viernes, 12 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (II)

En el enfermo moribundo la medicina tiene que valorar sus límites, pero activar su cuidado y compañía con el enfermo.

Cuestión: Vayamos con los límites de la Medicina. 

Respuesta del Prof Herranz: No solo la vida tiene límites. Los tienen también la Medicina y los médicos individuales, los que realmente nos la aplican. Es esta una realidad que nos puede causar inquietud, pero en el fondo es una idea optimista: indica que a la Medicina y a los médicos les quedará siempre mucho por aprender, mucho por avanzar. 

En consecuencia, hemos de dar por cierto que la Medicina verdaderamente humana es, y será siempre, una Medicina limitada, falible, incluso cuando se acerca la muerte del enfermo. Tampoco entonces los médicos son inmunes al error. Que la Medicina sea limitada no vale, sin embargo, como coartada para el descuido, o para ofrecer una atención médica de menor calidad a los que están ya cerca de la muerte. Si en algún momento la impericia y la irresponsabilidad están fuera de lugar en la práctica de la Medicina, es delante del moribundo. 


sábado, 6 de septiembre de 2025

Obstinación médica (Los límites de la actuación médica) (I)

Respecto al límite de la vida, la medicina tiene también tiene sus límites de actuación salvo en el cuidar y acompañar.   

Cuestión: …Benedicto XVI señalaba en su Discurso a la Facultad de Medicina de la Universidad del Sacro Cuore en su 50a aniversario de fundación: …ponía en el centro de la atención a la persona humana en su fragilidad y en su grandeza, en los siempre nuevos recursos de una investigación apasionada y en la no menor consciencia del límite y del misterio de la vida". 

Respuesta del Prof Herranz: “La vida de cada ser humano tiene un límite. Todo el mundo reconoce que somos mortales, que la vida de cada uno se terminará un día; que, a pesar de las ilusiones de los inmortalistas, no es posible alargarla siempre un poco más. 

Sin embargo, algunos científicos alimentan sueños de inmortalidad y, lo que es peor, hacen soñar a muchos con ella. Recientemente, nos han tratado de persuadir de que será posible una especie de prórroga de la vida gracias a los trasplantes de células troncales, y los trasplantes de órganos. 

Todos sabemos que, en los últimos decenios y en todas partes, la expectativa de vida se ha alargado (más en las mujeres que en los hombres), y que esos años añadidos van teniendo cada vez una mejor calidad. Llegar a viejos, incluso muy viejos, no suprime sin embargo la mortalidad individual, simplemente retrasa la muerte. Llega un momento en que, si no sobreviene repentina, la muerte se ve venir. Entonces, es preciso acomodarse a esa idea de que morir no sólo es inevitable, sino algo ya próximo. 

A mi parecer, el mandato del libro del Génesis: "vivid", no implica solamente cuidar la vida, sino también desarrollarla hasta sus posibilidades últimas. Pero en todo caso es una vida que se vive como un regalo, algo cuya duración no está en nuestras manos, sino en las de Dios. Él es el Señor único de la vida y de la muerte. Lo que dice una paráfrasis de la copla de Jorge Manrique: el "querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera, es locura", se complementa con su inversa: "querer hombre morir cuando Dios quiere que viva, es igualmente locura". En “Al Servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz”, José María Pardo, Ed EUNSA, 148-150


viernes, 29 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (y XIX)

Continua la respuesta del Prof Herranz sobre el testamento vital (ver envío XVIII): Para un católico, el testamento de vida es un modo de asumir hasta el final esa responsabilidad de ser administrador fiel de la vida que ha recibido de Dios, a título de préstamo, de don, no de propiedad de la que se pueda arbitrariamente disponer. La tradición del administrador prudente de la propia vida está inscrita en toda la teología moral. 

A pesar del silencio que sobre el aspecto guardan prácticamente todas las legislaciones, el testamento vital es la ocasión de establecer la propia voluntad acerca de la atención espiritual y la administración sacramental del moribundo, que, como establece una larga tradición eclesial, se puede administrar al inconsciente sub conditione. Además, es un modo de expresar la propia fe, de reconocer la propia finitud. 

Muchas Conferencias episcopales han publicado modelos de testamento vital. Son un modo de dejar constancia, ante los médicos, el hospital y la sociedad, de las aspiraciones de un cristiano para el momento de la muerte y una ocasión para meditar sobre la propia muerte. 

viernes, 22 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVIII)

La muerte digna es siempre la que es acompañada, nunca la que es provocada.

Cuestión: Históricamente “el testamento vital” surge a la sombra de los movimientos en favor de la despenalización de la eutanasia... 

Respuesta del Prof Herranz: “Es innegable el apoyo de los movimientos pro-eutanasia a la implantación y al uso del testamento de vida. Más aun, ellos son los que se han encargado de difundir modelos que contienen una incitación, más o menos clara, a implantar el derecho a la muerte con dignidad, incluida la eutanasia. En España, la Asociación Derecho a Morir Dignamente ha difundido en Internet su modelo de testamento vital, … 

…Por el contrario, “la decisión anticipada” de determinar el tipo y la intensidad de atención médica terminal que, en caso de no poder participar en esa decisión, uno quiere recibir, es un acto de responsabilidad personal. También puede incluir el testamento de vida la decisión de donar órganos para trasplante o de rehusar tal donación. Hasta cierto punto, uno delante de Dios, delante de la familia y delante del médico, sigue siendo el responsable de su propia vida, y por eso tiene el derecho y la obligación moral de establecer criterios acerca de futuras intervenciones de las que no podrá decidir. Lo ha de hacer de modo reflexivo, meditado y serio. El testamento de vida es el modo de hacer presente esa voluntad cuando el paciente no puede consentir con conocimiento y libertad a lo que el médico le ofrece. Es un modo de dar continuidad a la propia vida moral.”  Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 146-147

sábado, 16 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y suicidio asistido (XVIIb)

