viernes, 23 de febrero de 2024

LA FAMILIA ARTIFICIAL (V)

La imperante mentalidad anticonceptiva se beneficia del engaño de un estado laicista y de la salvaje competencia que envuelve el trabajo profesional. 

El Prof Gonzalo Herranz:

“Quiero comentar aquí algo que me ha impresionado mucho y que tiene que ver con la familia y la educación. Hay en Suecia una ley de "Mejores servicios de atención a los niños"…. 

La cosa es bien sencilla: para ganar más dinero, y tener más dólares para poder comprar las cosas que anuncia la tele, es cada vez mayor el número de las mujeres quieren tener un trabajo bien remunerado. Eso no estaría mal si se hiciese compatible con llevar adelante la familia. 

Pero, paradójicamente, en estos tiempos de desempleo, los empleos han de ser cada vez más absorbentes y competitivos. Hoy, más que nunca, tener trabajo significa hoy trabajar a tiempo completo, incluso con horas extra. Al Estado eso le parece muy bien, porque así se puede quedar con una buena parte de ese dinero, pues a mayores salarios, mayores impuestos. 

Pero si esas mujeres tienen un hijo y quieren trabajar un horario normal para ganar un salario que valga la pena, tienen que encontrar a alguien que cuide del niño. 

Aquí es donde viene la ley: como hay suficiente experiencia acumulada de que hay guarderías y escuelas que funcionan mal, y las que funcionan bien suelen ser caras, el Estado -propone la ley- se encargará de montar una red de guarderías y escuelas de alta calidad, que cubra todo el territorio nacional, donde todos los niños recibirán los mismos cuidados y educación, satisfaciendo unos altos estándares mínimos de calidad, igual para todos: el mismo alimento para el cuerpo y para la mente. Uno de los requisitos esenciales de tales instituciones será la prohibición de enseñar religión, ya que no todos los padres tienen la misma fe, incluso, muchos no tienen ninguna. Y eso es lo que manda la separación de poderes. Entre los educadores 'oficiales' está bastante extendida la opinión de que la religión se la ha de escoger cada uno más adelante, cuando ya sea una persona mayor. Imponerla a los niños es condicionar su libertad y sembrar la semilla de muchas neurosis y frustraciones, en lo personal, y de violentas divisiones y fundamentalismos intolerantes, en lo social.

En realidad, piensan los nuevos ingenieros sociales, sólo el Estado es quien está de verdad capacitado para ser el papá de todos, el educador de todos. La idea que está detrás de esas guarderías y escuelas es que vamos hacia la constitución de una sola y gran familia humana, en la que la ciencia dictará qué es lo que hay que enseñar y cómo. Los hijos de los trabajadores -y todos somos trabajadores- lo aprenden todo en la nueva escuela.  La educación, toda la educación, incluida la sexual y excluida la de la religión, es monopolio del gobierno. A casa, los niños van sólo a jugar.

…La anécdota revela a mi parecer dos cosas: que la gente parece casi dispuesta a vender su propia alma para obtener ventajas materiales. Dicen los funcionarios del Estado: "Nosotros nos quedamos con tu hijo. Tú olvídate de él y dedícate a trabajar y a ganar dinero". Lo terrible es que la gente acepta, porque ya no quiere a fondo a sus hijos: no les quiere como a personas a las que hay que tomar totalmente en serio y de cuya educación nadie puede responsablemente desentenderse.” Gonzalo Herranz, Universidad Panamericana, México, D.F., 24.III 1993


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