martes, 21 de septiembre de 2021

El hombre nunca ha sido preembrión (VII)bis: El “argumento” de la gemelación

Continuamos con el estudio de investigación realizado por el Prof Gonzalo Herranz, en el que demuestra la fragilidad y debilidad científica del “modelo oficial” en el que se ha apoyado la hipótesis imaginativa del preembrión de los 14 días, con la dura gravedad que esa aceptación pseudocientífica ha supuesto a nivel internacional. 

Dejemos expresarse al Prof Herranz: “En (el libro) ‘El embrión ficticio’ cuento esa historia con algún detalle. En esencia, el “modelo” (la oficial falacia científica) empezó como un ejercicio de imaginación, como una hipótesis audaz y razonable, aunque parcial, propuesta por G. W. Corner, un joven embriólogo de Estados Unidos. El germen inicial del modelo se fue enriqueciendo con nuevas adiciones a lo largo de los años. Al esquema original de Corner (1922) se le fueron añadiendo conjeturas complementarias de otros científicos: von Verschuer (1932), Hertig (1947) y, finalmente, del mismo Corner ya maduro y lleno de prestigio (1955). 

En los años sucesivos, el “modelo” (la oficial falacia científica) fue ganando adeptos. Al principio, todos reconocían su carácter conjetural; pero, poco a poco, por efecto de la repetición y la unanimidad, el modelo empezó a ser presentado como si fuera el relato de una realidad. También en ciencia ocurre que si una idea se repite incontables veces, por mucha gente distinta y sin que nadie discrepe, puede pasar de hipótesis plausible a convertirse en una descripción de hechos observados, que, curiosamente, nadie ha observado. Con el tiempo, se olvida su origen hipotético y la idea se mitifica: todos la aceptan, la transmiten, y la aureolan como “verdad”.

Pero, hay que decirlo crudamente, el “modelo” (la oficial falacia científica) común es una hipótesis, razonable, pero tan hipótesis ahora como en 1922, cuando nació, o como en 1955 cuando se completó: ha permanecido en el mismo estado de mera conjetura en que fue ideado. Muy pocos le han encontrado defectos. Pero cuando se examina a fondo el “modelo” (la oficial falacia científica) y se lo confronta con datos de observación, se ve que sus bases embriológicas contienen numerosos puntos débiles

Cuando se le interroga, el “modelo” (la como falacia científica) responde con tautologías, mientras deja en el aire muchas preguntas, en especial las relativas a cómo un embrión de más de una semana puede dividirse en dos y cómo cada una de esas partes es capaz de reconstruirse en un embrión completo.

Creo que en mi libro (`El embrión ficticio´) he puesto de manifiesto dos cosas: una, que el modelo es mera hipótesis; otra, que no resiste una crítica intensa. 

A pesar de su inmensa popularidad, hay que declararlo en estado ruinoso. Las consecuencias éticas de la invalidación del “modelo” (la oficial falacia científica) son importantes. De inmediato, deja sin base biológica el “argumento” de la gemelación monozigótica, que es, sin duda, el argumento ‘estrella’ de quienes niegan consistencia ética al embrión inicial. Eso obliga, a mi parecer, a revisar a fondo (y, seguramente, a desechar) la biología que hasta ahora ha sido usada en la bioética del embrión humano: se trata de una biología débil e incapaz, por tanto, de prestar apoyo firme y objetivo a juicios que reducen o anulan el valor biológico del embrión humano inicial.” Gonzalo Herranz. El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro. Cuadernos de Bioética 2014; 25: 307. 


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