viernes, 29 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (y XIX)

Continua la respuesta del Prof Herranz sobre el testamento vital (ver envío XVIII): Para un católico, el testamento de vida es un modo de asumir hasta el final esa responsabilidad de ser administrador fiel de la vida que ha recibido de Dios, a título de préstamo, de don, no de propiedad de la que se pueda arbitrariamente disponer. La tradición del administrador prudente de la propia vida está inscrita en toda la teología moral. 

A pesar del silencio que sobre el aspecto guardan prácticamente todas las legislaciones, el testamento vital es la ocasión de establecer la propia voluntad acerca de la atención espiritual y la administración sacramental del moribundo, que, como establece una larga tradición eclesial, se puede administrar al inconsciente sub conditione. Además, es un modo de expresar la propia fe, de reconocer la propia finitud. 

Muchas Conferencias episcopales han publicado modelos de testamento vital. Son un modo de dejar constancia, ante los médicos, el hospital y la sociedad, de las aspiraciones de un cristiano para el momento de la muerte y una ocasión para meditar sobre la propia muerte. 

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