viernes, 18 de marzo de 2022

Error y negligencia médica. Aspectos éticos (V)

En la tarea del médico asumir el error se presenta como necesidad para seguir siendo eficaz. Para ello, el Prof Herranz da con la clave. Aprender de la nueva cultura: “la cultura del error”. Es muy conveniente ser buen alumno de esa “cultura”.    

La nueva cultura del error. Las instituciones sanitarias, públicas y privadas, han respondido a los reclamos de la seguridad del paciente y la gestión de riesgos…

Sigue habiendo, entre los médicos, de cualquier edad e ideología, una resistencia muy extendida a comunicar sus errores a los pacientes. Una actitud que forma parte de la empobrecedora mentalidad defensiva, contraria, como dice nuestro Código, a la ética médica. Es necesario abrirse a la llamada nueva cultura del error médico, que sustituye la vieja conducta de la ocultación, el reproche y el castigo por la conducta nueva de la confesión, el diagnóstico, el tratamiento y la prevención del error, que ha de enraizarse tanto a nivel personal como institucional

Errar es humano, lo dijo nuestro Séneca. Pero el adagio no puede aducirse como una disculpa que no incita a la reflexión y la enmienda. La humanidad que invoca, la del autor del error, obliga a respetar la humanidad del que lo ha sufrido por medio de la manifestación de compasión, la petición de perdón, la restitución en lo posible del daño, la enmienda de no recaer. 

No se puede ocultar que hay ahí un choque cultural, menos violento, por fortuna, cada día que pasa, pero que exige un cambio profundo de actitudes. No parece exagerado decir que ahí está en juego la humanidad de la medicina, el sentido de la radical igualdad humana. 

El impulso para el cambio no está en el miedo, sino en el reconocimiento de la humanidad del paciente. Consideremos una situación no infrecuente.

En la atención de un paciente se ha producido una anomalía seria, que se- sale de lo previsto y rompe las expectativas acariciadas por unos y otros. En los circunstantes surge, con la decepción, una pregunta instintiva: Pero, ¿qué ha pasado?, ¿Cómo ha podido suceder esa desgracia? El médico ha de buscar diligentemente la respuesta a esas preguntas. Si no lo hace pronto, con una prontitud proporcional a la angustia de quién pregunta y con la verdad que convence, puede, de inmediato o más tarde, sobrevenir una crisis, estallar la indignación, la airada frustración de querer saber y no conseguirlo. En el entorno del paciente surge casi inevitablemente la sospecha de que se quiere ocultar algo anormal que ha ocurrido. La pregunta es ahora ¿quién ha cometido el error, quién es el culpable? Y si persiste la reticencia a referir lo ocurrido, el interés por conocer explota en la decisión de llevar ante el juez al culpable y hacer que, bajo el imperio de la ley, declare lo ocurrido. La irritación yatrogénica sólo se calmará con la humillación del médico que se negó a hablar o dio explicaciones capciosas…

La nueva cultura del error está para evitar esos episodios tan dolorosos para todos... En la nueva situación, cuando se examinen los errores de otros, deberá excluirse toda denigración y condena. Eso, además de ser moralmente reprobable, retraería a los médicos de participar. El propósito del nuevo ethos es educativo y práctico: ayudar a todos a mejorar no incurriendo en errores ya detectados; no castigar a los que yerran, sino beneficiar a todos con la lección que su error ha hecho aprender. Se podrá así crear un ambiente de confianza, en que la necesaria función crítica nunca es personal y peyorativa, sino que brota del respeto mutuo y del deseo de mejorar la suerte de los pacientes. 

Todo esto puede parecer utópico. Sin embargo, el Comité de Bioética de la Sociedad Médica del estado de Nueva York ha argüido que aceptar el nuevo ethos debería ser la marca distintiva, el rasgo propio, de todo médico decente. Si llega a consolidarse, la nueva cultura operaría en los pacientes una ganancia de humanidad: saber que los médicos son humanos, pueden estar cansados, sufren crisis como los demás mortales, pueden equivocarse, que la medicina no es el hada madrina de la que hablan los periodistas.”  En Desde el Corazón de la Medicina. Libro Homenaje al Prof Gonzalo Herranz por la OMC, 2013, 220-228.


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