jueves, 24 de noviembre de 2022

El respeto ético a la debilidad (VIII)

El enfermo en situación terminal precisa que se le valore y se tomen decisiones que huyan de extremos: tanto de la obstinación terapéutica, como del abandono. Es incuestionable que, en ese estado, la respuesta acertada que merece el paciente la encauzará la Medicina Paliativa.

El Prof Gonzalo Herranz clarifica la cuestión:    

“Todos nosotros necesitamos revisar con frecuencia cuál es nuestra actitud ante el principio ético de no discriminar…. 

Mi experiencia personal es que son muchos los estudiantes (de Medicina) que han de cambiar su modo demasiado sensorial, por no decir que sentimental, de ver a sus enfermos. Han de convencerse de que la paciente anciana es, como ser humano, tan digno y amable como la niña. Los enfermos que están consumiendo los últimos días de su existencia, y los incapacitados por la senilidad y la demencia, merecen el mismo cuidado y atención que los que están iniciando sus vidas en la incapacidad de la primera infancia.

En cuanto a lo finito de las intervenciones agresivas y el lugar de los cuidados paliativos, es esencial que médicos y enfermeras acertemos a reconocer los límites prácticos y éticos de nuestro poder. No nos basta saber que, de hecho, nuestras técnicas no lo pueden todo, tienen un límite físico. Hemos de tener presente también que hay límites éticos que no debemos sobrepasar, porque nuestras acciones serían, además de inútiles, dañosas.

Dos cosas nos son necesarias para esto: la primera, es tener una idea precisa de que, a pesar de su agresividad y eficacia, llega un momento en que los recursos disponibles se hacen inoperantes, porque, inevitablemente, son finitos; la segunda, comprender que ni la obstinación terapéutica ni el abandono del paciente son respuestas éticas a la situación terminal: sí lo es, en cambio, la atención paliativa.

Se está trabajando ahora activamente en definir, en protocolos clínicos y en términos éticos, la noción de inutilidad médica, de futilidad, valga el americanismo. Hay una inutilidad diagnóstica, lo mismo que hay una inutilidad terapéutica. Es posible, por tanto, un ensañamiento diagnóstico, lo mismo que un ensañamiento terapéutico.

La frontera entre la recta conducta paliativa y el error del celo excesivo no está clara en muchas situaciones clínicas. Tampoco conocemos exactamente el rendimiento de muchas intervenciones nuevas. Siempre habrá una franja más o menos ancha de incertidumbre, en la que será necesario decidir. En la indeterminación, podemos inclinarnos por ofrecer al paciente el beneficio de la duda”. Gonzalo Herranz, Conferencia en el VI Máster de Cuidados Paliativos. Aula “Ortiz Vázquez”, Hospital La Paz de Madrid, 8 de mayo de 1999. 


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