viernes, 31 de octubre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (VIII)

Todo médico, para serlo, debe tener plenamente asumido el primer principio ético: "Primum non nocere”  (Primero, no hacer daño).

Cuestión: Se entiende por Limitación del esfuerzo terapéutico (LET) la decisión de restringir o cancelar (no iniciar o retirar) algún tipo de medida cuando se percibe una desproporción entre los bienes que se esperan alcanzar y los medios empleados, con el objeto de no caer en la obstinación. ¿Dónde situar la línea que separa la eutanasia de la limitación del esfuerzo terapéutico? 

Respuesta del Prof Herranz: “Si el concepto de eutanasia no se enturbia con nieblas de sentimentalismo o prepotencia, que las dos cosas pueden ocurrir y de hecho están ocurriendo; si se entiende seriamente por eutanasia la provocación deliberada por parte del médico de la muerte de su paciente, ya sea con acciones u omisiones, me parece que no es difícil juzgar en sincera conciencia si unas determinadas acciones corresponden a un acto eutanásico o a una legítima limitación del esfuerzo terapéutico. 

Los problemas fronterizos entre limitación de esfuerzo terapéutico y eutanasia por omisión (creo que la expresión "eutanasia indirecta" es incorrecta, pues no se ha de llamar eutanasia a lo que no lo es) sólo se plantearían en el caso de no iniciar o de suspender intervenciones terapéuticas verdaderas, esto es, potencialmente capaces de salvar la vida o de mejorar sensiblemente el pronóstico. Si la intervención que se proyecta, o que ya se hubiera iniciado, es claramente fútil, inútil, entonces no hay duda: la futilidad prohíbe iniciar o continuar tal tratamiento.

No cabe duda de que, sobre todo desde el punto de vista psicológico, no iniciar un tratamiento es más fácil de llevar que suspenderlo; causa menos problemas. Suspender el tratamiento es una acción que puede parecer carente de humanidad, incluso cínica, negadora de atención. Sin embargo, en conciencia seria, creo que es tan obligatorio suspender los tratamientos que son inútiles como no iniciarlos. Es necesario, insisto, vencer esta resistencia. Debemos reconocer que, cuando es fútil, la Medicina puede ser muy dañina. El mandato de no maleficencia (no hacer daño), tanto en lo económico como en lo humano, es muy fuerte, es quizá el primero de los principios éticos. 

Una conclusión seria, válida, debatida, quizás no consensuada, de unos médicos reunidos en consulta, o de una Comisión de ética de un hospital, que cuenta, además, con la aprobación de la propia conciencia recta del médico, autoriza plenamente la suspensión del tratamiento; más aún, lo indica y lo ordena. Eso dejaría sin argumento, aunque sea un argumento vacío, a quienes defienden la limitación del tratamiento como una puerta que se abre para introducir la eutanasia. Una cosa es la legítima limitación del esfuerzo terapéutico; y otra, polarmente opuesta, negar cuidados o suspender tratamientos simplemente para liberarse de la pesada carga que supone una vida terminal llena de complicaciones.” En Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz, José María Pardo, Ed EUNSA, 2015, 155


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