viernes, 13 de enero de 2023

Los derechos del paciente, ¿son derechos humanos? (II)

El derecho real del paciente proviene, de forma esencial, de la acentuada dignidad que adquiere sólo por el hecho de estar enfermo, sin confundir ese auténtico derecho con la demanda o exigencias de deseos imaginativos, utópicos o espurios. Precisamente, el exclusivo privilegio del médico proviene en dar cobertura profesional sólo al derecho que reclama la debilidad del paciente.

El Prof Herranz, delimita los términos con precisión:   

“…Los genuinos derechos de los pacientes, los que respetan su dignidad humana, son verdaderos derechos humanos, aplicados a la situación, especial y privilegiada del hombre enfermo que pide ayuda al médico. 

Necesitan revestirse de una túnica jurídico-legal, lo cual los expone a los riesgos de la manipulación política y a las exageraciones de los movimientos reivindicativos. 

Desprovisto de la hojarasca de los derechos adventiciales, el núcleo de derechos básicos del paciente posee una maravillosa fuerza moral, la que le viene de ser verdaderos y genuinos derechos humanos. Pues, el respeto ético por la persona enferma incluye, más allá de los derechos humanos comunes y básicos, un suplemento de derechos que se fundan en el hecho radical de la debilidad del paciente, en su posición de menesterosidad. 

Lo expresó, en su día, muy claramente el Comité Consultivo Nacional de Ética francés, cuando en uno de sus dictámenes, afirma que “[los enfermos] son seres humanos, que tienen tanto más derecho al respeto debido a la persona humana, cuanto más grande es la fragilidad del estado en que se encuentran”. 

…La enfermedad es siempre, en mayor o menor medida, una crisis del vivir humano… que nos arrastra y somete a prueba nuestra condición humana. En esa crisis de humanidad se cimenta la ética y la responsabilidad de la Medicina, de las que nunca se había dudado en la tradición ético-médica de occidente. 

Como señala Vogelsanger, la amenaza a la humanidad del paciente que es la misma enfermedad despierta en el sano una responsabilidad particular, que le lleva a asistirle con todos los medios disponibles. El representante de esa responsabilidad y de ese servicio, el que actúa en representación y por encargo de los hombres, es el médico. 

Probablemente ahí está la raíz de los derechos del paciente: éste tiene, por el hecho de su debilidad, un título especial de dignidad, que se refleja en la dignidad específica de la profesión médica. Los privilegios que los médicos reciben de la sociedad están justamente al servicio de su asistencia al doliente, son una respuesta de ayuda, humana y humanizante, a la amenaza para el hombre que es la enfermedad”. Gonzalo Herranz, Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra, Pamplona 1998.


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