viernes, 9 de septiembre de 2022

El valor de los Comités de Bioética (y IV)



Siguiendo la exposición del Prof Gonzalo Herranz, es evidente que la salud de un Comité de bioética en Medicina depende de su compromiso con la verdad científica, que ciertamente es imposible que surja de una visión reduccionista de la ciencia, razón que explica que haya tantos Comités de bioética cadáveres. El futuro de los Comités depende de su compromiso con la verdad. Sin ese compromiso "hablan" desde el cementerio.

Claramente lo expresa el Prof Herranz

“¿Cuál será el futuro de los Comités?... Los Comités, como toda empresa humana, pueden tener sus fallos y, de hecho, los han tenido y en abundancia. 

Pero es mi impresión que a los científicos, de la variedad cientifista, necesitan que alguien les recuerde, con inteligencia y con obstinación, lo que Max Planck dijo acerca de los límites éticos de la indagación científica: “Alegrarnos ante lo investigable e inclinarnos reverentemente ante lo que no se debe investigar”.

Los científicos de hoy necesitan que alguien les recuerde que la ciencia tiene unos límites éticos, que la ciencia no lo es todo ni, como ellos pretenden, lo explica todo. 

Necesitan que alguien, con mucha sencillez, les recuerde que el cientifismo es una herejía humana que sólo admite la existencia de cosas como las moléculas, genes, mecanismos, técnicas, enfermedades, pero que es ciego a algunos hechos y valores humanos básicos: que el paciente y su enfermedad, su cuerpo y sus órganos son indisociables; que los genes humanos están en las personas, no en los tubos de ensayo o en un vacío existencial que niega lo antropológico, lo personal, lo familiar, lo social y lo ético; que un embrión humano, incluido un embrión humano clonado, no es un mero complejo molecular o un curioso artificio celular, sino un ser humano, con un destino humano, plenamente abierto al futuro y repleto de dignidad humana.

Lo hecho hasta ahora por los Comités de Bioética es, como tantas cosas verdaderamente humanas, una mezcla de aciertos y pifias, de sabiduría y de debilidad, de valientes actos de fe y de astutas concesiones políticas. 

Su futuro es incierto. Pero han de continuar. Siempre tendrá que haber muchas voces que recuerden a la humanidad que, para seguir siendo humana, no le basta la ciencia, sino que necesita la sabiduría, una sabiduría que afirme ante la tentación reduccionista, en palabras de Juan Pablo II en su Encíclica Redemptor hominis “la prioridad de la ética sobre la técnica, el primado de la persona sobre las cosas, la superioridad del espíritu sobre la materia”. Gonzalo Herranz, “La Bioética, asunto público: presente y futuro de los Comités Internacionales y Nacionales de Bioética”, conferencia en el Congreso Internacional de Bioética. Universidad de La Sabana, 1997. 


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