lunes, 23 de agosto de 2021

MUERTE DIGNA (I)

Cuando se habla de "muerte digna" surge inmediatamente la confusión porque no se percibe muy bien el significado que se le quiere dar a esa expresión. Verdaderamente no existe la muerte digna, lo único realmente digno es la persona. Asistir siempre a la persona con la dignidad que merece garantiza siempre su muerte digna. A la persona enferma se le debe ofrecer, de acorde con su dignidad, toda la profesionalidad de una medicina a la altura su proceso patológico, recurriendo, cuando sea preciso, a los conocimientos que aporta la Medicina Paliativa, que con una eficacia científica cada vez más comprobada logra cubrir todo el espectro de la sintomatología del enfermo terminal. 

De forma magistral se expresa el Prof. Gonzalo Herranz, con las siguientes palabras:

"Sólo se puede hablar de verdadera libertad de elección cuando la medicina paliativa es practicada con competencia y ofrecida como alternativa humanizante a todos los que la necesitan.

Lo específico de médicos y enfermeras es ayudar, con su conocimiento y habilidades, a los enfermos y débiles, a seres humanos que viven la crisis de estar perdiendo su vigor físico, sus facultades mentales, su vida. El respeto por la dignidad del hombre, toma en Medicina, una forma peculiar y específica: el respeto a la vida debilitada. En la Medicina paliativa, el respeto a la vida está condicionado de forma casi constante por la presencia de la vulnerabilidad esencial, por la fragilidad extrema del hombre, por el reconocimiento de lo inevitable y próximo de la muerte. El respeto ético de médicos y enfermeras que administran cuidados paliativos es respeto a la vida declinante; su trabajo consiste en cuidar de gentes en el grado extremo de debilidad.

Cuando al enfermo se le considera a esta luz, como algo a la vez digno y miserable, podemos reconocer su condición a la vez inviolable y necesitada. Este es el fundamento ético de la atención terminal que se debe a todo paciente, la justificación moral de los Cuidados Paliativos." Intervención en  las Jornadas Internacionales de Bioética “Bioética y dignidad en una sociedad plural”, Pamplona, octubre de 1999.


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