jueves, 23 de junio de 2022

Píldoras contraceptivas y otros abortivos (VI)


La ciencia no establece un momento evolutivo del embrión humano al partir del cual adquiera, de forma solemne, la condición de criatura humana. La genética es clara y determinante para definir quién pertenece a la raza humana y quién no. Si al embrión no se le considera ser humano en crecimiento es porque su vida cae bajo el espejismo de intereses mezquinos que, además, se reproducen en el vivero insalubre de la indiferencia social.

A ese respecto, es significativa la aportación del Prof Herranz:  

“Se ha ganado en efectividad farmacológica y en seguridad para la mujer a cambio de un elevado costo ético.

Nada revela mejor la estrecha relación entre contracepción y aborto como los estudios sobre las potencialidades contraceptivas y abortivas del compuesto RU 486, también llamado mifepristona.

La mifepristona, es puente molecular entre contracepción y aborto. Es curioso, la mifepristona es un agente farmacológico que, según el modo y el momento en que sea administrado, puede actuar unas veces como contraceptivo, otras como antinidatorio y otras, finalmente, como abortivo.

Con las antiprogestinas, y en concreto con la mifepristona, se completa a nivel molecular el continuo contracepción-aborto.

Es, en primer lugar, el abortivo más intensamente estudiado. Cuando la mifepristona se administra sola no es muy eficaz, pues provoca el aborto solo entre el 64 y el 85 por ciento de las mujeres con embarazos de siete semanas o menos. Además, en el 10 al 30 por ciento de los casos, el aborto inducido es incompleto y debe terminarse con evacuación quirúrgica. 

Pero combinada con ciertas prostaglandinas, la mifepristona es capaz de inducir el aborto en el 92,7 al 99 por ciento de embarazos de siete semanas o menos. 

Estas elevadas tasas de eficacia abortiva se han alcanzado después de mucha investigación en busca del modo más eficaz de combinar mifepristona con prostaglandinas. 

Los efectos secundarios del tratamiento son, a veces, muy intensos, y debidos en su mayor parte a la prostaglandina. 

Los partidarios del aborto farmacológico observan con satisfacción que, poco a poco, van ganando terreno a sus rivales del aborto quirúrgico, y eso a pesar de los inconvenientes del procedimiento, pues a sus efectos colaterales hay que añadir el mínimo de cuatro visitas que, antes y después del aborto, la mujer ha de hacer necesariamente al médico. 

Según un trabajo publicado, el 88 por ciento de las mujeres que se habían sometido a un aborto farmacológico respondieron afirmativamente a la pregunta de si volverían a escoger ese método con preferencia al quirúrgico si tuvieran que someterse de nuevo a un aborto”. Gonzalo Herranz, conferencia “La píldora RU-486 y otros abortivos: ¿El control natal del futuro?”, en el Congreso Internacional por la Vida y la Familia. Santiago de Chile, 20 de agosto de 1994.

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