner de manifiesto el desvarío, y la degradación, de algunos médicos que se sirven de la medicina para rebajarla en beneficio propio a costa de menospreciar a quien no ofrecerá nunca la menor resistencia: el enfermo en su intrínseca debilidad. No hay mayor honor del que puede hacer gala el médico que el constante y explícito aprecio a la debilidad del paciente.
Merece atención el Prof Herranz:
“El segundo ejemplo nos es, por desgracia, más familiar… La Mifepristona, la "RU 486", no es sólo un arma química que aniquila al embrión humano, ni sólo un teratógeno o un fármaco con efectos indeseados sobre la salud física de la mujer, ni una forma de aborto que reduce casi a cero el trauma psicológico de pasar por un quirófano.
El aborto inducido con Mifepristona además de matar al embrión, le profana, le degrada a la condición negativa de producto de desecho y le homologa con la materia fecal. Del mismo modo que un laxante es capaz de aligerar de su contenido al intestino perezoso, la nueva píldora permitirá liberar al útero gestante del embrión que crece en él. Desconectado de la madre por un eficiente mecanismo de competitividad molecular entre antihormona y hormona y exprimido fuera del útero gracias a la acción de una prostaglandina, el embrión termina su breve existencia en la red de alcantarillado. De este modo, la transmisión de la vida humana, esa suprema participación del poder creador de Dios por la que el hombre es hecho capaz de concrear otros hombres, queda convertida en una operación banal, del mismo rango fisiológico, psicológico y moral que la micción o la defecación. No soy capaz de decidir cuál de las dos afrentas de la RU 486 es mayor: si la aniquilación del embrión o la degradación de la maternidad.
El tercer ejemplo quiere mostrar como la obsesión por aplicar los avances de la ciencia provoca en algunos médicos una intolerancia adquirida a la debilidad. El diagnóstico prenatal se está convirtiendo, gracias al cribado de los débiles, en un concurso de tiro sobre blanco movible, donde impera la regla de "apunta y dispara". Esto se demuestra con claridad en el caso del diagnóstico prenatal del albinismo.
Gracias a ingeniosos procedimientos de Genética bioquímica estamos conociendo cada día mejor las diferentes variedades de este trastorno. Al mismo tiempo, no dejan de mejorar los procedimientos, no menos ingeniosos, que permiten a los albinos adaptarse a su deficiencia, de modo que puedan llevar una vida normal y trabajar en empleos normales. Cierto que no podrán nunca descollar en ciertas actividades, pero parece que gracias, entre otras cosas, a su uso superior de la memoria, pueden alcanzar niveles sociales y económicos más altos que sus hermanos normalmente pigmentados. Pues bien, se ha puesto a punto un método para el diagnóstico prenatal del albinismo. Algunos genetistas
clínicos no se resignan a que la nueva técnica se quede fuera de la panoplia del aborto eugénico. Y ya que es improbable que en los países occidentales de clima templado se llegue a aceptar la eliminación selectiva de los albinos, ofrecen el nuevo procedimiento a los países tropicales, donde los problemas socioculturales, oculares y cutáneos de los albinos se les antojan incompatibles con la dignidad debida a una vida humana.
La eliminación de los débiles parece haberse constituido en pasión dominante de algunos científicos.
Creo que con la misma tenacidad debemos nosotros difundir nuestro mensaje de respeto a la debilidad”. Conferencia “La protección de la debilidad. Un valor ético fundamental en medicina”, International Right to Life Federation, Palma de Mallorca, 12 a 14 de febrero, 1988
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