Un médico que ha vivido según ética médica hipocrática puede emigran a una medicina eutanásica con sólo hacerse esclavo, poco a poco, de una moral subjetiva y relativista 

Seguimos con la respuesta del Prof. Gonzalo Herranz (ver envío anterior, XVIIa): “...Cuando la vida llega a un final lleno de sufrimiento, y se sostiene que el sufrimiento tiene un valor negativo (hay que recordar que para la teoría hedonista el sufrimiento es un mal moral; y su evitación un bien moral), el médico queda atrapado en la propia dinámica de su moralidad profesional, y ya no puede dejar de matar. No se puede pensar que lo haga por perversidad. No hay monstruos morales en Medicina. Lo hará simplemente por mero sentimiento, por un falso sentido de justicia, por no denegar a un paciente lo que ha dado a otro. 

La reflexión sobre el proceso acerca de cómo se inicia y se consolida la actitud del médico ante la eutanasia debería ser tema obligado para todos los estudiantes de Medicina. Lo hacen en Holanda como programa para desensibilizar a los estudiantes. Habría que escribir seria y documentadamente la historia de la conversión de un médico hipocrático en un médico que ya no se resiste a la eutanasia, que piensa que la eutanasia es parte de la buena profesionalidad.” Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 145-146. 


viernes, 8 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y suicidio asistido (XVIIa)

La ética médica no se vive sólo cuando se conocen y se aplican un conjunto de reglas codificadas. La ética médica se vive, sobre todo, cuando se interioriza en la conducta cada médico.  

Cuestión: Según tengo entendido ha aumentado el número de Facultades de Medicina que finalizan la carrera con la lectura del Juramento Hipocrático. Usted mismo ha traducido al castellano el Juramento hipocrático cristiano (siglo II- III), de autor anónimo. Tantas veces se nos olvida, o ignoramos, la sabiduría de los antiguos... 

Respuesta del Prof Herranz: “Es, por eso, necesario seguir repitiendo la cláusula del Juramento hipocrático "no daré un veneno a nadie, aunque me lo pida". Hay que hacerlo, pues lo básico ha de ser repetido muchas veces. Pero los médicos no necesitamos sólo doctrina ética; hemos de educarnos también en psicología moral. Me parece que la progresión que se ha dado en Holanda, donde, en pocos años, se pasó de ver la eutanasia como recurso médico excepcional a practicar eutanasias involuntarias, depende no de teorías metaéticas, sino de la psicología ética del médico, esto es, de que éste cuide su alma.

Un médico debería haber reflexionado a fondo sobre lo que le ocurre cuando accede a practicar su primera eutanasia. Debería haberse concienciado de que, si no reconoce su error, si no se arrepiente de lo que acaba de hacer y no renuncia definitivamente a ese comportamiento, entra en un torbellino moral del que no podrá salir. Si piensa que su comportamiento está justificado, que haber dado muerte a un paciente que se lo ha pedido es una decisión racional y conforme a su ética, no podrá dejar de hacer eutanasias en el futuro. Las virtudes propias del médico le obligarán a hacerlas más veces y más pronto. Si es fiel a su mentalidad preventiva, no podrá posponer su decisión y dejar que las cosas lleguen a un punto extremo: su deber de ahorrar dolor, de beneficiar al paciente le llevará a ver indicaciones cada vez más tempranas para la eutanasia. Ante su próximo paciente terminal anticipará unos pocos días, unas pocas semanas, la práctica de la eutanasia con respecto a su paciente anterior. Dirá: "no es humano, no puedo permitir que las cosas lleguen a tanto." Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 144-145.

viernes, 1 de agosto de 2025

Contra la eutanasia y el suicidio asistido (XVI)

El médico que promueve la solución de los problemas del paciente con la eutanasia ve al enfermo como un instrumento con grados de utilidad. De hecho, la eutanasia, al no precisar título ninguno, la puede ejercer cualquiera que se preste. 

Cuestión: La eutanasia no es el fracaso de la Medicina, sino el fracaso de la sociedad. Qué mal tiene que estar la sociedad para que un miembro de ésta no quiera vivir más en ella. Como señala Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, una humanidad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión, es una sociedad cruel e inhumana. La razón de fondo de la eutanasia, pienso, radica en la concepción antropológica que se posea: si se pierde el sentido trascendente de la persona humana ya no se es capaz de reconocer el valor inviolable de su vida, y se llega, por tanto, a proponer -con cualquier excusa- su eliminación como un bien. 

Respuesta del Prof Gonzalo Herranz: “Creo que es el fracaso de las dos: de la sociedad y de la Medicina. Como fenómeno social, la eutanasia es enormemente compleja. La sensibilidad social depende de la cultura, de cómo se haya educado en la tolerancia al sufrimiento. Pero por mucho que digan los periódicos y los legisladores, en último término, al menos de momento, la eutanasia es un fenómeno médico, está ligado inevitablemente a la Medicina. 

Se ha escrito algo sobre la criptotanasia, la eutanasia subterránea, la practicada por aficionados. Pero, por fortuna, el asunto, después de dar origen a una literatura negra, repugnante, de casos terribles, parece haber desaparecido. De momento, la práctica de la eutanasia, su indicación y ejecución, se tiene como cuestión exclusivamente médica. El rechazo, o la cooperación, del médico siguen siendo esenciales, tanto para que la eutanasia continúe como condenable y contraria a la ética de la Medicina, o instalarse en la sociedad como solución a un número creciente de problemas”. Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 143-144.